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Intramuros
El poder es un tesoro extraño, pues crece
cuanto más se gasta. Quienes lo atesoran sin mostrarlo como avaros que guardan
su oro en sótanos oscuros corren el riesgo de parecer débiles y por tanto,
vulnerables, a los ojos de otros. Sin embargo, algunos derrochan ese poder,
hacen de él una bandera visible para todos, y así demuestran tanto su fuerza
como su capacidad de ejercerla sin que se agote. Como un hombre con un arma en
la mano, se muestran peligrosos y fuertes.
Binah conoce esta verdad acerca del poder y
no duda en emplearlo cuando tiene ocasión.
Por eso no espera a que el dirigible llegue a
la torre de embarque. Ordena abrir las compuertas de la cabina y sale al
exterior, mostrándose ante su ejército. Con un paso suave y calculado abandona
el vehículo y se queda suspendida en el aire, flotando, descendiendo despacio a
la vista de todos. Sus brazos, ligeramente separados del cuerpo, con las manos
abiertas hacia fuera, parecen ofrecer un abrazo protector a los soldados, aún
conmocionados por el espectáculo de la mágica niebla.