tag:blogger.com,1999:blog-39148156160080743342024-03-13T05:52:21.571+01:00Lo juro por mi tatuajelo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.comBlogger152125tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-90485008243497591672022-09-27T09:39:00.001+02:002022-09-27T09:41:06.921+02:00<p><span style="font-size: medium;"> <span style="font-family: courier; text-align: justify;">ESPACIO CERO</span></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván observó la oscura cavidad del horno con aprensión, aguantando la respiración sin ni siquiera darse cuenta. A su lado, Mateo, su compañero, sonreía bajo el espeso bigote canoso que acentuaba su pícara expresión de ratoncillo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Esto lo arreglamos antes de la hora del café, chaval -dijo con su voz alegre, cascada por el tabaco negro y el coñac madrugador.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván intentó sonreír en respuesta, pero apenas esbozó una mueca forzada. La simple idea de entrar en aquel lugar era demasiado para él.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">El horno era un antiguo modelo, una reliquia que sólo la tacañería de los dueños de la fábrica mantenía en pie. Tenía dos metros veinte de alto, y todo el aspecto de una cabina telefónica del infierno. Por dentro era un prisma octogonal, delimitado por altas chapas verticales. En el centro había una esfera de metal, enclaustrada en la base giratoria, sobre la que se colocaban los altos carros de bandejas horizontales donde se cocían las magdalenas, mojicones, sobaos y otros productos.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Encima de la plataforma había una pequeña estructura, un dintel de metal. Esta especie de marco metálico servía para encajar el carro y se unía al techo en su parte superior por un eje de metal que, conectado a un pequeño motor, hacía girar la plataforma.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Ahora, a las once de la noche de un viernes, cuando todo el mundo se había ido a casa, Mateo e Iván tenían que arreglar esa plataforma giratoria.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Se había estropeado a las ocho, durante el turno de tarde del viernes, pero habían sido necesarias dos horas para que se enfriase por completo, así que les tocó a ellos solos enfrentarse a la avería, mientras el resto del personal se iba a casa, a disfrutar del fin de semana.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Espero que no nos de mucha guerra -dijo Iván.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Mateo encendió un Ducados, que quedó colgando de sus labios como un escalador aferrado a la última grieta de la pared, y entró en el horno.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Pásame la herramienta -pidió, mirando al techo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván le obedeció, entregándole una vieja bolsa de cuero con varios departamentos, llenos de destornilladores, llaves fijas, acodadas y de Allen, alicates, y un largo etcétera de herramientas. Mateo exhaló una perezosa bocanada de humo, sacó un destornillador y se puso de puntillas.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Enchufa aquí con la linterna, chaval -ordenó.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván obedeció de nuevo, enfocando el techo. Junto al eje del marco había una pequeña trampilla, sujeta por seis tornillos, que permitía acceder al mecanismo de giro. Con movimientos fluidos y precisos, el viejo aflojó los tornillos y dejó al descubierto el mecanismo. El eje, enclaustrado en el techo, terminaba en un piñón o rueda dentada que era movido por una correa que llegaba hasta el motor, situado en la parte de atrás del horno, encima de las resistencias eléctricas que proporcionaban calor al aparato. Otra rueda, ésta lisa, actuaba como tensor de la correa, graduándose su posición gracias a una corredera.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Se ha partido el tornillo del tensor -dijo Mateo-, hay que cambiarlo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Bueno, eso no nos llevará mucho tiempo. ¿Qué tornillo es?<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Mateo examinó el tornillo durante un par de segundos.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-De Allen, de diez por quince. O diez, veinte. Tráete un par de cada.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván dejó la linterna y recorrió el camino hasta el taller de repuestos. Odiaba lo servil de su actitud hacia Mateo, sentía rabia por tener que obedecerle, pero no le quedaba otro remedio si quería evitarse problemas.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">A fin de cuentas, Mateo era su suegro, o casi.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván llevaba tres años de relación con la hija de Mateo, su única hija. Iván la adoraba, y también ella a él. Pero Mateo no había aceptado nunca aquella relación. Al menos, no hasta un par de meses atrás, cuando por fin permitió a Iván entrar en su casa y se tomó la molestia de conocerle. Y ahora, el viejo mecánico había buscado este trabajo para él. Así que Iván no sabía muy bien cómo actuar.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Regresó con los tornillos que su suegro le había pedido -se había tomado la molestia de coger, también, de la medida superior e inferior, por si Mateo se había equivocado- y se encontró al viejo fuera del horno, encendiendo un Ducados con la colilla del anterior.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Tienes que entrar tú -dijo Mateo-, yo no llego bien.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván tragó saliva. Medía metro noventa, bastante más que el viejo, eso era cierto. Pero entrar en el horno... suspiró, asintiendo con la cabeza. No quería imaginar lo que disfrutaría Mateo en su casa, contando cómo él se había asustado hasta el punto de no poder hacer su trabajo, ridiculizándole ante su hija. Así que decidió enfrentarse a la claustrofobia. Entró en la cabina, sintiendo que las altas paredes metálicas se cerraban sobre él como las mandíbulas de una bestia. Empezó a sudar, y respiró hondo para controlar el temblor de sus manos. Fuera, Mateo sonreía de forma apenas perceptible bajo el espeso bigote.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;"><span>“Viejo cabrón”, pensó el joven, “bien sabe él lo que me pasa”. Y era cierto. El viejo sabía que, cada vez que la joven pareja les visitaba, subían y bajaban por la escalera para evitar el ascensor y la sensación de ahogo que se apoderaba de Iván. Estaba sometiéndole a una prueba, se dijo el joven. Una prueba de valor, que en la mente del anciano sería sin duda necesaria para ver si era merecedor de su hija. “Viejo cabrón. Te jodes”�</span><o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Apretó los dientes, estirándose para llegar al tensor de la correa. Se concentró en el trabajo y, como siempre que lo hacía, el resto del mundo desapareció de su mente, dejando un espacio abierto, libre, en el que trabajar sin problemas ni agobios. En menos de un minuto dejó listo el tensor y se dispuso a cerrar la trampilla.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Espera, chaval, no cierres todavía -dijo Mateo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-¿Por qué?<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Coño, habrá que probar si va.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván miró la correa y luego a su suegro.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Ya. Pero eso se puede hacer con la trampilla cerrada, desde fuera.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Ya -respondió Mateo, con voz seca-, pero si lo hacemos desde fuera y se suelta o se engancha en el eje, no lo veremos y va a ser peor el remedio que la enfermedad. Quédate ahí, le damos unas vueltas, y lo ves funcionar. Y si va bien, pues a otra cosa.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Pero... pero no girará con la puerta abierta. Por la seguridad, ya sabes.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Bueno, pues la cierro. Sólo son unas vueltas, joder, y los calentadores están apagados.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Es que...<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Mateo lanzó una carcajada seca y fría.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-¿No tendrás miedo? No seas trucha, hombre.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván tragó saliva. Si se negaba, el poco aprecio que su suegro sentía por él bajaría muchos puntos. Mateo era un hombre chapado a la antigua, de los machos de siempre, de los que no mostraban miedo a nada y despreciaban los temores de otros.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-No, claro que no -dijo Iván, tratando de sonreír-, cierra y dale marcha.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Mateo asintió y cerró. Iván apenas podía verle a través del plástico ignifugo de la puerta, pero vio cómo la figura de su suegro estiraba el brazo, accionando los controles que había a la izquierda del horno, y la plataforma empezó a girar con un crujido.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Le falta grasa! -dijo el joven.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Agarrado a la estructura adintelada, que rotaba con la plataforma, Iván observó la correa, que giraba sin parar, perfectamente sujeta por el tensor, transmitiendo el movimiento a la plataforma. Aguantó treinta segundos, sudando y conteniendo a duras penas el temblor de sus manos.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-¡Va de puta madre! -gritó-¡Ya puedes parar, Mateo!<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Entonces oyó un chasquido, y el ruido de una gran cantidad de aire entrando en el estrecho recinto del horno. Sorprendido, miró hacia la puerta, pero era imposible ver claramente el exterior.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-¿Mateo? ¿Qué pasa, Mateo?<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">El aire caliente acarició su rostro, mientras el ruido aumentaba de potencia. Su suegro había conectado los quemadores que calentaban el horno.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-¡Mateo! ¡Maaateeeoooo!<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Tardó apenas un minuto en hacerse consciente de la situación. En los primeros quince segundos, imaginó que Mateo había sufrido un infarto, algún tipo de ataque o derrame. A los treinta segundos, la temperatura había subido casi cinco grados. A los cuarenta y cinco segundos, tras aporrear la puerta y las paredes mientras giraba, descartó el accidente de Mateo. A fin de cuentas, no tenía sentido que hubiese puesto los calentadores y luego sufrido el infarto. A los cincuenta segundos, la temperatura había subido siete grados. A los cincuenta y siete, Iván estaba llorando, aferrado del dintel metálico, sabiendo que no había nadie en la fábrica, excepto Mateo y él.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">A los cincuenta y ocho, la temperatura en el interior del horno era de veintinueve grados.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">A los cincuenta y nueve, Iván apretó los dientes y miró al techo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Lo primero que hizo fue tratar de detener la plataforma rotativa. Conocía poco del funcionamiento del horno, pero lo suficiente como para saber que apenas tenía unos minutos para actuar. El horno alcanzaba la temperatura marcada en el programa, doscientos veinticinco grados centígrados, en trece minutos.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Él estaría muerto mucho antes.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">En aquel momento, la temperatura debía ser de casi treinta grados. Casi la temperatura de su cuerpo. Cada giro de la plataforma le llevaba delante de los calentadores, y allí el golpe de calor era suficiente como para atontarle. Necesitaba detenerla.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Sacó de su bolsa de herramientas un largo destornillador de punta de estrella, se colocó en el centro de la plataforma y alzó la cabeza. Si conseguía meter el destornillador entre la correa y el piñón, la barra metálica del destornillador se encajaría entre los dientes del piñón y haría saltar la correa. O eso esperaba, claro.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">El sudor empezó a gotear sobre sus ojos, escociendo como zumo de limón en una herida, cegándole. El miedo se abalanzó sobre él como un halcón bien adiestrado, y lo rechazó con su mano abierta, con la misma que usó para secarse el sudor de la frente.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Con un movimiento rápido y seguro, introdujo el destornillador entre el piñón y la correa. El piñón trató de romper la súbita resistencia, combando el destornillador de acero. Fueron tres segundos. Un grado más.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Por favor -susurró.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Con un crujido que pareció una queja, la plataforma se detuvo. Iván cayó de rodillas, aliviado.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">No se concedió el tiempo suficiente para llorar. Sollozando en silencio, se puso en pie. Al apoyarse en el dintel, tuvo que separar la mano de golpe. Empezaba a quemar.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Notó que la sangre se escurría desde su antebrazo. Se había cortado, aunque no sabía con qué. <o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Tampoco sabía que esa herida no dejaría de sangrar. Uno de los primeros síntomas del daño por exceso de calor es el trastorno en la coagulación.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">La temperatura ambiental era casi igual a la de su cuerpo. Ese es el principio del fin. Iván estimó que le quedaban cinco minutos antes de que el calor le matase. Se equivocaba.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Se puso los guantes que llevaba en la bolsa de herramientas, para poder sujetar una llave fija. Una llave de acero.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Empezó a aflojar los tornillos de la chapa más cercana a los quemadores. Si conseguía soltarlos, podría apagar el quemador y tomarse con más calma la tarea de salir.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">La temperatura interior del horno era de cincuenta grados. El pulso de Iván empezó a acelerarse, los vasos cutáneos se dilataron y el flujo sanguíneo aumentó en un intento de su organismo por refrigerarse. Le quedaban dos minutos antes del colapso.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Soltó el primero de los cuatro tornillos, entreviendo apenas lo que hacía gracias a las tres luces interiores del horno. Empezó con el siguiente. Tardó quince segundos en acabar con él. Pasó a el tercero. La llave se le escapó de entre los dedos y cayó bajo la plataforma.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">-Dios por favor, Dios por favor, Diosjoderporfavor... -murmuró mientras se agachaba a buscarla.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">El aire caliente entró a raudales por su boca, pero sintió un cierto alivio al agacharse, puesto que el aire a mayor temperatura siempre tiende a ascender. Al ponerse en pie de golpe, ya con la llave recuperada, un fuerte mareo casi le hizo caer de nuevo. Su sangre, cuyo flujo había aumentado en un noventa por ciento, estuvo a punto de matarle.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Siguió trabajando. Un minuto después había quitado todos los tornillos y trataba de arrancar la chapa de la pared.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Le quedaban cuarenta y cinco segundos antes del colapso.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Cuando el cuerpo humano necesita refrigerarse, su mejor recurso es sudar. Pero el sudor provoca la pérdida de sustancias vitales, los llamados electrolitos, de gran importancia en los procesos musculares. El cuerpo de Iván, que nada sabía de hornos o suegros locos, sudaba a mares, intentando restablecer el equilibrio. A sesenta grados en el exterior, el corazón bombeaba a ciento cuarenta pulsaciones y cada poro de su piel vomitaba sudor.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">La primera consecuencia lógica es el golpe de calor, que habría postrado a Iván en el suelo, y lo habría matado. La adrenalina se encargó de impedirlo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Pero nada evitó el primer calambre muscular, un golpe duro y seco en su pantorrilla izquierda que a punto estuvo de derribarle.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván gritó, incapaz de contener el sorprendente dolor, y se apoyó en el dintel. El calor atravesó su ropa, evaporando el sudor y provocándole un escalofrío paradójico. Su cerebro, o tal vez su alma, le envió una imagen de Marta, su chica. Una imagen de su increíble sonrisa.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Iván decidió que no iba a morir, y tiró con todas sus fuerzas de la chapa, sujeta por años de grasa y deformaciones térmicas al chasis del infernal horno.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Si Iván hubiese tirado hacia la derecha, hacia el interior del horno, habría muerto en quince segundos. La casualidad, un dios generoso o tal vez una decisión involuntaria de lo más profundo de su mente, hizo que tirase hacia el lado izquierdo cuando le quedaban doce segundos de vida.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Y la chapa, impulsada por toda la fuerza que da el terror a la muerte, impactó contra el plástico ignífugo que protegía la ventana del horno, atravesándola y arrancando una sección de casi un palmo de ancho.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">El aire caliente salió en una rápida bocanada, impulsado por la diferencia de presión, mientras Iván, con cara de quien ha visto un ángel, se quedaba mirando el milagroso orificio.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">La risa brotó de su pecho. Una risa demasiado agónica, demasiado cercana a la histeria. Pero, al fin y al cabo, la risa de un hombre vivo.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Cuando dejó de reírse, una sonrisa de payaso tonto se quedó como tatuada en su piel reseca.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Lanzó la chapa al fondo del horno, y acabó de arrancar la ventana a martillazos. Después, y sin que la sonrisa estúpida abandonase su rostro enrojecido, sacó la mano y aferró el tirador que abría la puerta.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Sin soltar el martillo, Iván abandonó la sala y registró la fábrica en silencio. Mateo no aparecía por ninguna parte. Se asomó a una ventana y vio que el coche del viejo cabrón –un Volvo tan viejo y tan negro como su alma- había desaparecido del aparcamiento.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><span style="font-family: courier; font-size: medium;">Entró en el vestuario y se metió en la ducha sin ni siquiera quitarse la ropa. Después, más aliviado y con su organismo ya en sus parámetros normales, bebió todo el agua que fue capaz de tragar y, llorando de alivio, llamó a la policía.<o:p></o:p></span></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p><span style="font-family: courier; font-size: medium;"> </span></o:p></p>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-64562143584323613882022-06-13T09:26:00.002+02:002022-06-13T09:26:29.072+02:00<p> <span style="text-align: justify;">VIOLETA ES ALGO MÁS QUE UN COLOR</span></p><p><span style="text-align: justify;"><br /></span></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9YBMkRidkG8a9Cdks0QA6KRp8n4KwAfuE0e6ZO7NIs7soYAVa-GwlUfeGZ7ofQ-p8EOL-3AZiOjrfz6CSWa_g9cn73nF7QY6nQqJ2fSEIQ8Yzl3693nfc0B9In8s4F10SmtqfG-1zC0KS3QsZqRQuigMHIWz5jezgxdnHgpAjSYUcwHsZxK4ngl_k/s293/410tFb8dN1L._SY291_BO1,204,203,200_QL40_ML2_.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="293" data-original-width="210" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9YBMkRidkG8a9Cdks0QA6KRp8n4KwAfuE0e6ZO7NIs7soYAVa-GwlUfeGZ7ofQ-p8EOL-3AZiOjrfz6CSWa_g9cn73nF7QY6nQqJ2fSEIQ8Yzl3693nfc0B9In8s4F10SmtqfG-1zC0KS3QsZqRQuigMHIWz5jezgxdnHgpAjSYUcwHsZxK4ngl_k/s1600/410tFb8dN1L._SY291_BO1,204,203,200_QL40_ML2_.jpg" width="210" /></a></div><br /><span style="text-align: justify;"><br /></span><p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p> </o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Violeta Flores Ruiz<o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Editoria Círculo Rojo<o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;"><o:p> </o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Aunque no suelo reseñar obras actuales, y menos si están fuera de los géneros de terror y fantasía, en ocasiones uno encuentra joyas inesperadas de esas que merece la pena hablar, comentar a los lectores. Es el caso de “Violeta es algo más que un color”, una obra que podemos clasificar como memoria, pero también dotada de la profundidad exigible al ensayo. Una crónica inmersiva que nos invita a reflexionar sobre tiempos pasados, aunque cercanos, y circunstancias actuales, aunque tal vez ajenas a nosotros. <o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Se trata de la historia de Violeta, narrada en primera persona. Una historia íntimamente compartida, que destila franqueza. Empezando por el retrato de sus ancestros -todos somos parte de la historia de quienes nos precedieron- y siguiendo por su propia vivencia, la autora nos habla de años difíciles para la sociedad española, años que no están lejos pero parecemos haber olvidado, y de cómo avanzó a través de ellos, enfrentando las duras secuelas que la polio dejó en ella. <o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Y lo hace sin artificio ni presunción, con una narrativa llana que habla de forma directa al lector, en un tono casi de conversación que resulta de una naturalidad refrescante. No necesita más recurso narrativo que contar su verdad.<o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">La galería de personajes es completa, y creíble. Creíble porque se trata de seres de carne y hueso, con los que ha compartido vida y experiencias, y así los trata. Sin ocultar defectos ni exagerar virtudes, mostrando por tanto una realidad completa de entornos, escenarios y seres que los pueblan. Esto contribuye a que el relato fluya con facilidad, como si estuviéramos tomando un café con ella y nos contase sus cosas. Ayuda a comprender el punto de vista de la autora, a implicarnos en la historia, con más acierto del que a veces consigue el lenguaje novelesco cuando es alambicado y pretencioso. Despierta la curiosidad de quienes no vivimos esos tiempos y situaciones y la simpatía de quienes sí lo hicieron, por lo que sus doscientas y pico páginas pasan más rápido de lo esperado. Y logra esa ambición que todos los contadores de historias tenemos, la de conseguir que el lector quiera quedarse una página más, saber cómo acaba la aventura. Sólo que es una aventura real, la de Violeta, la de las mujeres y hombres de una España dura que precede y explica la que ahora habitamos, y la de un sistema social y político cuya evolución nos será siempre más fácil de comprender si escuchamos a quienes, como ella, cuentan su verdad con la serena aceptación del que no ha cejado en la lucha por mejorar sus circunstancias y la de quienes les rodean. <o:p></o:p></p><p align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">Una crónica, en fin, instructiva y potente, cercana y estimulante, que nos invita a mejorar, a no rendirnos. A, como ella misma dice, ahogar los miedos en una sonrisa cada mañana. <o:p></o:p></p>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-61863190363575049072021-11-21T09:44:00.004+01:002021-11-21T09:48:31.750+01:00FORJADORES DE RELATOS: ESPECIAL LITERATURA ERÓTICA<p> Hola, paciente lector. </p><p>Como algunos ya sabéis, llevo unas cuantas semanas colaborando con el programa literario "Forjadores de Relatos", un espacio que la gente de Dentro del Monolito produce en Twitch y YouTube. </p><p>Siempre leemos un relato para vosotros, tratamos de charlar con el autor, interpretar el texto y darle algunos toques de corrección ortogramatical, siempre desde el buen humor y tratando de ser cercanos. Y un poco gamberros. </p><p>Hacemos otras secciones, como la "Policía gramatical" o lectura de microrrelatos. Y en el programa 18 nos hemos centrado en la literatura erótica, así que me tocó pasar algo de vergüenza leyendo en alto un magnífico texto de Lorena Escobar. Quiero compartir con vosotros el vídeo, las risas que echamos y el buen rato. Así que os dejo el enlace y os invito a disfrutar de la forja y de mi mal rato. </p><p><a href="https://www.youtube.com/watch?v=5-5I6aAwaZE&t=9s" target="_blank">VIDEO DEL PROGRAMA</a><br /></p><p>https://www.youtube.com/watch?v=5-5I6aAwaZE&t=9s</p>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-73536837379170850052021-08-25T19:34:00.000+02:002021-08-25T19:34:27.618+02:00Forjadores de Relatos, nuevo programa literario<p> Hola, paciente lector. </p><p>Llevo un tiempo sin pasar por aquí para contarte en qué ando, pero no creas que he estado quieto. </p><p>Una de las cosas que estoy haciendo, y que hoy quiero compartir contigo, es participar en el programa "Forjadores de Relatos", una iniciativa de la gente de Dentro del Monolito y Territorio Extrañer en la que, a través de Twitch y YouTube, nos reunimos con vosotros para leer y debatir de manera distendida algunos textos noveles y famosos. </p><p>Os dejo aquí el vídeo de nuestro octavo programa, en el que leo uno de mis cuentos y hablamos sobre él y sobre cómo ficcionar lugares e historias reales. Espero que os guste y os anime a buscarnos en redes. </p><p><a href="https://www.youtube.com/watch?v=Rblxlmu1mVw" target="_blank">FORJADORES DE RELATOS</a><br /></p>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-77201418447486307502020-06-03T15:43:00.001+02:002020-06-03T15:43:05.474+02:00EL ANACRONÓPETE; ASÍ EMPEZÓ LA LITERATURA A VIAJAR EN EL TIEMPO.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIg3xEpbphBu-UaX4OMitrRdSHj_DRmKM2RLMgoV_bi6Hu6Pi0JA8cMMYRYx_veDYPdBOqzsWpQp9bZnjDk_t9hd0OyQXNa6WwOuJn5ni7UF71q2H9GxL_-XDtaZ3HHkOU5Sw6ke7QbyU/s1600/bh64w5.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIg3xEpbphBu-UaX4OMitrRdSHj_DRmKM2RLMgoV_bi6Hu6Pi0JA8cMMYRYx_veDYPdBOqzsWpQp9bZnjDk_t9hd0OyQXNa6WwOuJn5ni7UF71q2H9GxL_-XDtaZ3HHkOU5Sw6ke7QbyU/s1600/bh64w5.jpg" /></a></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">EL ANACRONÓPETE; ASÍ EMPEZÓ LA LITERATURA A VIAJAR EN EL TIEMPO.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">“El Anacronópete, que es una especie de arca de Noé, debe su nombre a tres voces griegas: Ana, que significa hacia atrás; crono, el tiempo, y petes, el que vuela, justificando así su misión de volar hacia atrás en el tiempo.”</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Esta es la descripción que Enrique Gaspar, autor del texto que hoy nos ocupa, da sobre su máquina para viajar en el tiempo. Y no es poco ingenioso para el año 1883, fecha de publicación de la obra. La bombilla es apenas un experimento, el padre de la Teoría de la Relatividad no es más que un niño, nada parecido a un avión ha surcado nuestros cielos, y el viaje en el tiempo no ha sido tratado en la literatura especulativa más que como resultado de la magia, las drogas alquímicas o la intervención de entes sobrenaturales.</span></div>
<a name='more'></a><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span><br />
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">El electrón aún no ha sido descubierto, hace apenas unas décadas que Mary Shelley hizo nacer la ciencia ficción con su “Frankenstein o el moderno Prometeo”, la idea del teseracto y otras figuras interdimensionales sólo es una especulación de matemáticos atrevidos... vaya, si la máquina de vapor es una novedad que está cambiando el mundo a toda velocidad. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Es en ese momento cuando Enrique Gaspar publica la primera obra narrativa que habla de viajes en el tiempo. Lo hace en un formato más propio del teatro o la zarzuela, su campo de trabajo habitual, y con varios puntos de interés que me gustaría tocar si tú, paciente lector, me regalas algo de ese tiempo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Empezaré por decir que la solidez del invento es digna de admirar. A diferencia de la mucho más popular máquina que Wells crea diez años después, el Anacronópete puede moverse en el tiempo y en el espacio. Es decir, que vuela, que sube, que baja y que se desplaza en las tres dimensiones intuitivamente conocidas. Una aeronave autónoma en todos los sentidos. Recordemos que el artefacto de Wells, como otros posteriores, tan sólo cruza el tiempo, aunque puede que eso fuese un recurso del amigo H.G. para lograr ciertas escenas de tensión. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Don Sindulfo, creador del invento y uno de los protagonistas de la obra, nos contará cómo funciona su máquina; básicamente liga el desarrollo del Tiempo al movimiento de la Tierra, como si el flujo temporal estuviese atado al planeta por la gravedad y hubiese una correspondencia entre el día y la rotación. La nave, por tanto, ha de elevarse hasta un punto en que la atracción gravitatoria sea menor y, moviéndose siempre en sentido contrario a la rotación terrestre, hacerlo a mayor velocidad de la que el Tiempo avanza. Si nos movemos en sentido contrario al tiempo y al doble de su velocidad, retrocederemos dos días en lugar de avanzar uno. Si nos movemos en sentido contrario al tiempo y a cuatro veces su velocidad, retrocederemos cuatro días en lugar de avanzar uno. Es una simplificación de la teoría de don Sindulfo, pero viene a resumirla bien. Y tiene cierta coherencia a día de hoy, 2020, cuando la Física está dispuesta a creer que el horizonte de sucesos de un agujero negro supermasivo destruye el concepto de tiempo a base de gravedad y velocidad, o que los agujeros de gusano son teóricamente posibles por parejas razones, y que las cuatro fuerzas que sostienen el Universo se relacionan de similar manera, hablemos de partículas o de galaxias, basando sus interacciones en fuerzas de atracción, de repulsión y de intercambio de energías. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Por supuesto, yo no soy un físico teórico ni nada así; apenas un juntaletras inquieto, pero creo que puedo defender sin temor al ridículo la verosimilitud de la teoría. Ojo, no su exactitud, sino su capacidad de resultar creíble, coherente a lo largo de toda la novela y defendida con brillantez. Paradojas o problemas teóricos de todo tipo, como el posible cambio del futuro cuando actuamos en el pasado, o el cambio en la edad de los tripulantes durante sus viajes adelante y atrás en el continuo temporal, son resueltos con brillantez y sin perder la teoría fundamental. Y lo consigue con cómicas situaciones, dignas del mejor sainete. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">En cuanto a su argumento y personajes, El Anacronópete usa recursos muy clásicos, muy de la literatura castellana; el tutor rico y maduro que quiere casarse con su pupila, la cual está enamorada de un hombre de su edad pero pobre y sin peso social; la historia de amor paralela entre las “clases bajas”, encarnadas por la criada de la pupila y el asistente del héroe romántico; una comedia de enredo con paralelismos entre las diferentes clases sociales, que además tendrán enfrentamientos morales capaces de dar pie a debates políticos. Y es que Gaspar, como muchos otros autores españoles, usará el humor para manifestar una fuerte crítica social, una reivindicación de los derechos de la mujer, de la igualdad social y de oportunidades, de la necesidad de acabar con los privilegios de clase para afianzar el progreso. Reivindicaciones ya presentes en su obra teatral y que pueden explicar la poca promoción que obtuvo su novela en una sociedad aún cerrada al cambio. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Si nos centramos en la historia, en lo que los juntaletras llamamos “el conflicto”, El Anacronópete nos cuenta cómo don Sindulfo pretende viajar al pasado, hasta una época en que la ley le permita casarse con su joven protegida, que por supuesto no está enamorada de él sino de un aguerrido soldado. Acompañados del soldado y unos cuantos de sus húsares, de la deslenguada pero sincera criada, de un amigo de Sindulfo con pensamientos muy científicos, y hasta de un buen número de prostitutas francesas, los protagonistas recorrerán diferentes épocas, asistirán a no pocos acontecimientos históricos, tratarán de matarse unos a otros y hasta descubrirán el secreto de la Creación. Lo que no es poco, si el autor consigue, como es el caso, salpicarlo de escenas de acción, celos, confabulaciones, tensión narrativa, diálogos ágiles y chispeantes, unas pizcas de suave erotismo y un montón de crítica a la sociedad que le ha tocado vivir. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Por tanto, una obra sin desperdicio, injustamente olvidada, incluso escondida, por una sociedad de mente cerrada, y que merece su lugar de honor en la ficción científica y en el corazón de los lectores de mente abierta. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Ojalá mis humildes palabras y mi recomendación sirvan para que siquiera una persona, un nuevo lector, se acerque a ella y la disfrute. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Está a tu disposición, mi paciente lector, en este enlace de la <a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-anacronopete/" target="_blank">BIBLIOTECA DIGITAL MIGUEL DE CERVANTES. </a></span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-anacronopete/" target="_blank"><o:p></o:p></a></span></div>
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lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-73115755790011868422020-04-26T09:12:00.001+02:002020-04-26T09:12:36.749+02:00CARGA COMPLETA<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">CARGA COMPLETA</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Mi nombre es Jonathan Silencio, y soy algo así como el guardián de las Puertas de la Muerte. No alguien al estilo de San Pedro, con su túnica y sus llaves; más bien el tipo cachas que te mira mal en la puerta de la discoteca y te dice, </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">“no estás en la lista, llevas calcetines blancos, aquí no entras”. El mío es un trabajo duro para tipos duros. Y me pagan bien por ello. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Mi cliente era uno de esos coleccionistas excéntricos, volcados en atesorar objetos peculiares para esconderlos en alguna sala climatizada; su obsesión era recopilar reliquias religiosas con supuestas capacidades milagrosas. La mayoría de ellas no son más que joyas, adornos, pero algunas resultan verdaderos objetos de poder. Objetos mágicos. Y eso es algo que siempre me preocupa.</span></div>
<a name='more'></a> <span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span><br />
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Me contrató tras sufrir un robo en su despacho, donde guardaba algunas de las piezas de la colección. Curiosamente sólo faltaba una, un antiguo medallón de San Judas Tadeo, de bronce, que según él tenía cuatro siglos de antigüedad. Había recurrido a mí porque la policía no le parecía eficaz, según sus palabras, aunque yo sospechaba más bien que el origen de su colección no era tan limpio como para presentar documentación legal. Eso ya me iba bien, porque me convertía en su único recurso y me permitía fijar mi factura con libertad. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Así que mientras saltaba la tapia del cementerio en aquella noche de invierno, camino de la tumba de un hombre bueno, iba pensando en el fajo de euros que me consolaría del frío y en las vacaciones que pensaba pasar en algún lugar calentito de la costa. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Distraído por esos pensamientos, estuve a punto de no detectar a la figura oculta entre las lápidas. Por suerte, estaba usando mi visión en segundo plano. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Desde que volví de la muerte y empecé a trabajar como detective sobrenatural he adquirido y desarrollado ciertas capacidades, como la visión en segundo plano o la conciencia expandida, que me permiten enfrentarme a enemigos preternaturales. Este tipo de visión me muestra las auras de los seres vivos y los objetos mágicos, y también a la mayoría de seres del otro lado. Resulta muy útil, aunque incómoda, ya que inunda mis ojos de una neblina luminosa, aturdidora, muy parecida a cómo molesta la luz al despertar con una buena resaca. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Había saltado la tapia y avanzado entre las tumbas, dirigiéndome al antiguo mausoleo que había en el lado norte del cementerio, guiándome por esa mirada especial. Muchos de los sepulcros mostraban sombras inquietas, auras, fantasmas vaporosos de recuerdos a medio camino entre la vida y la muerte. Pero cerca de mi destino, oculto entre los cipreses, había un ser vivo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">La nieve cubría suelo y lapidas, así que tuve mucho cuidado para no hacer ningún ruido al acercarme. Bajo ella, el hielo acechaba, resbaladizo. Algún crujido de escarcha alertó a mi presa, que alzó la cabeza y miró a su alrededor mientras yo me paralizaba. En la oscuridad el movimiento resulta más delator que el contorno, que yo disimulaba agazapándome. La figura se puso en pie, aún buscando el origen del ruido. Parecía un hombre alto, delgado, vestido con una sudadera negra con capucha, y cubierto el rostro por una máscara y unas lentes oscuras que sólo dejaban destapada su frente. Pasé a mi visión normal mientras me ponía en pie y me acercaba, la mano derecha lista para empuñar mi Desert Eagle Jericó, la izquierda abierta y levantada en un gesto apaciguador. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Tranquilo, amigo -dije al ver que se ponía en guardia-, creo que ambos somos de los buenos. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Ah, sí?¿Y eso cómo lo sabes?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Creo que los dos venimos a vigilar ese mausoleo para pillar al tipo que vendrá a robar algo de él. Si tú fueras el ladrón, ya habrías intentado entrar. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vale... buena deducción -dijo, relajándose un poco. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Soy la caña, sí. Bueno, ¿intercambiamos información?¿Nos presentamos y eso?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Miró a su alrededor y se acercó un paso más. Estaba desconcertado, titubeante. Su aspecto era una especie de mezcla entre el Spiderman con sudadera y el Soldado de Invierno, y llevaba bordado en el pecho, con hilo de un color negro más intenso, un círculo rodeado por signos esotéricos, en cuyo interior se veían las letras “C” y “G”. Abrió los brazos y las piernas en una pose heroica mientras exclamaba:</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Yo soy ¡CARGA!</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Lancé un golpe con mi mano plana contra su pecho, no demasiado fuerte. Trastabilleó pero mantuvo el equilibrio y se puso en guardia casi de inmediato. Un tipo rápido. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Qué crees que haces? -dijo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Demostrarte que las poses a lo Iron Man funcionan mejor si tienes la armadura de Iron Man. ¿De dónde has sacado ese nombre?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Se encogió de hombros. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Pues estilo héroe. Como Forja o Cable en los X-Men. No estás puesto, tío. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vaaaale. Yo me llamo Jonathan Silencio. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Nos estrechamos las manos. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Ese nombre -observó- tiene poca pegada. Para este trabajo hay que ponerse un nombre chulo, construir una imagen. Ya sabes, marcar terreno. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Empezó a nevar otra vez, finos copos que formaban una cortina hiriente. Apenas eran las diez de la noche y el tiempo parecía enfriarse, hacerse más lento. Los segundos no pasaban, tiritaban alrededor. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Llevo un tiempo en esto y creo que es mejor ser discreto. Furtivo. Un tío fácil de olvidar. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vale, tío, como lo hagas otras veces -dijo en tono burlón-. Cuéntame y te cuento, ¿no?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Encendí un cigarro y le expliqué mis pasos hasta ese momento. Mi cliente sufrió la pérdida del medallón de San Judas Tadeo cuatro días atrás. Descubrí un fuerte rastro de energía mágica en la vitrina que lo contenía. Teniendo en cuenta que el ladrón no se había llevado nada más, cabía pensar que pretendía un uso muy específico del objeto. Gracias a la Guía de Espíritus Tobin y otros libros de referencia esotérica, acoté las posibles utilidades del medallón. Los ritos y conjuros eran variados, pero todos necesitaban otros ingredientes. Dediqué el día siguiente a recorrer herbolarios, joyerías y bares. Hice preguntas, solté algunos billetes que refrescaron memorias, y me tomé unos cuantos whiskies. Al caer la noche ya sabía qué buscar. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Conté a mi nuevo amigo que, gracias a los testimonios recogidos, había trazado el rastro de un tipo alto, robusto, ataviado con un largo abrigo y un sombrero Fedora que apenas tapaban su piel, tan quemada y plagada de cicatrices que varios dependientes se quedaron sin palabras para describirlo. El churrasco andante había comprado algunas hierbas y minerales muy específicos, por lo que pude determinar qué conjuro pensaba usar. Y qué ingredientes faltaban. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Polvo de huesos de un hombre santo... -dijo Carga. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Asentí, sin ocultar mi sorpresa. No es algo que se aprenda en Forocoches.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Yo también he consultado lo de los conjuros... en Google y en la biblioteca. El tío de la piel quemada lleva una semana alojándose en el hotel en que curro. Se llama Mortimer Bonachera, por cierto. Es más feo que un frigorífico por detrás, y hacía preguntas muy raras. Cuando fui a limpiar su habitación vi varias marcas en puertas y ventanas, marcas de contención. También había pintado algunos símbolos en el marco del espejo. Así que decidí investigar un poco. Llegué a las mismas conclusiones que tú y supongo que encontré al mismo hombre santo.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Para qué crees que quiere al hombre santo? -pregunté mientras pisaba la colilla de mi cigarro.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Me vas a hacer un exámen? Vale, venga. Los huesos de un santo, de una persona muy, muy buena, pueden usarse como arma si se ungen con aceites y sangre de pecadores. También pueden mezclarse con ciertas hierbas y minerales para obtener una especie de tinta especial, con la que dibujar un portal de acceso al mundo de los muertos. El medallón le serviría como catalizador. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Magia del Trazo, se llama. Sí, eso es lo que creo que ocurre aquí. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Yo también. Así que hay que evitar que se haga con los huesos. Por lo que dices de los herbolarios, ya tiene el resto. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Asentí. Ambos miramos al mausoleo, una estructura de piedra con puerta de recia madera, en cuyo interior descansaban los huesos de cierto abad local, un tipo que en los años de la Guerra Civil y posteriores había ayudado a pobres, necesitados y represaliados, y al que después se atribuyeron varios milagros. Hasta había en marcha una iniciativa para que la iglesia le alzase a los altares. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Empecé a pensar que el tipo no era un friki torpe, o al menos no del todo. Había hecho los deberes y llegado a las mismas conclusiones que yo, y tenía el valor de enfrentar lo que se avecinaba. Casi siempre trabajo solo, pero decidí que si él estaba de acuerdo, colaboraríamos. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vale, me apunto -asintió-. ¿Cómo evitamos que pille los huesos?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Ayer estuve por aquí y preparé un par de cosas. Para empezar...</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">En ese momento, el sonido de un motor de coche llegó hasta nosotros. Ambos nos callamos y nos agachamos, y yo pasé casi por instinto a mi visión de segundo plano. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Qué... qué cojones te pasa en los ojos? -susurró Carga. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Cómo dices?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Han... cambiado, joder. Parecen dos bolas de mercurio. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Es una habilidad que tal vez pueda enseñarte otro día, pero ahora no hay tiempo. Cállate. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Nos agazapamos en silencio, mientras yo pensaba a toda velocidad. Carga, o como se llamase, había visto el cambio en mis ojos. Cuando miro al otro lado, la mayoría de la gente no nota nada. Algunos ven mis iris de color plateado, y los menos perciben el aura que envuelve mis globos oculares, el brillo metálico de la energía utilizada. Si mi nuevo amigo podía hacerlo, significaba que tenía un verdadero potencial para el trabajo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Viene alguien -murmuró, dándome un buen codazo en el costado.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Lancé un quedo jadeo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Qué te pasa? -preguntó. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Hace unos días me caí de un tejado, y tengo las costillas hechas polvo. Así que no toques. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿De un tejado?¿Luchando con un espíritu?¿Exorcizando una casa?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Sonreí de medio lado. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Una vecina atractiva me pidió que reajustase su antena. Resbalé en las tejas y me pegué una leche de las buenas -me encogí de hombros-. Mereció la pena. Y ahora cállate. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">El tipo era alto, fornido, aunque su largo abrigo y su sombrero desdibujaban la silueta un tanto. Para mi visión especial, su aura era una bola de fuego, una marca de lava viva que había adoptado la caprichosa forma de un hombre. Rojo vivo silueteando el rojo blanco, más ardiente aún, de sus ojos. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Caminaba despacio, como caminan los desastres naturales, con la falta de apresuramiento de quien confía en su fuerza. Bajo el abrigo abierto llevaba un bolso de cuero, la correa cruzada sobre el pecho, del que surgía el aura metálica de la magia. Sonreí de medio lado, seguro de que el medallón estaba en ese bolso. Sonreí más flojo cuando Carga me hizo notar que la nieve se derretía bajo las pisadas de nuestro enemigo. Bueno, nadie dijo que éste fuese un trabajo fácil. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Cuál es el plan? -susurró Carga mientras Bonachera se acercaba. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Tú te quedas quieto y yo salgo y le reviento la boca. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Muy fino -masculló. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Bonachera llegó a unos cuatro metros de la entrada del mausoleo. Se detuvo, enfrentado a una barrera invisible. Una de las cosas que yo había preparado en mi anterior visita era un círculo, pintado en el suelo y ahora cubierto por la nieve, que impediría la entrada del ladrón, fuese o no humano. Así que quité el seguro a Jericó y, con ella en la derecha, abandoné mi escondite, colocándome a la espalda del churrasco con patas. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-No...puedes... pasar -dije. Habría quedado más chulo con un báculo en la mano, pero no pillé ferreterías abiertas por el camino. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Se giró despacio, sabiéndose encerrado entre el círculo y mi arma.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Otra vez tú -murmuró. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Claro. Soy épico.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Aunque yo no conocía a Bonachera por el nombre, nos habíamos encontrado antes. Él intentaba abrir un portal al otro lado con la ayuda de un espíritu al que yo quería exorcizar. Gané yo, claro, y el tipo resultó ser de los rencorosos. Juró matarme o algo de eso. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vale, socarrat -le dije para enfadarle aún más-, te cuento cómo va esto. Tú sueltas el bolso, te retiras despacio hasta tu coche y desapareces de plano, y yo dejo dentro de la pipa este montón de balas con tu nombre. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Apretó los puños, rabioso, lo que produjo un extraño efecto, desgarrando parte de la piel de sus manos. Un liquidillo a medio camino entre el pus y la sangre surgió de las nuevas heridas, pero él no pareció afectado. Apunté a su pecho con mi arma. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-No quiero tener que dispararte. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿En serio?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Me encogí de hombros. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vale. Me la trae al pairo pegarte un tiro. Suelta el bolso y...</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Carga se había cansado de los preliminares. Apareció por el costado, una mancha borrosa y oscura plantando una patada voladora en la cara de nuestro ladrón. Bonachera giró el cuello mientras mi nuevo socio aterrizaba con elegancia, sacaba un cuchillo de la caña de su bota y atacaba. Me resultaba imposible disparar mientras estaban enzarzados, así que no me quedó más remedio que convertirme en espectador. Intercambiaron unos cuantos golpes, y estaba a punto de apostar mis bolsillos por mi nuevo socio, cuando Bonachera chocó contra la barrera del círculo mágico. Gritó como si hubiera recibido una descarga eléctrica, y su reacción, pura fuerza bruta, pura rabia, superó las defensas de Carga. Un fuerte cabezazo y mi compañero, aturdido, perdió el cuchillo. Dos terribles manotazos en el rostro le desequilibraron por completo, y yo me apresuré a poner en marcha el temporizador de mi móvil mientras el churrasco agarraba por el cuello a Carga, alzándolo del suelo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Disparé al aire.</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¡Para! -rugí- ¡Para y te dejaré pasar!</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Se quedó quieto, aún sujetando a Carga. Diré que el chaval se portó como un tío entero, sin una queja, aguantando el tipo. Me caía cada vez mejor. Lástima que estuviese a un apretón de mano de la muerte. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Me das tu palabra? -preguntó la criatura. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Suelta a mi socio -propuse- y él romperá el círculo. Después, los dos nos quedaremos aquí. Te doy mi palabra de que ninguno irá a por ti hasta que el sol salga. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Se lo pensó durante un instante. Demasiado largo para mi gusto, si tenía en cuenta la marcha de mi temporizador. Finalmente soltó a Carga y respondió. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Te ata una promesa, Silencio. Ambos estáis vinculados a ella. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Lo estamos -confirmé-. Carga, rasca la pintura del suelo con tu cuchillo y luego ven aquí. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">El chaval obedeció, apartando la nieve hasta llegar al círculo que yo había pintado y rompiéndolo con la hoja del cuchillo. Después se levantó y se acercó a mí, sin perder la cara de nuestro enemigo y sin bajar el cuchillo. No le faltaba valor. Bonachera sonrió, o al menos arrugó un poco el pellejo reseco de su rostro, y saludó llevándose dos dedos al ala del sombrero antes de entrar en el mausoleo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Supongo que tienes el medallón -dije. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿El medallón? Estaba partiéndome la cara con el malo, no sé si te has fijado. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Encendí un cigarrillo y miré la pantalla de mi móvil. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vaya -me quejé-, pensaba que estabas haciendo un Iron Man, aprovechando la pelea para quitarle el medallón del bolso. Habría sido chulo. Agáchate. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Que me aga...?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">La deflagración rompió la falsa calma de la noche y una columna horizontal de fuego salió por la puerta del mausoleo, arrojando una ola de aire caliente contra nuestros rostros. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Qué cojones ha sido eso?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Ya te dije que había preparado un par de cosas. La primera, el círculo. La segunda, una bomba que he detonado desde mi móvil y que habrá destruido los huesos y a nuestro amigo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿De dónde has sacado una bomba?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Todos los ingredientes pueden pillarse en un supermercado. Ya te pasaré la receta. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Entramos juntos en el mausoleo. Las paredes ennegrecidas y los restos de ataúdes, aún llameantes, daban fe de la eficacia de mi bomba. Los huesos del hombre santo habían quedado hechos polvo. No vimos por ninguna parte el cuerpo de Bonachera, si exceptuamos el par de dedos que Carga encontró pegados a la correa del bolso de cuero, ahora cuarteado y ennegrecido, yacente en un rincón como el recuerdo de un mal sueño. Por suerte para mí, el medallón de San Judas que mi cliente me encargó recuperar estaba todavía dentro, protegido por su estuche y enterito. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Dónde está el malo? -preguntó Carga. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-No tengo ni idea. La deflagración no ha sido tan poderosa como para desintegrarlo, eso seguro. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-A lo mejor hay alguna cripta, algún subterráneo por el que pueda haber huído. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-En buena hora -opiné. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Guardé el estuche en mi bolsillo y encendí otro cigarro con la colilla del anterior. Salimos a cielo abierto. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Te has portado muy bien, Carga. Mañana llevaré el medallón a mi cliente y te daré la mit... un tercio de la paga. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Compartimos un trago de mi petaca mientras salíamos del cementerio paseando. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-¿Y qué pasa con el quemado?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-No tengo ni idea. Tal vez vuelva a encontrarme con él. O tú, si es que piensas seguir en este trabajo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Asintió despacio. Se pasó la mano por el cuello antes de contestar. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Pienso seguir -dijo con voz segura-, aunque tengo que decidir si lo hago a lo superhéroe o como tú, a lo discreto. Tengo que elegir mi camino. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Llegamos a la puerta del cementerio. Saqué de mi bolsillo mi copia de la Guía de Espíritus Tobin, mi libro de cabecera para enfrentarme a los seres del otro lado, y anoté mi número de teléfono en la primera página. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-No estarás solo -dije mientras se lo entregaba. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Vaya... gracias. ¿Y ahora, qué?</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">-Ahora... ahora habrá que buscar un bar abierto, porque el caso ya está cerrado. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-43174322325616663642020-03-19T06:48:00.003+01:002020-03-19T06:48:23.045+01:00CARTA DESDE EL APOCALIPSIS<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
CARTA DESDE EL APOCALIPSIS<o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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Hola de nuevo, paciente y privilegiado lector. <o:p></o:p></div>
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Sí, privilegiado, como yo, porque aún podemos escribir, leer y usar internet para comunicarnos. No lo es todo, pero no es poco, en los tiempos que nos ha tocado vivir. <o:p></o:p></div>
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Sé que estos días todo es más triste, más solitario, más caótico, y creo que pese a ello estamos haciendo las cosas más o menos bien. Más o menos, pero con posibilidades de mejorar mucho. No me refiero a las acciones de los gobiernos, de las grandes y poderosas administraciones, de nuestros referentes sociales. Hablo de ti y de mí.</div>
<a name='more'></a> <o:p></o:p><br />
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Sí, la cosa está fatal. Y sí, la mayoría estamos esperando a que los grandes poderes lo resuelvan. Pero sí, podemos hacer algo. Mucho. <o:p></o:p></div>
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Es hora de pensar en las pequeñas tragedias. En ese vecino de avanzada edad que no puede, o no debe, salir de casa para ir a por el pan, a por sus medicinas... tampoco es que cueste mucho trabajo, si nosotros no estamos tan expuestos, traer dos o tres barras más para que él se ahorre el viaje, y el riesgo. Y así ahorrar el riesgo propio de que mañana nos contagie a nosotros, si quieres verlo así.<o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
En ese amigo o conocido al que nunca llamamos por teléfono, con el que nunca hablamos por ningún medio más allá del roce en las redes sociales. A lo mejor un “¿Qué tal todo?” de vez en cuando, una llamada a los familiares, un vídeo gamberro a los compañeros de trabajo, salva a esa persona de la soledad durante un día. Una hora.<o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Piensa en esa mujer que siempre parece apocada en presencia de su pareja, que suele llevar gafas de sol y visita mucho Urgencias, que siempre tropieza con las puertas. Esa mujer está confinada con ese marido maltratador, y podemos hacer algo, podemos denunciar, podemos hacernos presentes. Hoy, y en cualquier momento. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Y es que es momento de pequeñas generosidades y pequeños egoísmos. Porque abundarán las tragedias. Siempre ocurre durante el Apocalipsis.<o:p></o:p></div>
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Porque éste es un gran Apocalipsis, sí, pero es también, y tan solo, uno más. Si hace unos meses, paciente lector, me hubieses preguntado cómo me va la vida, te habría dicho que una mierda todo. Que en el último año he perdido una de mis mejores razones para seguir adelante, que la mitad de los días he tenido ganas de tirar el bolígrafo por la ventana, y la otra mitad, de saltar detrás. <o:p></o:p></div>
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Podría hoy decir que aquello, comparado con la actual situación, no era para tanto. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
O que ésta es la gota que colma el vaso y que sí, que me tiro por la ventana.<o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Pero trato de ser objetivo, y es lo que te recomiendo. Cada día tiene sus trabajos, sus victorias y sus tragedias. No perdamos de vista lo importante por ver lo global. Que el bosque no oculte al árbol. Porque es el árbol lo que tenemos más cerca, y por tanto aquello en lo que podemos influir. <o:p></o:p></div>
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Es trabajo de nuestros servidores públicos, empresarios, sindicatos... solucionar los grandes problemas. Y es trabajo nuestro, en este Apocalipsis y en todos los que vengan, recordarles que somos los ciudadanos quienes gobernamos, y son ellos quienes nos representan porque así lo hemos decidido. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Por tanto, no soy partidario de esperar a que todo pase para pedir responsabilidades y explicaciones, para reprochar lo que está mal hecho, las decisiones tardías o exageradas, o para felicitar a quienes nos están salvando. Tenemos el privilegio de poseer las herramientas para sugerir, denunciar, exigir y felicitar en todo momento. Redes sociales, caceroladas, aplausos. Todo es útil para manifestar nuestra opinión sin por ello perturbar el normal funcionamiento de tan anormal situación. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Actuar de forma local, respetando las condiciones del estado de alarma (en el caso de España) y aceptar que este Apocalipsis exige sacrificios es, creo, necesario para minimizarlo, para salir adelante. Pero también lo es seguir diciendo qué queremos, qué necesitamos y qué sugerimos para conseguirlo. La movilización ciudadana no es algo que necesariamente se haga en la calle. Y lo bueno de los Apocalipsis globales, si es que algo tienen, es que ningún político, por mezquino y egoísta que sea, hará oídos sordos a lo que los ciudadanos exigen. Aunque sólo le motive el mantener su poltrona la próxima vez que vayamos a las urnas. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Pero, en mi opinión, este desastre sólo se diferencia del resto en que no hemos interiorizado su paradigma, en su globalidad. <o:p></o:p></div>
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Si mañana, paciente lector, yo muero de un infarto, atropellado por un coche o porque decido tirarme por el balcón, poca gente se dará cuenta y nadie llorará. <o:p></o:p></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Si muero por el virus, seré un número más para la estadística. Se dará cuenta más gente, y nadie llorará. <o:p></o:p></div>
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Así que aprovechemos la ocasión; lloremos a los muertos, apoyemos a quienes pueden parar el problema global, y de la misma forma a quienes lo están pasando mal y no tienen capacidad de cambiarlo; quedémonos en casa, pero no aislados. No ciegos a la soledad, la ansiedad, la incertidumbre de quienes nos rodean. Ellos también pueden mejorar nuestra situación. Es tan fácil como convivir y compartir. <o:p></o:p></div>
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Mañana tendremos que preocuparnos de levantar la economía. Apoyar a esos autónomos y pequeños empresarios que forman la raíz, que alimentan el árbol del que todos somos ramas, más o menos altas. Exigir medidas políticas y macroeconómicas que mejoren la crisis venidera, el siguiente Apocalipsis. Pero también actuar, de nuevo poco a poco, de nuevo en lo cercano. El árbol antes que el bosque, porque proteger el árbol es la única forma de repoblar el bosque. <o:p></o:p></div>
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No olvides, paciente lector, cada drama que te rodea. No olvides que tú puedes mejorarlo. Salvar a una persona no cambia el Mundo, pero cambia el mundo de esa persona. <o:p></o:p></div>
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Como creo que dijo Orwell, lo importante no es permanecer vivo, sino permanecer humano. <o:p></o:p></div>
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Hasta el siguiente Apocalipsis, paciente lector. Tú, sonríe. <o:p></o:p></div>
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<br /></div>
<div align="justify" class="MsoNormal" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<!--[if !supportLists]-->J. <!--[endif]-->D. Martín <o:p></o:p></div>
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<br /></div>
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<br /></div>
lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-5531226733457994192020-03-05T10:36:00.001+01:002020-03-05T10:36:13.295+01:00JONATHAN SILENCIO YA TIENE CAMISETA OFICIAL<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfhdoTnNoLA9Wr9WqEgi7Ainr0w6XdCs-evFtx1b1HXkI0ijrjJ3jvFYMrWDPZr1RBInLLobubbykFYHAjBDuJ-doxjM7oRBVDNuYeVdetewPypQyI8GVr3WaUBZAajJdgQFQU2Sv7ps/s1600/camiseta.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="599" data-original-width="447" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfhdoTnNoLA9Wr9WqEgi7Ainr0w6XdCs-evFtx1b1HXkI0ijrjJ3jvFYMrWDPZr1RBInLLobubbykFYHAjBDuJ-doxjM7oRBVDNuYeVdetewPypQyI8GVr3WaUBZAajJdgQFQU2Sv7ps/s320/camiseta.jpg" width="238" /></a></div>
<br />
Pues sí, paciente lector. Aquí me ves haciendo el tonto con la camiseta que la empresa "3 en un burro" ha hecho con la portada de Eduardo Velasco para mi novela "Silencio; A Corazón Abierto". Además de servirme para acudir a los eventos literarios con posibilidades de llamar la atención y hacerme publicidad, me gusta la idea de que tú, paciente lector, puedas tener un recuerdo más personal de tu amigo Jonathan Silencio.<br />
Y además, como los chicos de 3 en un burro son gente buena y solidaria, los beneficios de la venta están destinados a ayudar a refugios de animales. Un objetivo que personalmente considero encomiable.<br />
Así que os dejo enlace a la camiseta y a la página de la empresa, y una pregunta abierta. ¿Os gustaría que hubiese camisetas, tazas, etc... con mis otras portadas?<br />
ENLACE A LA CAMISETA. <a href="https://tresenunburro.com/literatura/637-15100-silencio-a-corazon-abierto.html#/8-color-blanco/25-estilo-corta_unisex/78-talla-xs">https://tresenunburro.com/literatura/637-15100-silencio-a-corazon-abierto.html#/8-color-blanco/25-estilo-corta_unisex/78-talla-xs</a><br />
ENLACE A "3ENUNBURRO" <a href="https://tresenunburro.com/">https://tresenunburro.com/</a><a href="https://tresenunburro.com/">https://tresenunburro.com/</a><br />
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-56391679080353383352019-12-22T19:37:00.000+01:002019-12-23T20:43:58.000+01:00Charlando sobre relatos en la Tríada Navideña...<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvLJmgYQk69ncTL2hT74R8XK8wtVASeGTLO5mwvJi5SNHtHLvxxZw4vIRCjFmifSuI09ZStGBmWK0Wdw57NylpdeIZIcCTea2tzqMitqA48B6cVe1E7VvnS8__2-ZbYYRu3DQF4jHwHOQ/s1600/EIr2DiYX0AA2Sm0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="1024" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvLJmgYQk69ncTL2hT74R8XK8wtVASeGTLO5mwvJi5SNHtHLvxxZw4vIRCjFmifSuI09ZStGBmWK0Wdw57NylpdeIZIcCTea2tzqMitqA48B6cVe1E7VvnS8__2-ZbYYRu3DQF4jHwHOQ/s320/EIr2DiYX0AA2Sm0.jpg" width="320" /></a></div>
Hola de nuevo, paciente lector.<br />
Aunque no soy muy dado a aparecer en público y menos a hablar ante dicho público, hoy toca hacerlo.<br />
<a name='more'></a><br />
Hace tiempo te contaba que uno de mis relatos fue seleccionado para la antología mitológica de Hela Ediciones, y eso me ha dado la oportunidad de participar, junto a más autores, en la charla "El reto de escribir un relato" en Madrid, en la Biblioteca Eugenio Trías (gracias por la atención y la organización, biblioteca).<br />
Los seis autores, moderados por la también escritora Cristina Prieto, eran Maeva Nieto, Laura G. Sanz, Carlos Calleja, Arantxa Comes, Rafael Díaz y el que os habla. Como veréis en el vídeo, todos un poco nerviosos.<br />
Y es que es una gran responsabilidad hablar ante un grupo de lectores y autores sobre cómo se escribe un cuento, qué hace que un relato enganche, que sea mejor que otro... es algo que me pregunto casi cada día, y resulta complicado creerse capaz de darle respuesta ante vosotros. Pero creo que fue una buena charla.<br />
<br />
Pero vamos a lo personal. Yo iba acojonado, claro. Timidez, síndrome del impostor y esas cosas. Lo normal. Tuve la suerte de que unos cuantos amigos me acompañasen en la charla y en las cervecitas de después. Y algunos no estaban allí físicamente, pero sé que el apoyo lo tenía. El recibimiento en la biblioteca y por parte de las editoriales fue simplemente magnífico, hicieron que me sintiera cómodo y hasta importante. Uno tiene su ego, claro, pero además es muy reconfortante ver en un lector o un editor esa cara de "Eh, eres tú", de que aprecian tu trabajo y has conseguido crear en ellos una sensación, que pasen un buen rato. Esa sensación es lo que justifica los madrugones, trasnochar, fracasar en mil sitios y ver que las listas de ventas no se mueven. Porque hay una, diez, tal vez mañana cien personas que disfrutan y quieren más.<br />
Como verás en el vídeo, los nervios no se me pasaron en ningún momento. No estoy muy seguro de haber dado ningún consejo útil, aunque mis compañeros dan muchos y el conjunto mola. Pero te pido que eches un vistazo y nos ayudes a difundir, que dejes tus comentarios en Youtube para que todos, autores y lectores, podamos seguir aprendiendo juntos. Esto mola por que crecemos juntos.<br />
Gracias por haberme regalado estos momentos, paciente lector.<br />
<b><br /></b>
<a href="https://www.youtube.com/watch?v=I4DK2TmEnJc&t=1389s" target="_blank"><b>ENLACE AL VÍDEO</b></a>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-1110150592144006672019-11-21T12:21:00.001+01:002019-11-21T12:21:36.319+01:00LA TUMBA DEL REY<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_ZDUj6Cgg6OPzFuGCwp8Ha57a38L1Q5iWaLA1folgSid7qp0TJcZP-pOfxlcALpDoFMjnKetmxCIk2oxRcJ7ZVIE7uywcoHw4pAbDL5sEI2i9uhuoWjDrbxpE1V53rol9QZdNIFvhV6Y/s1600/75576477_1431999886954009_4319303757520175104_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="960" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_ZDUj6Cgg6OPzFuGCwp8Ha57a38L1Q5iWaLA1folgSid7qp0TJcZP-pOfxlcALpDoFMjnKetmxCIk2oxRcJ7ZVIE7uywcoHw4pAbDL5sEI2i9uhuoWjDrbxpE1V53rol9QZdNIFvhV6Y/s320/75576477_1431999886954009_4319303757520175104_o.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Una de las cosas que más me gustan de leer es reencontrar a viejos amigos. Normalmente, a los autores que he disfrutado ya y que vuelvo a disfrutar en sus nuevos trabajos; a veces, a personajes que conocí en otros relatos y que regresan. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">En “La Tumba del Rey” se dan ambas circunstancias, y eso hace que me haya sentido como en casa al leerla. El estilo fresco de Carlota Suárez, junto a la presencia de algunos personajes de su primera novela, “Tinta; una muerte inexplicable” tienen ese efecto de hogar.</span></div>
<a name='more'></a> <span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span><br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">No quiero decir con esto que sea una novela sencilla. Sí lo es a la hora de leerla, conozcas o no su anterior trabajo, pero no lo habrá sido al escribirla. Carlota ya mostró anteriormente su capacidad de manejar varios tiempos narrativos, distintas voces y escenarios, y en esta segunda novela se nota su evolución, su capacidad de llevarnos de viaje por el tiempo sin que tengamos que esforzarnos en pensar dónde y cuándo estamos. Capaz de pasar de una narración intimista a otra más objetiva y general sin perder fuerza ni coherencia, la novela es un viaje en primera clase, con sillones cómodos y servicio de bebidas. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">El viaje nos lleva a Agaete, en las Islas Canarias, y parte de una premisa tan dura como real; donde hay hombres, hay monstruos. “La Tumba del Rey” es una historia de monstruos, una narración a medio camino entre el suspense y la aventura que nos hace vivir un caso criminal sin desatender la vida y sentimientos de sus protagonistas, haciéndoles tan reales como nosotros mismos. Quizá Carlota Suárez sea una Enid Blyton para adultos, una autora ya madura en sus letras pero con la capacidad de hacernos sentir lo sencillo y lo mágico como verdaderamente importante. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">El elenco de personajes tiene un sabor muy real, fruto sin duda del trabajo de investigación sobre el terreno que la escritora llevó a cabo. Se nota el sabor a tierra y los olores de la isla. Se nota la narración viva de quien ha estado allí, sintiendo el paisaje antes de transmitirlo en sus letras. La coherencia de la novela gana mucho con ello, y el lector lo agradece. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Hablando del argumento, que no desvelaré en demasía, diré que nuestros protagonistas son un grupo de arqueólogos, ocupados en excavar tumbas aborígenes, que encontrarán en uno de los túmulos el cadáver de una mujer desaparecida en los años cincuenta. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Por supuesto, ahí nace el conflicto de la trama principal. Muchos querrán saber la verdad, pero para otros puede resultar muy incómoda por motivos personales, políticos, económicos...</span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">No sólo el avance del caso sino las relaciones entre los distintos personajes cobrarán importancia, impulsando al lector a tomar partido por unos u otros a medida que avanza. Manteniéndonos enganchados en cada capítulo, a la espera de nuevas revelaciones. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Por tanto, una novela que cuesta dejar, que resulta amena y apasionante y que nos deja un sabor de boca intenso, mostrando el crecimiento exponencial de esta autora en cada capítulo. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';">Podéis encontrarla en cualquier librería y ha sido publicada por HUSO. </span><span style="font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: 'Times New Roman'; mso-fareast-font-family: SimSun; mso-spacerun: 'yes';"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-24873699901589706412019-11-15T20:18:00.000+01:002019-11-15T20:18:19.651+01:00UN CASO FRÍO<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
UN
CASO FRÍO</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
detective Max Bonachera dejó que su coche aparcase en la plaza
asignada y cruzó el aparcamiento, proyectando desde su móvil las
imágenes de la escena del crimen mientras llegaba al ascensor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Las
tres víctimas habían sido encontradas en el interior del
laboratorio, golpeadas hasta la muerte con una de los prototipos de
piernas ortopédicas que fabricaban. El contraste de la sangre contra
las blancas paredes y el aséptico equipamiento era brutal, crudo,
una ofensa para la vista de Bonachera.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Guardó
el móvil y ordenó al ascensor que le llevase al quinto piso,
Homicidios, arreglándose la corbata y el canoso cabello frente al
espejo interior.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Su
traje y zapatos estaban impecables, el nudo Windsor perfecto, el pelo
como recién salido de la peluquería. Para Bonachera era importante
tener un buen aspecto, tal vez su forma de luchar contra el caos y la
suciedad, tanto moral como física, que su trabajo le mostraba a
diario. En cierta manera, mantener su entorno impoluto, cuidar su
aspecto personal, le permitía erigirse como una atalaya contra ese
caos, como un acantilado contra el que rompían, sin vencerlo, las
olas del mar que cada día trataba de ahogarle, de sumergirle en su
oscuridad profunda y fría.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Salió
del ascensor, sintiendo la suave caricia del aire climatizado
mientras cruzaba la sala. Sonrió. En los primeros días de diciembre
la comisaría se había convertido en una especie de gran nevera. La
dirección, siempre oportuna, había elegido esas fechas para cambiar
las luces y la calefacción, retirando los antiguos sistemas y
poniendo LEDs y aerotermia. Bonachera aprobó interiormente el
resultado. La sala común era su casa desde hacía doce años, y
verla tan cálida, luminosa y acogedora le reconfortaba.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Camino
a la oficina del comisario intercambió saludos con varios
compañeros, retiró los tres vasos de café vacíos que se agolpaban
sobre la caótica mesa de González y recogió de manos de un agente
uniformado el informe forense.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Gracias,
Alonso –dijo–, y felicidades por lo de tu chaval.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
agente correspondió con un cabeceo y una sonrisa. Bonachera era
popular entre los uniformados porque jamás olvidaba sus nombres, o
detalles como que el hijo pequeño de Alonso había sacado las
mejores notas del campamento de inglés en las vacaciones de Navidad.
El detective consideraba importante cuidar esas cosas, esforzarse en
que cada persona se sintiera valorada. Un pequeño esfuerzo, como lo
era cuidar su apariencia, que tenía como recompensa mantener buenas
relaciones de trabajo y avanzar más en el objetivo común; la lucha
contra el caos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
informe confirmaba las primeras impresiones recogidas en la escena
del crimen. Tres muertos, la investigadora Marina Márquez y sus dos
ayudantes, Teo Martinez y Luis Ronzal, fallecidos tras ser golpeados
con una pierna robótica, una parte del prototipo de exoesqueleto en
que el grupo trabajaba. Los tres científicos estaban reunidos frente
a uno de los monitores, y el asesino les atacó por la espalda,
golpeándoles en la cabeza con precisión quirúrgica. Los tres
habían fallecido al primer golpe, sin tiempo para reaccionar.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Los
informáticos de la policía habían revisado los siete ordenadores
del laboratorio, descubriendo que todos los discos duros fueron
borrados poco después del crimen. “El asesino tuvo la sangre fría
de quedarse allí, vaciando la información mientras los cuerpos se
enfriaban”, pensó Bonachera con furia creciente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Qué
opinas, Max? –preguntó González colocándose junto a él para
mirar el informe.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Opino
que deberías plancharte las camisas. Y llevas el nudo de la corbata
como si te lo hubiese hecho el enemigo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
González
frunció el ceño mientras retocaba, empeorando su aspecto, el flojo
nudo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Estamos
aquí para resolver crímenes, no para hacer pasarela –se quejó.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
hizo caso omiso de sus desastrado compañero mientras seguía leyendo
el informe. Al parecer, el grupo de Márquez trabajaba en el
desarrollo de un exoesqueleto neuronal, un soporte semiautónomo que
permitiría caminar a pacientes tetrapléjicos o con las piernas
paralizadas. El proyecto estaba cofinanciado por la universidad y una
de las más poderosas empresas farmacéuticas, y estaba en fase de
pruebas, habiendo conseguido resultados muy prometedores. Bonachera
leyó los antecedentes de los científicos y los datos del proyecto.
Según esa información las dificultades a vencer eran la movilidad
en escaleras, debido a algo llamado torsión angular, y la
resistencia del exoesqueleto en climas fríos, ya que las conexiones
entre el cerebro del paciente y la máquina no iban por cables sino
por un fluido inteligente que se volvía muy viscoso a bajas
temperaturas. Apenas entendió el diez por ciento de lo leído.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Es
increíble –murmuró con admiración.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Bueno,
tú eres de la época del papel carbón, la fotocopiadora y el ábaco
–se burló González, afable–. Yo ya manejaba drones en mi primer
año de academia, así que esto sólo me parece un paso más.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ya...
aún recuerdo cómo resolviste esa situación con rehenes disparando
desde el dron hace seis meses.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
González
hinchó pecho, orgulloso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
fue nada que cualquier policía moderno no hubiese podido hacer –dijo
con falsa modestia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Muy
bien, Robocop –dijo Bonachera golpeando el pecho de su compañero
con la carpeta–, ponte la americana y vamos a ver al comisario. En
su mensaje me dice que hay dos detenidos muy particulares, signifique
eso lo que signifique.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Tú
y tu formalidad. Ya sabes que soy de sangre caliente y la chaqueta es
un engorro.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Con
esto nuevo de la aerotermia se está bien aquí, no te morirás por
ir presentable.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
comisario y sus dos detectives observaron a los detenidos a través
de los monitores. Cada uno de ellos estaba en una sala de
interrogatorio, solo, aislado. Ambos vestían el traje de
mantenimiento del laboratorio, y ambos parecían incómodos, mirando
a su alrededor con frecuencia y pasándose la mano por el pelo o
tironeando de las mangas de sus camisas de trabajo. Y ambos eran
exactamente iguales.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Increíble
–dijo Bonachera–, son idénticos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Por
completo. Sus huellas dactilares, la forma de sus orejas y el resto
de rasgos biométricos coinciden a la perfección –explicó el
comisario–. Les hemos tomado muestras de sangre y esperamos los
resultados de laboratorio, pero la coincidencia de los rasgos es...
inusitada.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
negó con la cabeza.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Es
más que eso. Es imposible.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Y
su documentación? –preguntó González.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
comisario se encogió de hombros, pasándose la mano por la cabeza en
un gesto de desconcierto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Carné
de conducir, de identidad, tarjetas de crédito... todo igual.
Estamos comprobando ambos juegos de documentos a ver si alguno es
falso, pero a primera vista podrían engañar a cualquiera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ambos
parecen igual de nerviosos –observó Bonachera–, y eso no es
normal. Los culpables siempre intentan controlar sus gestos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–He
ordenado que se suba la temperatura de la habitación un grado cada
diez minutos. Para que estén incómodos, cansados, cuando empiece el
interrogatorio. Ni se darán cuenta, el nuevo climatizador es muy
silencioso y sólo notan el calor. Tampoco les hemos dado agua ni
dejado ir al baño en las tres horas que llevan aquí.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
asintió. Eran tácticas habituales para romper la resistencia de los
sospechosos, y solían funcionar. La sensación de aislamiento e
incomodidad provocaba desconcierto en ellos, impedía que se
concentrasen y por tanto, que mintiesen con coherencia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Así
que ambos son Antonio Garrido, español, cuarenta y tres años,
técnico de mantenimiento desde hace diez. Soltero, sin lazos
familiares.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Una
putada –dijo González–, si estuviese casado podríamos pedir a
la mujer que lo reconociese.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–O
provocarla un ataque de nervios...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
comisario repasó su pequeña libreta de cuero negro, informando a
sus hombres de las circunstancias de las detenciones.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–El
de la sala uno estaba en el cuarto de mantenimiento, dormido como un
tronco. Tenía un bocadillo a medio comer y un par de cervezas en la
mesa. Los análisis nos dirán si estaba bebido o drogado. Al otro lo
encontramos en la sala de calderas, también dormido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Alguna
de esas estancias da al exterior? –preguntó Bonachera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Buena
observación. Tal vez intentaban escapar tras cometer el crimen y
decidieron echar una siesta para coger fuerzas –se burló González.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
se da la circunstancia de que ambas tienen puertas de emergencia
tradicionales, de apertura manual. No habrían podido usar los
ascensores ni las puertas automáticas, porque la violación de los
discos duros provocó un bloqueo de seguridad. Pero los agentes que
efectuaron el registro tuvieron que despertar a ambos, así que...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Sabemos
si tiene conocimientos técnicos, en informática o robótica?
–preguntó Bonachera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
muy avanzados, que sepamos. No más allá de lo que requiere su
trabajo, que es más el de iniciar los sistemas de luces y
ventilación, cambiar bombillas, mantener la caldera y esas cosas. El
mantenimiento de los equipos complejos lo llevaban los fallecidos,
concretamente Ronzal. Estudió en el MIT.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
recordó los datos leídos en el informe.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ronzal
era experto en robótica, y la doctora toda una eminencia en el
tratamiento de quemados y recuperación de amputados, ¿no es así?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Exacto.
Los tres eran unos genios en lo suyo, dignos de trabajar en la NASA.
Tal y cómo está la investigación médica en España, parece raro
que no lo hiciesen, que no buscasen un sueldo más alto en el ámbito
privado. Martínez ganó un premio para investigadores nóveles por
su trabajo en supersólidos, sea eso lo que sea. Pero eso da poco
dinero.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Bueno
–opinó González–, la patente de un exoesqueleto funcional
valdría una fortuna.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Las
patentes quedarían en manos de la farmacéutica y la universidad,
según el contrato. Aunque el prestigio de los investigadores subiría
muchos enteros.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Sí,
por eso creo que el espionaje industrial es el móvil –dijo
Bonachera–. Cualquier científico o empresa competidora querría
firmar el proyecto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Parece
lo más probable. ¿Empiezas el interrogatorio, Bonachera?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
aludido asintió. Cruzó el pasillo hasta la máquina expendedora,
sacó una botella de agua fría y entró en la primera sala.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Dejó
la botella delante de Garrido, invitándole a beber, y se desabrochó
la americana para sentarse frente a él.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
sospechoso dio varios tragos cortos, claramente aliviado.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Se
puede saber de qué va todo esto?¿Qué hago yo aquí?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
es sencillo. Le hemos encontrado dormido en el escenario de un
crimen.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Oiga,
yo no sé nada de crímenes. Me he enterado aquí, por los policías.
Yo sólo estaba echando una siesta después de mi almuerzo...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Tuvo
tiempo de enviar la información a su contacto?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Pero
de qué habla?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–El
proyecto de exoesqueleto vale una fortuna, ¿verdad?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
golpeó la mesa con sus puños, cada vez más nervioso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Yo
qué sé! Supongo que sí, pero yo no sé ni de qué iba la cosa.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Cómo
era su relación con el equipo?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
tomo aire. Se pasó la mano por los labios y bebió otro trago antes
de contestar.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
yo qué sé, bien. Yo iba y hacía mi trabajo, a veces les ayudaba si
me lo pedían.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Cuénteme
en qué.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
tono de Bonachera, sus frases cortas y secas como disparos, no habían
más que acrecentar el nerviosismo del interrogado.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Alguna
vez me pidieron probar el cacharro –explicó–, me tomaron
muestras para no sé qué de sincronizar señales y me pidieron que
caminase con esa cosa. A veces iba bien, y a veces fallaba, sobre
todo en las escaleras. Una vez hasta me caí, casi me parto un pie.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pero
no les mató por eso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Claro
que no!</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
se inclinó sobre la mesa, recortando la distancia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Les
mató por dinero. La competencia quería los datos de su
investigación. ¿Cuánto le pagaban?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
se levantó, furioso y asustado, aunque tuvo que volver a sentarse
cuando las cadenas de sus grilletes se tensaron.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Que
yo no les maté, joder! ¡Yo sólo estaba echando la siesta después
de almorzar! Por las noches trabajo de mantenimiento en el hospital,
medio turno, y me faltan horas de sueño. No tenía nada urgente que
hacer y me eché un rato para recuperar...
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
mantuvo su postura intimidatoria, mirando a los ojos del detenido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Nada
urgente? Creo que arreglar la caldera podría considerarse urgente en
pleno invierno.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–La
caldera funcionaba perfectamente cuando entré. Se paró por el
bloqueo de seguridad, como todo lo demás.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
retrocedió, arreglándose el nudo de la corbata. El calor era
sigiloso pero intenso, y casi sintió envidia de Garrido cuando este
tomó un nuevo sorbo de agua.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–La
alarma silenciosa nos alertó a las catorce horas y treinta y dos
minutos –dijo–, que es cuando se produjo el asalto a los
ordenadores.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
lo sé, agente. Yo estaba dormido...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Nuestras
unidades entraron en el complejo diecisiete minutos después,
derribando una de las puertas de emergencia. ¿Por qué no reinició
el sistema tras los asesinatos? Usted conoce el protocolo y podría
haber anulado la alarma.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Le
repito que yo estaba dormido! ¡No me enteré de nada hasta que la
policía me despertó!</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Se
pasó la mano por la frente, secándose el sudor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Dónde
está la información extraída de los ordenadores, Garrido? –siguió
presionando Bonachera– ¿La envío a la Nube, o encontraremos un
pendrive en el cuarto de mantenimiento?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
lanzó una risa seca, casi un ladrido, antes de contestar.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
creo que quepa en un pincho. Son ordenadores muy potentes, y llevan
muchísima información. No se puede sacar en un pincho como si te
llevases un par de temporadas de una serie...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
asintió.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Voy
a dejarle solo un rato, Garrido –dijo–, para que piense en sus
opciones. Volveré y hablaremos de nuevo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Abandonó
la sala sin darle opción a réplica y sacó una nueva botella de la
máquina expendedora, entrando después en la siguiente sala.
Resultaba muy desconcertante encontrarse allí a otro Garrido,
exactamente igual en su aspecto. Igual en su mirada inquieta, en su
ropa y ademanes.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Dejó
la botella ante el segundo sospechoso, que jugueteó con ella
nervioso, pasándola de una mano a otra sin dejar de mirar al
policía.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Se
puede saber de qué va todo esto?¿Qué hago yo aquí? –preguntó
mientras Bonachera se sentaba.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
es sencillo. Le hemos encontrado dormido en el escenario de un
crimen.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Oiga,
yo no sé nada de crímenes. Me he enterado aquí, por los policías.
Yo sólo estaba echando una siesta después de mi almuerzo...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
sintió que sus esquemas mentales se estiraban hasta el límite. Era
una repetición exacta, en tonos, palabras y gestos, de la
conversación que acababa de tener. Decidió seguir por aquél
camino.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Tuvo
tiempo de enviar la información a su contacto?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Pero
de qué habla?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–El
proyecto de exoesqueleto vale una fortuna, ¿verdad?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
arrojó la botella sobre la mesa en un gesto de rabia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Yo
qué sé! Supongo que sí, pero yo no sé ni de qué iba la cosa.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Cómo
era su relación con el equipo?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Garrido
tomo aire. Se pasó la mano por los labios y se cruzó de brazos, a
la defensiva.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
yo qué sé, bien. Yo iba y hacía mi trabajo, a veces les ayudaba si
me lo pedían.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Cuénteme
cómo. Qué tareas realizaba.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
detective seguía repitiendo, casi palabra por palabra, el anterior
interrogatorio. Garrido contestó en seguida, casi como si ya
esperase la pregunta.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Alguna
vez me pidieron probar el cacharro –explicó–, me tomaron
muestras para no sé qué de sincronizar biocomunicación y me
pidieron que caminase con esa cosa. A veces iba bien, y a veces
fallaba, sobre todo en las escaleras. Una vez hasta me caí, casi me
parto un pie.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Y
decidió matarles. Usted es demasiado bueno para servir de cobaya
–dijo, cambiando la línea del interrogatorio.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¡Yo
no les maté!</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Oiga,
Garrido –dijo Bonachera en un tono confidencial–, a mí no me
tiene que convencer. Casi le entiendo, amigo. Esos tres se creían
mejores que usted, ¿verdad?, y tampoco eran para tanto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Eran
muy inteligentes. Los mejores en lo suyo. Yo no tenía motivo para
matarlos, se lo repito.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
recogió la botella de agua y la abrió despacio, bebiendo un lento
sorbo sin dejar de mirar a los ojos de Garrido. “Qué buena”,
pensó, “hay que ver lo que tira la calefacción nueva”. Garrido
permanecía imperturbable. Nada de muestras de nerviosismo,
dilatación en las pupilas, sudor ni ningún otro gesto de rabia.
Bonachera se levantó, abrochó su americana y se dirigió a la
puerta.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Dónde
va? –preguntó Garrido–. Debería soltarme. No merezco estar
aquí.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
abrió la puerta y sonrió.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
se preocupe. En cinco minutos todo habrá acabado.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Esto
es una completa locura –se quejó el comisario cuando se reunieron
en la sala de monitores–, nada tiene sentido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues
se está poniendo peor –dijo González, proyectando la pantalla de
su móvil a la vista de todos–, el informe del laboratorio dice que
su sangre es igual...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Dividió
la proyección en dos pantallas y vieron que los diversos parámetros
reflejados en el análisis eran casi exactos entre sí. González y
el comisario se sintieron más desconcertados aún que antes, pero
Bonachera sonrió como si todo estuviese claro.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Dónde
se controla la nueva calefacción, comisario? –preguntó.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Pues...
cada estancia tiene su mando, y también puede hacerse desde el
ordenador. ¿A qué viene eso ahora, de todas formas?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Por
favor, abra el programa y le entregaré a su asesino.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
comisario, acostumbrado a la brillante capacidad de su detective,
obedeció sin preguntar. Aunque no imaginaba cómo podía la
aerotermia tener relación con el caso. Bonachera examinó el plano
de la comisaria que aparecía en pantalla y después bajó a tope la
temperatura de las dos salas de interrogatorio. Después volvió a
poner las imágenes de las salas en pantalla y se sentó
tranquilamente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Ahora
es cuando nos das una genial explicación de lo ocurrido, Max?
–preguntó González.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ahora
es cuando la verdad se revela, fría y silenciosa –sonrió el
detective– sin dejar lugar a la duda.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Tengo
tres genios muertos, dos sospechosos que no pueden existir y un
proyecto de investigación millonario, robado. El decano de la
universidad y el presidente de la farmacéutica estarán ya
presionando a los jefes. Le agradecería que fuese más claro,
Bonachera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
detective tomó un nuevo sorbo de agua antes de empezar a hablar. En
la sala uno, Garrido parecía aliviado por la bajada de temperatura.
Incluso se bajó las mangas de la camisa. El Garrido de la sala dos,
en cambio, permanecía quieto y tranquilo, casi ausente.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Tenemos
todas las piezas del rompecabezas –explicó Bonachera–. Sólo hay
que ponerlas en su sitio. Márquez era una experta en tejidos y capaz
de reproducir miembros amputados. Por su parte, Ronzal lo sabía todo
de ordenadores, hasta el punto de conseguir una comunicación entre
el exoesqueleto y el paciente. Gracias, por supuesto, a esa cosa tan
rara del superfluído.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–He
leído el informe, pero no sé cómo funciona. No me dirás que tú
lo has entendido –dijo González.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
miró de nuevo las pantallas. El primer Garrido se frotaba las manos,
incómodo ahora por la baja temperatura. El segundo se limitaba a
mirar a su alrededor, paseando unos ojos vacíos de expresión por la
pequeña sala.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Yo
tampoco entiendo cómo funciona, pero no lo necesito –aseguró
Bonachera–. Sólo necesito saber que Márquez podría reproducir
miembros funcionales de un cuerpo humano, Ronzal sería capaz de
construir un esqueleto robótico, y Martínez de establecer una
comunicación entre tejido vivo y elementos mecánicos. Ese era su
trabajo en este proyecto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Sí,
claro, eso ya lo sabemos. No entiendo dónde quiere ir a parar.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Verá,
comisario. Creo que nuestros genios estaban trabajando en dos
proyectos. Uno, el oficial, era el exoesqueleto. El segundo,
aprovechando el equipo y el presupuesto disponibles, era mucho más
ambicioso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Señaló
la pantalla, que mostraba al segundo Garrido quieto por completo, los
ojos casi cerrados. La cabeza era lo único que se movía, cayendo
sobre el pecho lentamente.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Querían
fabricar un cyborg, un ser mitad orgánico y mitad robótico. Un ser
basado en nosotros, concretamente en Garrido, a quien tenían a mano
para tomar muestras, entrevistar, tal vez para copiar sus
habilidades.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
En
ese momento, el segundo Garrido dobló la espalda, apoyándose en la
mesa, y se quedó quieto, desvanecido.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Ese...
ese tipo se ha dormido en la sala de interrogatorios? –gruñó el
comisario, sorprendido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No.
La bajada de temperatura ha hecho que el líquido se vuelva viscoso.
Era el problema que Martínez no podía resolver. Como ven, nuestro
Garrido número uno no sufre los mismos problemas.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Así
era. El primer sospechoso no había más que frotarse las manos y los
brazos, tratando de paliar el frío creciente. González y el
comisario, atónitos, siguieron escuchando la explicación de
Bonachera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Los
tres científicos consiguieron dar vida al cyborg, basando su aspecto
en Garrido, del que tomaron las muestras para crear el tejido
artificial y cultivar la sangre. Su biométrica es exacta por ese
motivo. Pero este moderno Frankenstein no se conformó con ser una
criatura de laboratorio y mató a sus creadores para escapar. Después
se dedicó a robar la información de los ordenadores, donde sin duda
está registrado todo el proceso de su creación, y así nadie sabría
de él.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Y
dónde está esa información?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Aún
no lo sé. Tal vez tenga un terminal USB en un dedo, tal vez su
cerebro electrónico le permita mover archivos en la Nube. Lo que
está claro para mí es que, mientras el verdadero Garrido echaba su
siesta, ayudado por las cervezas del almuerzo, este ser provocó el
bloqueo de seguridad y el apagado de la caldera. Sabía que el frío
le paralizaría, pero tal vez calculó mal el tiempo que iba a tardar
en volcar la información y borrar todo rastro de su existencia de
los ordenadores.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Por
eso –remachó González, entusiasmado– fue a la sala de calderas.
Quería ponerla de nuevo en marcha.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Así
es. Pero el frío hizo que su sistema dejase de funcionar, como le ha
ocurrido ahora –dijo, señalando la figura postrada en el monitor–,
y nuestros agentes le encontraron aparentemente dormido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–¿Cómo
sabía cuál de los dos era el cyborg?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–No
lo sabía. Por eso bajé la temperatura de ambas salas. Si mi teoría
no hubiese sido correcta no habría provocado más que una cierta
incomodidad a nuestros sospechosos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
comisario asintió, admirado y satisfecho.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ordenaré
que lo lleven a un hospital. Los rayos X confirmarán su teoría,
Bonachera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Será
mejor que alguien traiga un aparato portátil y lo examinemos sin
moverlo de aquí, que se mantenga a baja temperatura. Sabemos que es
peligroso y puede resultar letal.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Tiene
razón –opinó González–. Ha matado a tres personas con tres
golpes muy precisos, y no cabe duda de que es muy fuerte.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Entonces
lo haremos en la sala. Lo que no sé es cómo podemos juzgar a un...
un ser así, con qué ley condenarlo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Bonachera
se puso en pie, sacudiendo una invisible mota de polvo de su hombrera
derecha mientras guiñaba un ojo a sus compañeros.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
–Ese
es trabajo de otros, y un debate que tendremos que afrontar como
sociedad. Pero por ahora, nuestro trabajo está hecho. Este es ya...
un caso frío.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-24961931959916947912019-11-10T11:59:00.001+01:002019-11-10T11:59:30.493+01:00DE VIVA VOZ<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
DE VIVA VOZ</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgemyPxeXlUeCTqWftDJPqzstBj3XIq69-xFTMaT_eGXQE8b8LbWpGt5G6KO2aVv2nHVYfP_UjHjwdBaca2R00WfaNE07cR4srTMb3YeJ7GrvlG5eykSbqHkTCMcO5fcxH9_RZSCQjVGxM/s1600/71810265_488759135064357_3482990040630427648_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="678" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgemyPxeXlUeCTqWftDJPqzstBj3XIq69-xFTMaT_eGXQE8b8LbWpGt5G6KO2aVv2nHVYfP_UjHjwdBaca2R00WfaNE07cR4srTMb3YeJ7GrvlG5eykSbqHkTCMcO5fcxH9_RZSCQjVGxM/s320/71810265_488759135064357_3482990040630427648_o.jpg" width="226" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy quiero haceros una recomendación
cultural. Hace poco asistí al espectáculo que DE VIVA VOZ ofreció
en Valladolid.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Se trata de dos actores especializados
en doblaje, locución y esas cosas chulas que hace la gente con voz
buena y trabajada, y que nos deleitaron con la lectura de varios
relatos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El primero de ellos, un clásico de
Lovecraft, a quien dedican la gira de este año. Cabe destacar que no
se limitan sólo a leer, sino que han arreglado los diálogos (seamos
serios, Lovecraft es inmenso pero no escribe buenos diálogos) e
interpretado el texto, de tal manera que cerrar los ojos y escuchar
su lectura nos lleva, sin exagerar, a las oscuras catacumbas de la
mente del escritor.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y no es fácil leer a Lovecraft ante un
auditorio. Su lenguaje no es llano ni sencillo, su ritmo y sus
ambientaciones pueden resultar lentos y angustiosos hasta que
conseguimos meternos en el contexto del terror cósmico que
caracteriza al autor. Sin embargo, DE VIVA VOZ lo hace muy bien. El
silencio y la atención eran absolutos, la implicación total.
Arrastrados por las trabajadas voces de estos artistas, subyugados,
nos mantuvimos expectantes hasta que el relato terminó. Creo que a
nadie se le hizo largo, ni mucho menos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Llegó el segundo relato, que yo
esperaba con personal ansiedad. Se trata de “En los montes de
Rionsele”, del autor Luis Gómez. Dicho relato es el ganador del
concurso que Tinta Púrpura Ediciones y De Viva Voz convocaron este
verano, en el que yo quedé finalista. Como podéis suponer, uno
tiene su pequeño ego y siempre queda la inquietud, egoísta y
mezquina por mi parte, de pensar “a ver qué relato me ha ganado,
hombre”.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Bueno, normal que me ganase. No conozco
el resto, claro (se presentaron más de cien) pero En los montes de
Rionsele es una joya del terror, un cuento perfectamente ambientado y
coherente que termina en un giro sorprendente, digno merecedor del
premio y de mi admiración.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Terminó el recital con un segundo
relato de Lovecraft, uno de mis preferidos, en los que el horror
cósmico se relaciona con la ambición humana y se consigue un
resultado mucho más cercano al terror cotidiano de lo que es
habitual en el autor. De nuevo, ritmo y narración resultaron
perfectos, el trabajo en equipo de De Viva Voz y su versatilidad al
hacer diversas voces para identificar a cada personaje hacen que uno
crea estar ante cuatro o cinco actores. Impecable.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Así que me permito recomendaros este
espectáculo, y os adjunto la imagen con lugares y fechas para que
podáis acudir si es de vuestro gusto. Una apuesta cultural tan
valiente y profesional merece mi respeto y admiración.
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-28020772271751907852019-10-29T09:11:00.001+01:002019-10-29T09:11:45.636+01:00BIENVENIDOS A TENTACLE PULP<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
BIENVENIDOS A TENTACLE PULP</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPlGyfw8udlY-zzhAjDehUMp1gpz0w0UjE_qWNKX8HSNhq3AM2Okv2VFwqeRxix5_UcHs9OIg2Na0CToE37XIaEzyZ2pDGStpmmdG5fIwHxB4gQm3d7jdhjSR6i1lQyK93vGwZzVpJ9ZY/s1600/IMG_4244.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1334" data-original-width="750" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPlGyfw8udlY-zzhAjDehUMp1gpz0w0UjE_qWNKX8HSNhq3AM2Okv2VFwqeRxix5_UcHs9OIg2Na0CToE37XIaEzyZ2pDGStpmmdG5fIwHxB4gQm3d7jdhjSR6i1lQyK93vGwZzVpJ9ZY/s320/IMG_4244.jpeg" width="179" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Allá por 1920, leer no era fácil.
Porque no era barato. Al menos así lo veía una sociedad con una
estabilidad económica y laboral precaria, y con muy poco tiempo
libre.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El libro como objeto, en su edición de
calidad, con sus tapas duras, de editoriales prestigiosas y autores
de renombre, se convierte en algo poco accesible. Una situación que
no nos es desconocida, ¿verdad, paciente lector?</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Un grupo de valientes decide que vale
la pena cambiar el paradigma. Usemos papel más barato (pulp proviene
de la pulpa de madera para el papel de bajo costo utilizada) y
recurramos a nuevos escritores, gente con talento pero sin gran
reconocimiento, cambiemos el formato de gran novela por la historia
corta, volvamos a los relatos por entregas, como los folletines de
hace un siglo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La idea funcionó y así nació la
“literatura pulp”. Revistas a precio económico que ofrecían al
lector buenos relatos, suficientemente breves para poder disfrutarlos
en el trayecto de casa al trabajo o en alguno de los pocos ratos
libres que la vida laboral, familiar y social les permitía. Leo un
rato entre parada y parada del metro, leo un rato en lo que vigilo
las lentejas, leo un rato y apago la luz.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ahora, relacionado el formato con el
contenido, entendemos por literatura pulp la de historias cortas de
terror y fantasía, que si analizamos con cierta profundidad son el
origen de muchas películas y series de éxito, y que nos siguen
ofreciendo ese ratito de diversión y disfrute sin el compromiso a
largo plazo de la novela.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ahora hay un nuevo valiente. Y su
oferta se llama Tentacle Pulp.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Se trata de una app que pronto estará
disponible para vuestros cacharretes electrónicos, y que os ofrecerá
relatos de autores nuevos y ya conocidos, siempre de género
fantástico. Para eso ya venís a leer al blog, me diréis. Sí,
claro. Pero no.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Tentacle Pulp os permitirá un
almacenamiento mucho más cómodo; podréis consultar y leer en
cualquier sitio, configurando el formato y los colores, ordenando
vuestra biblioteca por autores o géneros, disfrutando sin problemas
en cualquier parte de este planeta y, esperamos, en varias
dimensiones paralelas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La lista de autores, que me incluye a
mí (algún relato de Silencio y otras cosas nuevas aparecerán allí con mi firma), es muy larga y va creciendo. Tentacle Pulp está abierto a
nuevos talentos y es para nosotros una gran oportunidad de ser
leídos, y para los lectores, una herramienta tan efectiva que parece
mentira que no se haya hecho ya. Así que os invito a conocerla, a
preguntarnos por ella en las redes y a abrir vuestras mentes. Tenemos
mucho que contaros.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
NOTA DE PRENSA DE TENTACLE PULP</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="JUSTIFY" style="font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://www.blogger.com/null" name="docs-internal-guid-064a578e-7fff-5203-7205-7d695cbca7f1"></a>
<span style="color: #7f6000;"><span style="text-decoration: none;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-style: normal;"><b><span style="background: transparent;">Tentacle
Pulp es una APP de relatos originales de ciencia ficción, fantasía
y terror de suscripción anual</span></b></span></span></span></span></span><span style="color: black;"><span style="text-decoration: none;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-style: normal;"><span style="background: transparent;">.
Permite a sus usuarios leer relatos cortos y relatos por entregas de
todo el mundo hispanohablante, recordando los contenidos pulp de
revistas clásicas.</span></span></span></span></span></span></div>
<br /><br />
<br />
<div style="border: none; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; padding: 0cm;">
<span style="color: black;"><span style="text-decoration: none;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="font-style: normal;"><span style="background: transparent;">Tentacle
Pulp está pensado para lectores casuales y usuarios con poco tiempo
pero con ganas de seguir leyendo extraordinarias aventuras.</span></span></span></span></span></span><a href="https://lh5.googleusercontent.com/3epG7dafLd757uUEh9CrY4ETib3olr7mi1wMk9AYNXscpB4ZvGuqZ1jdf-i_lPf1dFLJU_oNP-5VrBBHHk3Z7he1N0K7T9-6ulzZcWw3R_gp2Ks-HDiaaQWT7VUYbDTU8eyxABWj" imageanchor="1"><img align="BOTTOM" border="0" height="456" name="gráficos1" src="https://lh5.googleusercontent.com/3epG7dafLd757uUEh9CrY4ETib3olr7mi1wMk9AYNXscpB4ZvGuqZ1jdf-i_lPf1dFLJU_oNP-5VrBBHHk3Z7he1N0K7T9-6ulzZcWw3R_gp2Ks-HDiaaQWT7VUYbDTU8eyxABWj" width="228" /></a></div>
<br /><br />
<br />
<ul>
<li><div style="background: transparent; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Llévate
tus lecturas pulp a cualquier parte. Cientos de páginas de
entretenimiento en tu dispositivo.</span></span></span></span></div>
</li>
</ul>
<br /><br />
<br />
<ul>
<li><div style="background: transparent; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Suscripción
anual y novedades periódicas. Nuevos relatos en cada actualización.</span></span></span></span></div>
</li>
</ul>
<br /><br />
<br />
<ul>
<li><div style="background: transparent; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Contenidos
de la APP supervisados, revisados y aprobados por el equipo
editorial de Tentacle Pulp. Una selección permanente de historias
de género escogidas con mimo para que leas lo mejor.</span></span></span></span></div>
</li>
</ul>
<br /><br />
<br />
<ul>
<li><div style="background: transparent; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Relatos
digitales exclusivos y relatos inéditos. Conoce grandes autores a
través de sus narraciones cortas y por entregas.</span></span></span></span></div>
</li>
</ul>
<br /><br />
<br />
<ul>
<li><div style="background: transparent; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Funciona
como un lector de libros: índice de contenidos y novedades,
personalización de los ajustes de usuario, lectura orientable con
guardado del punto, selección por categorías o autores, etc.</span></span></span></span></div>
</li>
</ul>
<br /><br />
<br />
<div style="font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 138%; margin-bottom: 0cm; text-decoration: none;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial;"><span style="font-size: x-small;"><span style="background: transparent;">Tentacle
Pulp es una APP para iPad y iPhone de próxima aparición en la
APPStore que estará disponible también para dispositivos Android en
2020.</span></span></span></span></div>
<br /><br /><br />
<br />
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-22206716133698115132019-10-19T08:27:00.004+02:002019-10-19T08:27:36.417+02:00EXHUMACIÓN<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5Kkdk9mb5asrBkfOOmJWLRiqTB1Zquy8UGaaWxHVmSvqESv_32VS4Y2YC8RRRzU5c9qGZG6V0wAC8Y9-wmXnv7Jg8ITg2EPvW0yIwFHIsHWKXNnzLDw4GUETmHNx4qabKz9NUgMXpyfs/s1600/EXXHUMACION.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="241" data-original-width="483" height="159" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5Kkdk9mb5asrBkfOOmJWLRiqTB1Zquy8UGaaWxHVmSvqESv_32VS4Y2YC8RRRzU5c9qGZG6V0wAC8Y9-wmXnv7Jg8ITg2EPvW0yIwFHIsHWKXNnzLDw4GUETmHNx4qabKz9NUgMXpyfs/s320/EXXHUMACION.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
EXHUMACIÓN</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me llamo Jonathan Silencio, y soy un
detective preternatural; un investigador de lo oculto, vuestro
protector ante brujas y fantasmas, espectros y maldiciones.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Esto significa que mi trabajo suele
desarrollarse en la solitaria noche de los cementerios, bajo la
silenciosa sombra de los cipreses y ante la oscura soledad de los
panteones. Por eso, mientras trataba de abrirme paso entre la
multitud de periodistas, simpatizantes de derechas e izquierdas,
curiosos y agentes del orden, me pregunté una vez más qué carajo
hacía yo allí.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Qué carajo hago yo aquí, Nacho?
-interrogué a mi compañero.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Él se giró, usando su hercúlea
complexión para abrir un camino. Era policía nacional, destinado en
Valladolid, y habíamos trabajado juntos en varios casos. No llegaba
a ser un amigo, pero casi. Por eso le había acompañado al Valle de
los Caídos cuando me lo pidió. Exmilitar y tirador de élite, Nacho
estaba allí por un viejo compañero del ejército, ahora capitán de
la Guardia Civil. Una cadena de favores cuyo último eslabón parecía
ser yo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mi amigo, el capitán Velasco, cree
que puede haber lío durante la exhumación. Ha tenido hombres
infiltrados en las últimas semanas, y pensamos que aquí puede haber
algo de lo tuyo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Claro que habrá lío. Mira toda esta
gente -traté de abarcar a la multitud con un gesto de mi brazo
derecho, pero nada más alzarlo un grupo de vejetes empezó a cantar
el Cara al Sol y decidí meterme las manos en los bolsillos-, la
mitad han venido a montar gresca. Y la otra mitad, a grabarlo para
las redes.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Velasco y los suyos se encargarán de
mantener el orden, por eso no te preocupes. Nuestra misión es
confirmar o desmentir que haya problemas del otro tipo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Llegamos a las primeras filas de
aquella multitud hirviente de murmullos. Traté de cerrar mi visión
en segundo plano, la percepción extrasensorial que me permite ver
auras y detectar emociones. La sobrecarga me habría matado con la
misma seguridad que un orgasmo de media hora; y si podía elegir, me
quedaba con el orgasmo. Las miles de personas concentradas en la
zona, desde el acceso por carretera hasta la calle Arriba España,
donde se había formado el cordón policial, estaban enfurecidas,
exultantes, ofendidas, ilusionadas y, en general, vertiendo emociones
que saturaban mi percepción. En cuanto a los guardias civiles y
policías nacionales, formaban una sólida barrera de músculo, armas
antidisturbios y emoción contenida.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Aquí va a haber ostias para todo el
mundo y no quiero llevarme ninguna, Nacho. No me pagas por eso.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mira -dijo, señalando la entrada al
edificio donde Franco descansaba-, los curas han decidido ponerse
brutos. Va a haber que desalojarlos a la fuerza.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Bueno -me encogí de hombros-, soltad
un monaguillo en pelotas por la explanada y ya saldrán ellos solos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-No seas cabrón. El forense y toda la
peña que va a levantar la lápida están en El Escorial, aguantando
en el helicóptero hasta que esto se despeje. Y va para largo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
A mi lado, un tipo con rastas y altavoz
había empezado a cantar el “Bella Ciao”, coreado por decenas de
personas que tampoco sabían italiano, mientras el grupo de mi
derecha gritaba algo sobre sus madres y chupar pollas por mil
pesetas. Me resultaba imposible escuchar a Nacho.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tío, nada de eso tiene que ver
conmigo -protesté, mientras me agachaba para esquivar una rasta
latiguera.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Velasco y los suyos, te decía, se han
infiltrado en los últimos días. Y han vigilado por las noches.
Todos ellos han tenido problemas. Han visto cosas, luces y tal.
También han escuchado sonidos extraños y han notado eso que tú
llamas “puntos fríos” en las cercanías de las tumbas de Franco
y Jose Antonio. Además, las flores se marchitan a las pocas horas de
ser colocadas.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Encendí un cigarrillo y di un trago a
mi petaca. Nacho siguió hablando, pero el ruido de la multitud y la
sobrecarga sensorial hacían que me costase entenderle. Eso y que me
la pelaba su historia.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Varios agentes con mucha experiencia
han hablado de fenómenos extraños, y las escuchas en el dormitorio
del prior resultan inquietantes. Sus oraciones nocturnas parecen
conjuros de película de terror. Velasco sabe que tengo un amigo
dedicado a investigar estos temas y por eso se puso en contacto
conmigo. Quiere que entres antes que ellos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tú estás tonto. Y tu colega Velasco,
más tonto. Los dos tenéis más tonterías que la maleta de un
payaso.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Traté de girarme y largarme de allí
con una salida dramática, pero me choqué con un par de tipos que
extendían una bandera preconstitucional y me di de boca con el
pollo, lo que debió parecerles un atentado, porque el de mi derecha
intentó sacudirme un puñetazo. Me agaché para esquivarlo, me
levanté clavando mi codo izquierdo bajo su mandíbula y agarré la
bandera para envolver al otro en ella, soltándole un par de
rodillazos en los riñones. Cayó al suelo, arrastrando a un chaval
melenudo. El compañero de este, que portaba una tricolor igualmente
preconstitucional, trató de golpearme con el asta. Detuve el golpe
con mi antebrazo y Nacho se interpuso entre nosotros, mostrando su
placa.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tranquilitos todos, eh. -dijo.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¡Brutalidad policial! ¡Brutalidad
policial! -gritó el melenudo, lanzándose al suelo en posción
fetal.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Vámonos de aquí antes de que se
monte -dijo Nacho, arrastrándome lejos de los dos grupos, muy
ocupados en insultarse y empujarse.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Hay que ampliar este país, macho -me
quejé-, o se nos caen los tontos por los dos lados.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
España es así, nos resulta más fácil
liarnos a golpes que ver qué quieren nuestros interlocutores.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mira, tío, es muy sencillo -dijo,
sacando de su chaqueta un sobre grueso-, aquí tienes quinientos
euros. Lo único que te pedimos es que eches un ojo antes de que
vengan los de la exhumación.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Puse cara de mala leche, como si me
hubieran insultado. La verdad es que debía doscientos pavos en la
pensión y tres o cuatro menús en el restaurante cutre donde las
cucarachas y yo solemos comer, así que mal no me vendrían. Pese a
ello, intenté sacar algo más.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mira, Nacho. Aquí hay más de treinta
mil personas enterradas. Rojos o fachas, me la pela. Treinta mil.
Personas. Y un cura loco atrincherado, otros miles de vivos pegando
voces, gente armada... yo no pienso meterme ahí. Quinientos euros no
son suficiente.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Nacho me miró, hinchando el pecho
hasta parecer una rueda de tractor, inentando intimidarme con su
mirada de poli malo. Yo hice lo mismo, aunque mi torax es bastante
menos espectacular. Pero he mirado a los ojos a la muerte, y un
policía cachas no tiene comparación. La muerte nunca pestañea.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Vale -dijo al cabo de un minuto-,
doblaré la cifra. Sólo tienes que entrar, hacer... esas movidas que
tú haces y asegurarte de que el cadáver no va a salir de ahí.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Pero la movida esta no la habéis
montado precisamente para que salga?</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Bueno, joder, ya sabes. Que no lo haga
por su propio pie.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Siempre me he preguntado qué diría
Freud sobre una cruz de ciento cincuenta metros de duro y cilíndrico
hormigón armado. La fase fálica y todo eso de los conflictos
emocionales. Alguien con más tiempo libre que yo debería estudiar
el tema. En todo caso, reflexioné sobre ello mientras, mochila al
hombro, seguía a un par de intrépidos guardias civiles hasta lo
alto de la base. Como la discreción era imprescindible, lo hicimos a
las bravas, trepando como cabras silvestres, en lugar de usar el
funícular o las escaleras. Recuperamos el aliento junto a los
evangelistas, representados en el impresionante basamento de la cruz,
y aproveché para fumarme un par de cigarrillos y repasar el
contenido de mi mochila. Cuatro botes de gasolina para encendedores,
cuatro bolsas de un kilo de sal, un detector de electromagnetismo,
linterna, cargadores de repuesto, palanca, bocadillo de tortilla,
unos clavos de hierro y una petaca con whisky. La tortilla era de
patata con cebolla.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Supongo que estáis seguros de lo que
vamos a hacer -pregunté mientras les alargaba la petaca.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Claro, no se preocupe -el sargento al
mando dio un buen trago y la pasó a su compañera-, conocemos el
camino.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Miré hacia abajo, que es el único
punto al que se puede mirar desde allí. La explanada, la luz de la
luna llena, la basílica, los cientos de tipos cabreados acampados en
ella y el entorno natural, que el arquitecto Mendez definió como “un
valle bravo y recio, en modo de garganta bellísimamente dispuesta”
y que a mí me parecía la puerta de Minas Morgul, formaban un
conjunto capaz de sobrecoger y emocionar a cualquiera, más allá de
las ideas políticas que cada uno tenga.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Claro que yo no tengo ninguna. De
hecho, estoy bastante a salvo de esas consideraciones en cualquier
ambiente; no sé en qué bando estuvieron mis abuelos, ni si lo
hicieron de forma voluntaria u obligados por las circunstancias; no
sé si mi familia fue de las que ganó o perdió la Guerra Civil; no
sé si cavaron tumbas en las cunetas o fueron enterrados en ellas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hace ya varios años que morí. Al
volver a la vida, dotado de ciertas capacidades que superan a lo
humano, empecé a trabajar en esto de combatir monstruos, y lo hice
sin más recuerdos que el día de mi regreso. Aquello fue más o
menos... bueno, no quiero desviarme del tema. Ya contaré en otro
momento lo de mi resurrección.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Después de apurar mi whisky, el
sargento me guió a través de la base del complejo, mientras su
compañera tomaba posición en el exterior, junto a otro agente
equipado con prismáticos que ya estaba allí, armada con un Accuracy
AXMC 338, un cacharro de calibre 7,62 que, en manos de un experto,
puede abatir a una mosca a un kilómetro largo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Supongo que sabe usted manejar ese
cacharro, agente -dije antes de irme.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Supongo que no se ha fijado usted en
todas sus medallas y distinciones -dijo el sargento, algo mosqueado-.
Es la mejor tiradora de precisión que puede encontrar.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Sería un chiste malo decir que
es... francotiradora? -sugerí.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ella habló sin abandonar la posición
de decúbito supino.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Nosotros no somos francotiradores. Un
francotirador, según nuestra doctrina, es una persona que no está
adscrita a ningún Ejercito y que combate por medios e iniciativa
propias, nadie le dice ni ordena lo que tiene que hacer. No combate
según la reglas de enfrentamiento de una coalición o un Ejército
regular. Nosotros estamos aquí para defender la ley y a los
ciudadanos, siguiendo las órdenes del poder legítimo hasta sus
últimas consecuencias.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Vale -me sentí algo incómodo. A fin
de cuentas, aquellos agentes sólo trataban de cumplir con su deber.
Y yo estaba allí, haciendo bromas, por un montón de billetes. No me
molesta que me llamen mercenario, es lo que soy, pero entiendo que a
ellos, capaces de sacrificarlo todo por sus ideales, les moleste la
comparación-. Les pido disculpas a los tres.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ninguno de ellos respondió, pero pude
atisbar un leve estremecimiento bajo los bigotazos del sargento. Tal
vez fue una sonrisa.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Muy pocas personas saben, aunque no es
ningún secreto, que el Valle de los Caídos alberga las
instalaciones del Laboratorio de Geodinámica Externa. Tres complejos
situados en gran parte bajo la basílica, formados por un laboratorio
de mareas terrestres, un laboratorio de gravedad absoluta y una línea
de calibración de gravímetros. Instalaciones complejas que
aprovechan la excelente situación y condiciones del valle para...
bueno, para investigar cosas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Eso resultó ser una suerte para mí,
que ya me veía lanzándome en paracaídas desde lo alto de la cruz o
infiltrándome a saber cómo entre los cientos de manifestantes
acampados en los alrededores. Gracias al sargento y a que las
instalaciones científicas estaban vacías por lo de la exhumación,
pude atravesar discretamente cientos de metros de túneles hasta
llegar a mi punto de entrada; el crucero de la basílica.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Sí, las instalaciones, dependientes
del CSIC, se encuentran justo debajo de la basílica y comunican con
la base de la cruz y otros puntos del valle, y permiten a quienes
conozcan su complejo entramado la posibilidad de moverse con toda
discreción por esa roca horadada de secretos. Si no es el recorrido
más alucinante que he hecho en mi vida, poco le falta. Caminar por
allí, en la casi completa oscuridad que sólo las luces de
emergencia desafiaban, siguiendo las anchas espaldas de mi guía,
tenía ya mucho de aventura. No lo suficiente como para impresionar a
alguien de mi talante y experiencia, pero mucho. Dejar que mi visión
en segundo plano y mi conciencia expandida despertasen, siquiera en
parte, era casi suicida. Terrible, si tenemos en cuenta que los más
de treintamil muertos que alberga el valle son, según distitnas
fuentes, en realidad setenta mil. Y que muchos creen que están tan
fusionados con el edificio que sería imposible separarlos de él.
Hay quien dice que no sólo se enterró gente en la cripta, sino
también en decenas de huecos y cimentaciones. Que muchos forman ya
parte del propio edificio, y que los problemas de humedad han hecho
que el agua mezcle y transporte los restos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Aunque quizá no sea cierto. Lo cierto
y verdad es que escuchaba en el fondo de mi conciencia los gritos que
venían de las paredes, del suelo, del aire mismo; gritos y saludos
orgullosos en algunos casos, almas que se sentían privilegiadas de
estar allí porque ese era el símbolo supremo de que habían
cumplido su deber; alaridos quejumbrosos en otros, que odiaban su
encierro eterno, que sentían cómo su vida había sido robada por
las circunstancias, por las creencias de quienes dirigían los
ejércitos. No sé si existió reconciliación en la génesis del
monumento, ni sé si lo construyó el revanchismo. No sé si sería
mejor dinamitarlo desde los cimientos o glosarlo como símbolo de la
historia. Sólo sé que hombres y mujeres, miles, decenas de miles,
se vieron privados del derecho a elegir. Del derecho a vivir una vida
que no determinase el capricho o la conveniencia de quienes
ostentaban el poder. Estos cambiaban, cambian, de un día para otro.
Y el humilde, el que sólo pretende ganarse el siguiente plato de
lentejas, paga las consecuencias de no recordar qué himno conviene
cantar en cada momento. Qué bandera es la correcta. Qué doctrina es
la adecuada. Y no pretendo convencer a nadie de cuál es esa
doctrina. A veces, como en aquellos túneles lóbregos, plagados de
las últimas tecnologías pero cimentados en sangre y hueso, sólo
quisiera que el resto del mundo percibiese lo que yo percibo. A veces
sólo quisiera que todos y cada uno de nosotros nos viésemos, por un
mintuo, solos en la última trinchera de la razón, sin saber si
somos defensores o atacantes. Comprendiendo, tal vez, que somos
personas. Tan simple y complicado como eso.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Claro que en la mayoría de las
ocasiones me limito a cumplir con mi trabajo en silencio, coger la
pasta y guiñarle el ojo a la chica mientras sonrío de medio lado.
Nadie va a salvarnos, y yo menos que nadie. Tú sonríe, cabrón, tú,
sonríe.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El sargento me ordenó detenerme con un
gesto al llegar a un tramo de escaleras que parecían acabar en el
techo del pasillo. Levantó después la loseta que daba acceso al
crucero y me invitó a subir con un ademán.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Usted no viene? -pregunté.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mis órdenes son escoltarle hasta aquí
y esperar su regreso -me alargó un colgante con dos pulsadores-.
Apriete el botón blanco para que le abra si todo va bien, o el negro
si necesita ayuda urgente.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Claro -musité-, y supongo que usted
siempre cumple las órdenes.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Mientras tenga aliento.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Aquí hay como treintamil tíos que
pensaban lo mismo -dije, tratando de picarle.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tal vez estamos aquí porque unos y
otros tenían razón.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Joder con el filósofo, pensé. Pero
como era el único capaz de sacarme de aquél laberinto una vez
terminado mi trabajo, asentí con complicidad fingida y preparé la
Jericó para una ensalada de plomo. Iba cargada con viruta salada,
que es como llamo a la munición que contiene hierro y sal. La más
efectiva contra espíritus, muertos vivientes, zombies y cuñados.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Ya sabe qué hacer -dijo él-. Eche un
vistazo, haga sus pruebas, no toque nada y no se deje ver.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tranquilo, sargento -dije sonriendo de
medio lado-, seré tan discreto que ni desplazaré el aire a mi paso.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me deslicé por la trampilla y rodé
para alejarme. Ninguna luz me acompañaba. Lo normal.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Desde el centro del crucero se puede
ver un altar de granito impresionante, presidido por un Cristo
crucificado del escultor Julio Beovide y policromado por Zuloaga. Es
la leche. Y en aquel momento, al igual que durante la celebración de
la misa, las únicas luces de la estancia estaban centradas en él. O
Él, para los creyentes. Estuve a punto de meterle dos balas en el
pecho antes de darme cuenta de que no estaba vivo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me arrastré hacia el presbiterio, sin
quitar ojo a las cuatro figuras de bronce que representan a cuatro
arcángeles, y que están hechas a partir del bronce de cañones de
guerra, como símbolo de que ésta había terminado. Felizmente para
unos, tristemente para los muertos de cualquier bando.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Apenas tuve tiempo de esconderme tras
el altar de granito, ante el que se sitúan las tumbas de Franco y
Primo de Rivera, cuando los monjes entraron en silenciosa procesión.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Por lo que me había contado mi escolta
mientras atravesábamos los túneles, ese era el punto fuerte de la
actividad paranormal. Los agentes habían tenido esa extraña
sensación de ser observados por las estatuas, y notado un frío
súbito y excesivo en los puntos situados entre el altar y las
lápidas. Algunos decían haber escuchado voces, como susurros agudos
y rápidos compleamente ininteligibles. Las flores que había a la
vista estaban marchitas, como si llevasen allí meses, y su olor
dulzón impregnaba el aire. Mientras un grupo de monjes, o al menos
de hombres vestidos con hábito, entraba en lenta y silenciosa
procesión, conecte mi CEM para detectar la energía electromagnética
que suele acompañar a los espíritus. Los números empezaron a subir
a toda velocidad, hasta que la pantalla parpadeó, la luz del display
tililó y una grieta, acompañada de un leve crujido, rompió la
carcasa del cacharro.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Joder -musité. Nunca había
encontrado una manifestación tan fuerte-. Me parece que he llegado
justo a tiempo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Media docena de monjes habían formado
un semicírculo frente a la tumba de Franco, dando la espalda a Jose
Antonio. Otro, supuse que el jefe de la cuadrilla, estaba frente a
ellos, con la lápida en medio. Los seis en semicírculo portaban
grandes velas, y el otro portaba un libro voluminoso y de aspecto
antiguo. La cosa se parecía demasiado a una invocación de película
ochentera, así que dejé los restos del CEM en el suelo y saqué de
mi bota la daga Matamuertos, que rescaté hace tiempo en una tumba
romana y que puede herir a vivos y muertos por igual.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Resultaba evidente que se estaba
poniendo en marcha algún tipo de ritual, seguramente precipitado por
los acontecimientos. Aquellos tipos sabían que era la última noche
de que disponían antes de que la exhumación se llevase a término.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¡Ph’nglui mglw nafh Francisco
R’lyeh wgah’nagl fhtagn! -rugió la voz, potente aunque algo
amanerada, del monje -, ¡l’a k’nark Franco kyr’w qu’ra cylth
drehm’n El-aL U’gnya kraayn!</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ya no cabía ninguna duda. Aquél loco
estaba utilizando una antigua invocación para traer de vuelta al
ocupante de la tumba. La atmósfera pareció condensarse, y un horror
atávico, hebefrénico, lisérgico y más adjetivos pedantes, se
filtró por cada poro de mi piel. Cualquiera en su sano juicio habría
tenido un ataque de locura al percibir simplemente la magia que
llenaba la estancia, aunque sus terríficos efectos aún no fuesen
visibles. Pero yo no soy cualquiera y sólo me acojoné un poco.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Usando ese miedo, el chorro de
adrenalina que me recorrió, como un impulso, salté limpiamente el
altar con la daga en la mano derecha y la Jericó en la izquierda, y
corrí hacia el invocador mientras él continuaba con su conjuro.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¡V’kresn vuy-kn grany’h arksh
ty’h nzal’s naaghs wh’rag-ngla oth’e tryn-yaJ El-da...!</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Mi primer disparo interrumpió el
hechizo, aunque el proyectil no alcanzó su objetivo, y el grupo me
miró durante un segundo, antes de salir corriendo en todas
direcciones. No se lo reprocho, claro. Un tío armado, gritando a
todo pulmón y disparando a lo loco impresiona bastante, que es lo
que yo esperaba.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Pero el jefe de la cuadrilla contaba
con más redaños. Vencido o convencido, el tipo tenía intención de
seguir hasta el final. Supongo que la gente con convicción es la más
peligrosa.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Mi segundo disparo arrancó lascas de
piedra del suelo, a sus pies, pero no dio un paso atrás y siguió
con su oración, mientras uno de los acólitos, tal vez contagiado
del valor de su jefe, se lanzaba a por mí. Me dejé caer sobre las
rodillas, aprovechando mi impulso para deslizarme, y le rajé el
estómago sin detenerme. Muy Kill Bill, la verdad. Disparé otras
tres veces al jefe antes de pararme y volver a ponerme en pie. Una
bala alcanzó su pecho y otra destrozó el libro, y la sangre se
mezcló con un humo aceitoso, de color óxido, que surgió de las
antiguas páginas. Aquello no podía ser bueno.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El humo surgió más rápido y denso,
formando una nube sobre el cuerpo yacente del sacerdote, y se
contrajo sobre sí mismo para después explotar en ocho haces
tentaculares que atravesaron la estancia a toda velocidad mientras el
grueso libro empezaba a arder. Cuatro de los sacerdotes fueron
alcanzados, y dos haces más se metieron entre las rendijas de la
lápida, que de inmediato empezó a temblar y sacudirse.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No perdí el tiempo viendo qué ocurría
con los sacerdotes, que temblaban como derviches epilépticos, y
vacié el cargador disparando contra ellos. Mientras lo hacía pude
ver cómo sus rostros cambiaban, su aspecto caucásico mutado en piel
oscura y rasgos africanos, su anterior mirada aterrorizada
transmutándose en odio salvaje y furia decidida. Conseguí abatir a
dos de ellos antes de que se me acabaran las balas, y sin tiempo para
recargar, enfrenté a los otros dos daga en mano.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ellos me atacaron con las manos
desnudas, sin miedo, sin restricciones, y su entusiasmo creció
cuando un crujido de piedra rota, seguido de un grito agudo, llenó
la cámara.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¡Valientes soldados marroquíes, os
prometo que cuando acabe la contienda, a los mutilados os daré un
bastón de oro!</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Aunque la voz parecía emanar de un
dibujo animado que respirase helio, los invocados rugieron de alegría
al escucharla, redoblando la fiereza de su ataque. Uno logró encajar
una patada en mis costillas, y el otro aprovechó mi desconcierto
para darme dos rápidos puñetazos en la mandíbula que me hicieron
caer al suelo, sangrando por el labio roto. Me revolví; sabía que
en aquella lucha no habría segundas oportunidades ni piedad. Lancé
una coz que alcanzó al primero en la rodilla, haciéndole caer, y le
agarré por el cuello, atenazando su nuez. Era como agarrar nieve
prensada, un tacto a medio camino entre la carne del huesped y el
frío etéreo del fantasma ocupante, pero aguanté y usé su cuerpo
para cubrirme del ataque de su compañero. Este intentó rodearle,
que era lo que yo esperaba, y rodé por el suelo hacia el otro lado,
poniéndome en pie y corriendo hacia el altar. Me persiguieron de
cerca, rugiendo, hasta que llegué al ara de piedra, apoyé en ella
mi pie izquierdo y lancé el derecho hacia arriba mientras encorvaba
la espalda. Un limpio salto mortal hacia atrás, que hizo que
aterrizase justo detrás de ellos. Degollé al primero antes de
incorporarme del todo, y clavé la Matamuertos en el costado del
segundo mientras aún estaba girando el cuerpo para buscarme.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Miré a mi alrededor, tratando de
recuperar el aliento, e introduje un nuevo cargador en Jericó. El
suelo estaba agrietado en varios puntos por las balas y la energía
mágica desatada, y los cadáveres dejaban charchos de sangre aquí y
allá. El olor a flores pútridas era asfixiante, así que encendí
un cigarrillo para paliarlo. Junto a la tumba, el libro mágico
seguía ardiendo, oscureciendo el mármol, y los cuerpos de los
cuatro poseídos se deshacían en charcos de carne y fantasmocos, que
es como llamo al ectoplasma.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-Tan discreto que ni desplazaré el
aire a mi paso -me dije-. Anda que va a estar contento el sargento...</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me asomé a la tumba mientras sacaba la
sal y la gasolina de mi mochila. Estaba claro que el hechizo había
tenido un éxito parcial, devolviendo a los restos algo parecido a la
vida, pero no la fuerza ni la salud que el hechicero esperaría. Su
agonía era infinita, y de su boca surgía una voz quejumbrosa, de
anciano deshecho, que farfullaba algo sobre un contubernio que
honraba a no sé quién y envilecía a no sé qué otros, mientras
sus miembros sufrían espasmos de dolor. Pensé que, apenas media
hora antes, muchos de los que estaban en la plaza habrían aplaudido
que me deshiciera del cuerpo, y muchos otros me habrían impedido
tocarlo. Tal vez algunos cambiarían de opinión al ver lo que yo
veía. Tal vez algunos deseasen que lo dejase así, en eterna agonía,
y otros me pedirían ahora que pusiera fin a ese sufrimiento. Me
gustaría pensar que todos ellos opinarían teniendo en cuenta sólo
el sufrimiento de un alma y no llevados por el fanatismo o el
revanchismo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
-¿Y qué habrías hecho tú con tus
enemigos, de verlos así? -pregunté mientras hacía lo mío con la
sal y la gasolina.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Usé el libro mágico, aún en llamas,
y volví a la trampilla, pulsando el botón para que el sargento me
sacase de allí.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Las tareas de limpieza y la posterior
exhumación se llevaron a cabo sin mi intervención. Presenté un
informe y volví a mi habitación, siguiendo el resto de la historia
por los periódicos. Nada tenía que ver con el resto de la historia,
aunque conociese su verdad más que tertulianos, periodistas y
líderes políticos. Aunque aquella verdad no me ofreciese respuestas
a las preguntas que me hice junto a la tumba. Casi nunca hay
respuestas absolutas, y casi nunca nos hacemos las preguntas
adecuadas, me dije mientras seguía las noticias por la televisión
del bar y bebía un whisky que hacía arder mi labio roto. De todas
formas, más allá de eso, el caso estaba cerrado.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<b>Si quieres saber más sobre el detective Jonathan Silencio, lo tienes <span style="color: red;"><i><u><a href="http://goo.gl/emZ3mu" target="_blank">aquí</a></u></i></span></b></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-19103029806232955602019-09-09T10:36:00.001+02:002019-09-09T10:37:42.331+02:00II Velada Purpúrea<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJe4cUoTZalbFIHfiXGnouWC5IHxt9y0u95dCzGb0o-sjdxzSSgLq4CcZqfUkK45hjhEnXCncRKDunY9FP77RMMCNcrayq9v1Ve6GgTN-Ga9T16HG9t-2m9JdyLXZV6UrMEpoJEeU5K-4/s1600/69686365_461118271138841_5347908692169719808_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="742" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJe4cUoTZalbFIHfiXGnouWC5IHxt9y0u95dCzGb0o-sjdxzSSgLq4CcZqfUkK45hjhEnXCncRKDunY9FP77RMMCNcrayq9v1Ve6GgTN-Ga9T16HG9t-2m9JdyLXZV6UrMEpoJEeU5K-4/s320/69686365_461118271138841_5347908692169719808_n.jpg" width="247" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El pasado día cinco de septiembre fui
al acto celebrado por <b><a href="https://tintapurpuraediciones.com/" target="_blank">Tinta Púrpura Ediciones</a></b> y <b><a href="https://www.meetup.com/es-ES/De-Viva-Voz-Literatura-en-Directo/" target="_blank">De Viva Voz </a></b>en que
se fallaba su premio al mejor relato de terror, para el que tuve la
fortuna de ser seleccionado como finalista.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Como algunos ya sabéis, en los últimos
meses me he planteado muy seriamente lo de jubilar el bolígrafo,
pero el apoyo de mi equipo asesor, de los pacientes lectores y de
iniciativas como ésta me hacen seguir intentándolo. Así que allí
me planté, venciendo mi renuencia a las apariciones públicas y mi
eterno síndrome del impostor. Y escoltado por un buen colega, que
siempre ayuda.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Tengo que destacar la amabilidad del
personal de la biblioteca Eugenio Trías y el equipo de la editorial,
que nos atendieron como a verdaderos VIPS y consiguieron que mi
pánico social se convirtiese en simple incomodidad. Hasta adaptaron
el horario a nuestras necesidades, dependientes del transporte
público.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El acto empezó con una charla a cargo
de Covadonga, editora de Tinta Púrpura, sobre correcciones de
nuestros textos. Simpática, dominando el tema e implicando a los
oyentes. Una verdadera gozada.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Claro, al sentarnos poco antes de que
empezase vi que había una docena de personas en la sala, pero cuando
acabó la cosa aquello estaba lleno y me volvió el pánico. Aunque
también fue satisfactorio ver allí a gente que sólo conozco por la
red, por sus actividades literarias, y a un montón de gente que
disfruta la literatura tanto como uno mismo, gente con pasiones e
inquietudes parecidas.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Llegó el momento de conocer el
resultado y, entre aplausos, los finalistas fuimos a sentarnos en las
primeras filas. A esas alturas yo ya tenía la boca seca y cara de
idiota, por supuesto. Siempre me preguntaré qué hago yo en esos
sitios, si de verdad lo merezco. Y eso que, como digo, la gente de la
organización nos hizo sentir muy cómodos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El premio fue para Luis Gómez García,
y la segunda finalista fue Bárbara Rufino dos Santos Silveira, a
quienes felicito desde aquí. Ambos salieron a recoger sus diplomas y
nos dedicaron unas palabras, y he de decir que envidio su soltura,
porque cuando fue mi turno creo que hice poco más que balbucear
agradecido. Qué vamos a hacer, soy tímido.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Como el tren no espera, tuve apenas
unos minutos para charlar con el jurado y con Bárbara, y no pude
acercarme a felicitar a Luis, por lo que me disculpo con él. También
tengo que agradecer las felicitaciones de varios asistentes mientras,
flotando a unos diez centímetros del suelo, recorrí la sala para
irme.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Porque esto de escribir es una gozada
de trabajo. Una verdadera maravilla. Pero también tiene mucho de
magia, en el sentido en que intentamos transmitir una idea, una
sensación o un sentimiento a ese paciente lector, casi siempre tan
lejano. Aunque la interacción en las redes sociales es una gran
ventaja y nos permite charlar con vosotros y conocer vuestra opinión,
pocas veces tenemos la oportunidad de veros cara a cara y de sentir
ese apoyo que nos dais. Eventos como este son un canal perfecto para
llevar la magia en ambas direcciones, para conoceros y que nos
conozcáis. Así que es todo un privilegio haber estado ahí. Por eso,
cuando agradezco a quienes lo han hecho posible mi presencia en este
y otros eventos, o que mis trabajos aparezcan en nuevas antologías,
o que mis novelas se vayan vendiendo, no me refiero sólo a editores
y a quienes convocan concursos; lo hago también a toda esa gente,
demasiados para citar cada nombre, que me impulsa a diario, que
aguanta mis malos ratos y me anima a no jubilar el bolígrafo. Y a
todos esos compañeros que escriben, que dan vida a la literatura
trabajando duro e intentando progresar, haciendo que los demás
progresemos para estar a la altura, o al menos intentarlo. Sois
magia.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Dicho todo esto, vuelvo a lo mío. Hay
más novelas que escribir, más relatos que presentar a nuevas
convocatorias, más trabajo por hacer. Nos vemos, si os va bien, el
28 de septiembre en el <b><a href="http://hijosdecthulhu.blogspot.com/2019/07/el-dia-del-tentaculo.html" target="_blank">Día del Tentáculo</a></b>.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y ya otro día os cuento el viaje de
vuelta, que creo que dará para un relato de terror. Gracias,
paciente lector.
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-1592538652157767852019-07-31T15:44:00.000+02:002019-07-31T15:44:24.646+02:00DERROTA Y MIEL<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
DERROTA
Y MIEL
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1nmuwLL10mttI6T9Gnbajif0GyOuoycr39TIGIzKKQL8KdA_-ctCdHDGuf8zNtDCriGl5eeUB872paGgLRMkX-DlDxFfy5NVYC4eq6u3DHtrCohHj1_Dvhgh2T9Hwz40kyBlt7L5AFIU/s1600/derrotaymiel.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="554" data-original-width="430" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1nmuwLL10mttI6T9Gnbajif0GyOuoycr39TIGIzKKQL8KdA_-ctCdHDGuf8zNtDCriGl5eeUB872paGgLRMkX-DlDxFfy5NVYC4eq6u3DHtrCohHj1_Dvhgh2T9Hwz40kyBlt7L5AFIU/s320/derrotaymiel.jpg" width="248" /></a></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Mi
nombre es Jonathan Silencio, y soy la solución a esos problemas que
ignorabas tener.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Al
ataque de esa frialdad de mortaja que, como una mancha de humedad
entre dos paredes, crece invisible hasta que es demasiado tarde; a la
umbría oscuridad de maldición antigua que convierte tu vida en una
sucesión de desgracias incomprensibles; a la mala suerte repetida,
sin sentido, que te hace pensar en el suicidio. A los gritos
transparentes de la noche.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Soy
un detective sobrenatural. El mejor.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Entré
en el bar una soleada mañana de miércoles veraniego, de sombras
cortas y faldas cortas. De esas que te engañan haciendo que la vida
parezca sonreír.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Antes
de que mi bien torneado culo adornase una banqueta libre, Julián ya
tenía un tercio de cerveza servido. Un buen tipo, este Julián.
Cincuentón desgarbado, como hecho de raíces ansiosas y ramas
sabias, parece tener un sexto sentido para saber cuándo ando falto
de efectivo e invitarme a una o dos cervezas. Claro que es fácil
pillarme sin dinero. No sobra el trabajo para los cazadores de
espíritus.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–El
sábado tuvimos karaoke –me dijo cuando me senté frente a él.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ya
sabes que no me vas a convencer para cantar en público.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ya,
hombre, ya lo sé. Es que pasó algo r–r–raro, y a lo mejor es
algo de lo tuyo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Alcé
una ceja, interrogante, mientras daba un largo trago a la cerveza. Mi
cartera estaba tan vacía que empezaba a absorber la luz de su
entorno, así que estaba deseando encontrar un nuevo caso. –Acabamos
a eso de las dos de la mañana –me contó– y yo me quedé un rato
recogiendo, hasta y media o así. Dejé t–t–todo limpio y me fui
a casa. Cuando vine a abrir el domingo me encontré una botella de
whisky y un vaso sobre la barra.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Y
tú estás seguro de que no estaba ahí al irte?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Seguro,
seguro –dijo con vehemencia–. A ver, pensé que igual se me había
pasado, estaba cansado al irme. Pero es que el lunes por la mañana
volvió a pasar.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Remarcó
su frase con unas palmadas sobre la barra. Yo terminé mi cerveza y
señalé con la botella vacía las dos cámaras que vigilaban el
local. Una está al final del mostrador y la otra al fondo de la
sala, así que la puerta, la misma barra y casi todo el local quedan
cubiertos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Miraste
las grabaciones?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Claro,
joder –se retiró para atender a nuevos clientes–, ahora te lo
enseño. Buenos días, señores.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Me
quedé con mi cerveza vacía en la mano, que es lo más cerca de la
desesperación que puedo estar, hasta que Julián sirvió las
comandas. Vino después con un nuevo tercio y su teléfono móvil.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Echa
un ojo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Voy
a la terraza y lo veo tranquilo –dije señalando con la cabeza a
los demás clientes–, y así echo un cigarro.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Venga,
ahora me dices.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Me
senté a la sombra y puse en marcha la grabación. El bar estaba
vacío como un agujero y la marca temporal indicaba que eran las
cuatro de la mañana del domingo anterior. Durante medio cigarro no
pasó absolutamente nada, tan sólo el contador de segundos se movía.
Entonces la imagen se sacudió, fragmentándose y volviendo a la
normalidad. Una interferencia electromagnética. Sonreí. Al regresar
la imagen había una botella de Dyc sobre la barra.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Aquí
hay tema –me dije.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
El
ordenador situado al fondo de la barra se iluminó de repente,
mostrando la pantalla de inicio. Quedaba casi debajo de la cámara y
apenas pude ver la luz de la pantalla ni distinguir qué proceso se
ponía en marcha. La imagen tembló de nuevo, volviéndose turbia, y
se mantuvo así mientras yo acababa mi cerveza. Me mantuve atento,
sin apartar mis ojos de la pantalla más que cuando pasó la vecina
morena, que pasea a su perro en mallas ajustadas. Ella, no el perro.
El caso no era aún mío, así que no lo consideré una falta grave.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Cuando
la imagen volvió a ser clara vi que la marca de tiempo señalaba las
cinco y dos minutos de la madrugada. Enarqué una ceja. Avancé y
retrocedí varias veces, pero la primera conclusión era la correcta.
Se había perdido más de una hora.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Julián
aprovechó que el bar estaba tranquilo para salir a traerme una
cerveza y sentarse a fumar conmigo. Le devolví su teléfono.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Notaste
algo más que te llamase la atención? –pregunté– ¿Puntos fríos
en el local, manchas de fluido viscoso, olor a podrido o a flores
frescas?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Reflexionó
antes de contestar negativamente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Qué
es eso del olor a podrido?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Puede
ser una señal de presencias preternaturales, o de que se te ha
olvidado tirar la basura. También hay fantasmas que huelen a flores,
y eso parece depender de la actitud del espíritu, de su bondad o
maldad. El fluido viscoso o ectoplasma, que yo llamo “fantasmocos”,
es un rastro físico de su energía. Algo así como el sudor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Entonces,
¿crees que hay algo en el bar? –dijo, mirando al interior con
preocupación –¿Qué hago, cierro? A ver si le va a pasar algo a
los clientes.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Lo
peor que les puede pasar por ahora es que engorden con tus torreznos,
y merece la pena el riesgo. Pero convendría investigar, por si la
presencia es real y se fortalece. Puedo pasar una noche aquí y
hacerte un informe profesional.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Lo
dije como si me diese igual, aunque ya estaba calculando la tarifa en
mi mente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Sí,
p–por favor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Vale,
aparcaré el resto de mis casos, que para eso eres un colega. Te
costará...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Hizo
un ademán de rechazo con su gran mano nudosa, trazando jeroglíficos
de humo que surgía de su purillo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Lo
que sea, lo que sea, no quiero que le pase nada a nadie.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Sonreí.
Qué bondadosa ingenuidad, gracias a la que el mundo sigue siendo un
sitio soportable y los detectives sinvergüenzas pueden llenar sus
bolsillos. Pero conviene llevarse bien con un tipo que maneja una
provisión inagotable de cerveza, así que escribí mi tarifa
habitual en una servilleta, aplicando el veinte por ciento de
descuento, y se la pasé deslizándola por encima de la mesa.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Esto
y una botella de Jack.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Trato
hecho.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Eran
más de las doce de la noche cuando nos quedamos solos, al irse el
último grupo de currantes recién salidos de sus trabajos. Julián
echó la verja y yo saqué de mi mochila un par de bolsas de sal, de
un kilo cada una.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Hombre,
de eso tengo yo si te hace falta –dijo él.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ya,
pero así te lo pongo en la cuenta de gastos y te inflo la factura.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Le
expliqué que la sal es una barrera muy efectiva para evitar el paso
a los espíritus, así que sellamos puertas y ventanas con ella,
trazando líneas delante. Mientras tanto repasamos por enésima vez
lo que había ocurrido en la noche del karaóke. Según mi cliente,
asistieron los habituales. La única excepción que había alertado
mi sentido arácnido fue la presencia de tres parejas de jubilados,
que habían aprovechado una visita turística a Medina para pasarse
por el bar y divertirse. Hablaron bastante rato con Julián y le
contaron que las tres mujeres eran medinenses, emigradas a Madrid
para trabajar en diferentes momentos de su vida. Allí se habían
casado y hecho su vida, y ahora estaban celebrando la jubilación,
esa antesala de la muerte que permite aburrirse oficialmente a gente
que ha tenido una vida igual de tediosa antes.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Las
tres mujeres habían cantado unas cuantas de Mocedades, y dos de los
hombres estropearon la discografía del Dúo Dinámico. Me permití
una sonrisa al imaginar a Batman y Robin cantando “Resistiré,
erguido frente a todo...” mientras me lo contaba. Una de las
mujeres, la jovencita del grupo, dejó callado al bar entero cantando
“El hombre del piano” en la versión de Ana Belén, y Julián lo
recordaba porque su mujer, que trabajaba en la cocina, salió
llorando a escucharla. No era del todo significativo, porque tal vez
estuviese cortando cebollas, pero me lo apunté. Además, el grupo
había quedado con Julián en que cenarían allí el sábado
siguiente, así que la posibilidad de interrogarles quedaba abierta.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Tras
sellar el local con sal y despedirme de Julián, que cerró la puerta
y la verja por fuera siguiendo mis instrucciones, me quedé solo en
el bar. Todas las luces estaban apagadas, excepto un par de pequeños
focos sobre la barra que arrancaban lágrimas de luz a las botellas
del fondo. Me senté al fondo de la sala, donde ninguna de las
cámaras me veía, y empecé a fumar y beber para pasar el rato. Al
tercer cigarro conocía por su nombre a cada sombra y me sentía como
un personaje pintado por Edward Hopper. Nada se movía. Nada se
escuchaba. Estaba suspendido entre dos latidos de enamorado.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Noté
el frío al encender mi cuarto cigarro. El humo de la primera
bocanada se convirtió en aliento condensado, y mi piel se erizó
como si unos labios de mujer sususrrasen secretos a cada poro. Cogí
mi daga Matamuertos, que había dejado sobre la mesa, y la deslicé
en el cinturón, a mi espalda, mientras me levantaba. El ordenador se
encendió con un destello silencioso, acompañado de un leve parpadeo
en los focos. Cuando las luces volvieron había un hombre en pie tras
la barra.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Era
de altura mediana, con un bigotazo y unos pelos que, unidos a su
camisa remangada y su pantalón de pana, parecían sacados de las
primeras temporadas de “Cuéntame”. El trapo colgando del cinto y
el paquete de Ducados sobresaliendo del bolsillo izquierdo de la
camisa me dijeron que era mi nuevo camarero; la transparencia
palpitante de su cuerpo y el frío reinante, que estaba muerto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Me
acerqué despacio, la mano dispuesta a empuñar mi daga, mi rostro
tranquilo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Él
me miró antes de girarse y coger una botella de Dyc.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Estoy
cerrado, pero da tiempo a una en lo que echas el cigarro –dijo con
voz amable.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Una
y me voy, entonces –dije apoyándome en la barra–, y otra para ti
si te apetece.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Colocó
dos vasos de tubo y sirvió dos generosas raciones de whisky
segoviano.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Y
qué haces aquí, si está cerrado? –pregunté para romper el
hielo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Yo
soy aquí –dijo, encogiéndose de hombros–. La pregunta es qué
haces tú, aunque no me molesta la compañía.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
El
ordenador había arrancado. El programa del karaoke se había
iniciado, o lo inició mi fantasmal compañero, y una música que no
identifiqué sonaba en los altavoces. Tomé un trago mientras decidía
cómo afrontar la situación. Su respuesta, “Yo soy aquí” en
lugar de “estoy”, era reveladora. Un espíritu suele estar atado
a un lugar o a un objeto, y casi nunca lo saben. Él parecía ser
consciente. El plan A era cortarle en pedazos con mi daga
antifantasmas, y el B, escucharle y enterarme de qué pintaba allí.
Opté por el B. Quería descartar otras presencias fantasmales,
asegurarme de que erradicaba el problema en origen y acabarme mi
cigarro.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Soy
detective privado –le dije– y estoy investigando un viejo
asesinato relacionado con este bar. Seguro que tú llevas un montón
de tiempo aquí y puedes ayudarme.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Asesinatos,
en este bar? Primera noticia que tengo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Llevas
mucho aquí? –insistí–. Pasó hace tiempo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Bebió
un largo trago. Me fascinaba ver cómo el dorado licor iluminaba
desde dentro su garganta semitransparente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Compré
el local en el año setenta y nueve... me morí en el ochenta y
siete, así que casi ocho años. Claro que en cierto modo hace mucho
más tiempo, ¿no?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Encendió
un cigarrillo y yo le imité. Nos miramos entre nubes de humo tan
etéreas como él mismo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Y
en todo ese tiempo no ha habido asesinatos, casi ni peleas de
borrachos –siguió–, aunque a alguno he sacado a patadas en el
culo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
El
silencio se prolongó como una marea que crece, contenido apenas por
la música. No logré reconocerla, pero me di cuenta de que terminaba
y empezaba otra vez desde el principio.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Me
sorprendió que el fantasma fuese capaz de hablar de su propia
muerte. Muchos de ellos ignoran que están muertos, y muchos otros
reaccionan contra ese hecho con rabia, con dolor, con furia. Sin
embargo, el camarero parecía ajeno a ello. O indiferente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ha
llovido desde el ochenta y siete –comenté.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ha
llovido y ha escampado, sí. ¿Otra copa, no? Tiene que contarme eso
del asesinato, detective.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Claro,
me dije. Como si fuese yo el que tiene una historia curiosa aquí.
Pero bueno, me dije mientras trataba de reconocer la música, mejor
le doy palique antes de cargármelo. Parece tan peligroso como una
aspirina. Y esta noche me pagan por saber qué pasa, no por liarme a
cuchilladas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Mi
cliente piensa que ocurre algo fuera de lo normal en el local... y
veo que tiene razón.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Sonrió
mientras rellenaba los vasos.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Así
que me ha pedido que pase aquí la noche, que indague un poco. He de
reconocer que ha sido más fácil de lo que me esperaba.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Miró
a la pantalla del ordenador y el volumen de la música subió
mientras las luces del techo se atenuaban. Tal vez lo hizo porque le
gustaba, tal vez para demostrarme su poder.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Así
que –seguí, tratando de colocarme en una posición de fuerza– he
sellado el local, de forma que ningún espíritu podrá salir de
aquí. Y he preparado algunas armas, por si el fantasma resulta ser
violento.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Y
se ha encontrado usted muchos fantasmas violentos? A lo mejor quiere
contarme alguna buena historia.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Casi
todos. Nos quedaríamos sin segoviano antes de que te contase la
mitad.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Levantó
la botella, observando su contenido con pericia de camarero viejo,
del que sabe cuántos chupitos le quedan por servir sólo con tantear
el peso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Pues
es la última del almacén –se quejó–. Yo nunca me quedé sin
Dyc en el almacén.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Son
otros tiempos, se vende menos. Supongo que en tus años no había
tantas marcas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Supongo
que no –rellenó los vasos de nuevo–, pero bastará hasta las
cinco.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Qué
pasa a las cinco?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Me
retiraré a descansar. Es... fue mi hora, si entiende lo que quiero
decir.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Murió
a las cinco de la mañana. Seguramente, junto a la barra de aquél
bar donde Julián ponía copas cada día. A mí me daba igual, llevo
mucha tierra de tumba bajo las uñas, pero supuse que a mi cliente no
le gustaría demasiado. Mala suerte. La canción terminó de nuevo, y
el silencio se impuso. El humo de mi cigarro y las preguntas se me
acumulaban en la boca, y empecé a soltar ambas cosas.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Esa
es la canción que sonaba cuando te mataron?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Matarme?
Nadie me mató, detective. Me falló la patata, así de simple –dijo
dándose unas palmadas en el pecho– mientras echaba cuentas aquí.
Mientras pensaba en la próxima reforma, en la boda, en dónde ir de
vacaciones o cuántas letras me quedaban para pagar el coche. Me morí
mientras intentaba vivir.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Y
sonaba esa canción.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Y
sonaba nuestra canción.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Se
giró y entonces ocurrió algo extraño. Una especie de niebla, una
cortina vertical, acompañó su giro, modificando la imagen de lo que
había frente a mí. La estantería de botellas cambió,
convirtiéndose en un estante de madera. En los huecos libres había
carteles de partidos de fútbol del Valladolid, de corridas de
toros, y algunas fotos en blanco y negro de mi fantasma, acompañado
de desconocidos que supuse fueron relevantes en su vida.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Dio
dos pasos hacia la cocina, y la cortina de niebla antigua reveló un
equipo de música que le habría parecido chulo a Marty McFly. Puso
en marcha el reproductor de cinta y la música volvió a sonar, esta
vez acompañada de la voz de Ana Belén.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
“Esta
es la historia de un sábado</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
de
no importa qué mes,
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
y
de un hombre sentado al piano,
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
de
no importa qué viejo café”</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
La
reconocí, claro. Lleva sonando desde los años ochenta, y creo que
es a la música lo que un bocadillo de alquitrán caliente a la
gastronomía. Oscura, pegajosa y triste. Miré a mi alrededor. Las
sillas de haya y el moderno futbolín, el suelo de gres y la máquina
de tabaco, todo había sido sustituido por mobiliario antiguo, tarima
añeja y hasta una cortina de flecos de plástico en la puerta. De
alguna forma, mi fantasma me había hecho viajar atrás hasta una
época tan antigua que me extrañó no ver en blanco y negro.
Atacarle quedaba descartado, al menos hasta que supiera cómo
regresar a mis malos tiempos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
“Toca
otra vez, viejo perdedor,
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
haces
que me sienta bien.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Es
tan triste la noche que tu canción</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
sabe
a derrota y a miel”</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Estos
son tus recuerdos? –pregunté.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Asintió
con tristeza. Su mirada estaba clavada en una fotografía, en la que
le acompañaba una mujer guapa, morena y espigada. Ambos vestían con
elegancia de proletarios y sonreían a la cámara como dos estúpidos
que creen que todo les saldrá bien, que todo está por venir. Como
dos enamorados.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Reconocí
el paisaje que había detrás. Era el paseo de Versalles, en la misma
Medina, aunque los árboles parecían más abundantes y frondosos que
en la actualidad, y el río Zapardile, al fondo, llevaba mucha más
agua que ahora. La vegetación y el vello corporal eran mucho más
frondosos en los años ochenta.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Estos
son mis recuerdos. Y pronto llegarán mis sueños. A las cinco. Por
eso tienes que irte. Déjame con mis cosas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Sueños.
¿Hay sueños más allá de la muerte?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Claro.
Hay sueños y esperanzas. Por eso no me fui nunca.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Por
eso volviste cuando ella cantó la canción el sábado por la noche
–susurré. A esas horas era fácil de deducir.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Siempre
he estado por aquí, en cierto modo. Y estaré.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Puedo
ayudarte con eso –dije de forma impulsiva–. Ayudarte a cruzar del
todo.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Jugó
con su vaso, haciéndolo rodar entre las manos durante unos segundos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
“Toca
otra vez, viejo perdedor,
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
haces
que me sienta bien”</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Hay
recuerdos al otro lado?¿Vendrán conmigo?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–No
lo sé –pensé en mi propia muerte, de la que había regresado sin
recordar ni siquiera mi verdadero nombre–. Espero que haya paz,
pero no lo sé a ciencia cierta.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Lo
ha hecho antes, verdad?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Muchas
veces. La gente se queda anclada. Muertes traumáticas, asuntos
pendientes, magia negra, tragedias de todo tipo... y yo puedo
solucionarlo antes de que pase algo peor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–No
hacen falta asesinatos ni grandes cosas, detective. Ni... ni
invocaciones ni crímenes ni magos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
La
gente vive y ama y muere y odia, y sueña y recuerda. Y es derrotada
y a veces gana, pero sólo a veces. Las tragedias pasan todos los
días, en todas partes. Eso es la vida, y es buena. Demasiado buena
como para olvidarla. Demasiado buena como para irse y olvidarlo todo,
sin más.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Asentí.
No tenía mucho que decir a eso. No iba a irse voluntariamente.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Y
a usted, detective... ¿le quedan esperanzas? –preguntó mientras
rellenaba el vaso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Ninguna
–dije antes de apurarlo a trago duro–, pero me quedan peleas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
El
whisky se me atragantó durante un segundo, haciéndome toser,
abrasando mi garganta como una lágrima contenida. Cuando abrí los
ojos, el bar era el que yo siempre había conocido y yo estaba solo.
Solo, delante de una botella de whisky, dos vasos vacíos y una vieja
foto enmarcada, de una pareja que sólo tuvo tiempo de soñar, que
sólo pudo compartir recuerdos de derrota y miel a ambos lados de la
muerte.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Qué
cabrón –le susurré al vacío.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Al
día siguiente le conté a Julián todo lo ocurrido y le di la foto.
La historia no daba para novela, desde luego. El dueño del bar tenía
una relación con la chica de la foto, con la que compartía canción
y esas cosas tan bonitas. Él murió de un poco emocionante infarto,
y ella siguió adelante con su vida. Acabó trabajando y casándose
en Madrid, y cuando regresó al pueblo para celebrar su jubilación
no resistió la tentación de volver al viejo bar, de sumergirse en
los viejos recuerdos, de cantar la vieja canción.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Tal
vez quiso hacer un homenaje secreto, privado, a ese amor que no pudo
ser, tal vez incluso ese viaje tenía como objetivo sumergirse una
última vez en la nostalgia, disfrutar de aquellos paseos por
Versalles y aquellos proyectos compartidos que nunca fueron. La
gente, a veces, encuentra consuelo y alegría en ese tipo de
comportamientos, por mucho que yo no los entienda. Visitamos el
cementerio de nuestra añoranza para dejar flores frescas de anhelo y
sonrisa. Somos unos cretinos.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Expliqué
a mi cliente los pasos a seguir. Volvería esa misma noche, equipado
para un exorcismo y una limpieza total. Después buscaría la tumba
del camarero y quemaría los restos, evitando así que volviese
jamás.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Él
me miró, asintiendo vagamente, volviendo sus ojos a la vieja
fotografía cada pocos segundos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
En
ese momento, mientras yo calculaba mentalmente la tarifa a aplicar,
su mujer salió de la cocina y colocó una bandeja de callos en la
vitrina. Se miraron durante un instante, ella sonriendo con las
mejillas sonrojadas por el calor y el trabajo, él serio y tranquilo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–V–vamos
a dejarlo, macho –me dijo cuando ella volvió dentro–, después
de todo no hace daño a nadie. Y seguro que a la señora le gustará
recuperar la foto.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Di
un trago a mi cerveza, dispuesto a protestar. Se me escapaba un
dinero fácil. Tenía que convencer a aquél idiota sentimental de
que lo mejor para los muertos es estar muerto. Recordé entonces la
mirada del fantasma al ver la foto, tan parecida a la de Julián
cuando su mujer salió de la cocina y sonrió. Supongo que hay cosas
que yo no puedo entender, que hay vidas que merecen la pena aunque el
dolor exista, que tal vez tengan sentido gracias al suave dolor del
día a día, a los sueños que no pueden cumplirse, a los proyectos
demasiado lejanos, sólo porque hay momentos, para mí aburridos y
normales, que les dan sentido. Complicidades que duran el aleteo de
una mariposa pero que son suficientes para llenar el aire de color.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Había
perdido la oportunidad de ganar pasta, así que asentí y me pedí
otra cerveza. Y una ración de callos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–¿Y
qué vas a hacer entonces, Julián? –pregunté mientras pringaba
pan en la espesa y rica salsa.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
–Voy
a comprar una caja de Dyc –dijo sonriendo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: 0.1cm;">
Después
me entregó la paga por mi noche de vigilancia y se alejó para
atender a otros clientes, mientras yo me dedicaba a disfrutar mis
callos sin darle más vueltas al tema. El caso estaba cerrado.
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-50709564517926859822019-06-25T09:40:00.002+02:002019-06-25T09:40:39.403+02:00ESPERÁBAMOS SU VISITA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlnzqOO4KozLMzYf0JXyfegFPTVmtdrgXKwO8OiPf3JafzqcJGM9eb34Vkdl96bVkRVoZBQ_pav464AHJLo4eXbG1GKPKV08gXCjmfhbJTctSQOqV36UaJl9794QWwPeI3Arstf1ugHOQ/s1600/destacadacastillolamota.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="437" data-original-width="820" height="170" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlnzqOO4KozLMzYf0JXyfegFPTVmtdrgXKwO8OiPf3JafzqcJGM9eb34Vkdl96bVkRVoZBQ_pav464AHJLo4eXbG1GKPKV08gXCjmfhbJTctSQOqV36UaJl9794QWwPeI3Arstf1ugHOQ/s320/destacadacastillolamota.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
ESPERÁBAMOS
SU VISITA.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
aparcó junto al Centro de Recepción de Visitantes, regalándose
unos segundos para contemplar el impresionante castillo de la Mota,
aquél que había acompañado sus sueños infantiles de ser princesa,
vigilado sus primeros besos y botellones en los pinares circundantes,
e inspirado su carrera en Historia del Arte cuando llegó el momento
de tomarse la vida en serio.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Desde
el coche no podía ver la parte superior de la torre del homenaje,
situada a cuarenta metros de altura, pero eso podía esperar. Lo
primero, primero.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Sacó
su teléfono móvil y llamó al Centro de Recepción, reservando
dieciocho de las veinte plazas para la visita teatralizada a la torre
del mes siguiente. Era octubre, temporada baja, así que no hubo
problemas para hacerlo, como ya esperaba. Cosas del destino.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Tras
formalizar la reserva y dar los datos de su tarjeta, Marisol bajó
del coche y entró en el Centro. La estructura de oscura madera
albergaba no sólo la recepción y tienda de regalos, sino también
unos interesantes restos neolíticos que se hallaron al cavar su
cimentación. Sobre dichos restos estaban los vestigios de algunos
antiguos silos para grano, de la época medieval. Siempre le había
sobrecogido el ciclo inagotable que llevaba a la humanidad a
asentarse en lugares como la Mota.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Casi
mil años atrás, alguien excavó los silos buscando un lugar seguro
donde guardar la cosecha, preservándola del acoso de sus enemigos y
las inclemencias del clima, para encontrarse paredes antiguas y
suelos de piedra que otros humanos construyeron milenios antes. Y
siglos después, los actuales pobladores se reencontraron con aquel
olvido.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
“¿Quién
vendrá más tarde a desempolvar nuestros cimientos?”, se
preguntaba siempre.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Hola
-saludó al llegar al mostrador-, venía para reservar dos pases para
la visita a la torre. Para el diecisiete de octubre.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Uy,
pues por los pelos -dijo la simpática recepcionista sin necesidad de
consultar su ordenador-. Acabo de cerrar un grupo para entonces y
justo han sobrado dos...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
muchacha sacó las dos entradas, que Marisol pagó en efectivo. Por
suerte, no parecía haberse dado cuenta de que la voz era la misma
que le habló por teléfono un minuto antes. Marisol se despidió,
contenta del buen desarrollo de su plan.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Paseó
alrededor del castillo, admirando su planta trapezoidal, su baluarte
de ladrillo mudejar que había desafiado a la artillería de un
imperio, su inquebrantable fortaleza, tachonada de grietas y muescas
provocadas por esa artillería. Piel antigua y sólida cuyas
cicatrices la hacían más hermosa, más fuerte y real. Seguro que a
Joaquín le encantaría la visita personalizada.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Joaquín
dejó su Audi A5 Sportback en el aparcamiento del hotel Villa de
Ferias.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Se
detuvo para encender un cigarrillo y observar la lejana silueta del
castillo de la Mota, vigilante eterno de la villa que dormía a sus
pies.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
noche se le había echado encima en la carretera por culpa del
intenso tráfico y de un camión accidentado que le obligó a
desviarse, pero la visión de la fortaleza iluminada, suspendida en
apariencia en el aire nocturno, hizo que se alegrase. Aunque la
pequeña colina estaba habitada, las farolas de sus calles eran
apenas visibles. La luz anaranjada que ilumina el lienzo y la torre
del castillo lo convertían en algo ingrávido, un coloso etéreo que
se cernía sobre un mundo dormido. Aspiró con fuerza el humo del
cigarrillo y sintió un leve escalofrío. Había algo de hermoso pero
también de terrible en la imagen. Sacudió la cabeza, riéndose de
sí mismo, y entró en la cafetería del hotel.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Había
visitado varias veces la pequeña ciudad. Como profesor de Historia
del Arte, y en algunas excursiones particulares. Siempre merecía la
pena ver el castillo, la Colegiata y muchos otros monumentos que
adornaban sus calles, pero nunca pensó que lo haría en compañía
de una chica como Marisol.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Se
conocieron en la facultad. No fue su mejor alumna, pero sí la más
inquieta y divertida. Él, un joven profesor con la seguridad que da
poseer una inteligencia extraordinaria y tener el respaldo de una
familia adinerada; ella, una becaria ambiciosa y dispuesta a discutir
por todo. La diferencia de edad, llamativa pero no escandalosa. Fue
difícil que Joaquín no perdiese los papeles en un par de ocasiones,
iniciando una relación que ella evidenciaba desear, y que habría
ido contra los principios del maestro y las reglas de la Facultad.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Ahora
había pasado el tiempo, Marisol ya no era su alumna, y el destino o
la casualidad les habían reunido de nuevo en un proyecto de
investigación sobre el antiguo Palacio Testamentario de Medina del
Campo, donde había muerto Isabel la Católica.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
atracción seguía siendo fuerte, la ocasión era inmejorable, y
ambos decidieron pasar juntos el fin de semana anterior al inicio de
los trabajos. Marisol le había invitado a visitar el castillo,
restaurado en los últimos años, y disfrutar de las visitas
teatralizadas que ahora ofrecía. Eso sería al día siguiente, por
supuesto. Esta noche sólo tenía que darse una buena ducha, ponerse
guapo y cenar con ella en el comedor del hotel.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Echó
una última mirada a la ciclópea torre, achacando el escalofrío que
le sobrevino a los nervios que le producía tener una cita tras tanto
tiempo de celibato y soledad. ¿Qué otra cosa iba a ser?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Llegaron
hasta el castillo paseando, pese a que el frío parecía filtrarse
por cada poro descubierto. Ambos tenían guantes, y ambos los habían
dejado en los bolsillos de sus abrigos, disfrutando del tacto de la
mano del otro, entrelazados en una ilusión nueva. Cruzaron el patio
diez minutos antes de la hora de inicio de la visita. Los dos
conocían muy bien el resto del monumento y no les valía la pena
pasar frío recorriendo el exterior.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Habían
pasado la noche juntos, disfrutando de la tímida complicidad y del
deseo aplazado, descubriéndose palmo a palmo hasta que la luna se
retiró, tal vez agotada de tanto mirar. Después, Marisol se había
dormido, la cabeza sobre el pecho de Joaquín, y él había intentado
hacerlo. Pero algo, unos nervios nuevos y desconocidos que la pasión
no había calmado, le mantuvo despierto hasta el amanecer.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
El
paseo le había tranquilizado, la suave risa y la conversación
imparable de ella le distrajeron, y aún así sentía una fría
inquietud al llegar la pie de la lujosa escalera que llevaba al
interior de la torre. Lo achacó de nuevo a la falta de costumbre,
aunque no pudo evitar la sensación de que entre aquellos muros hacía
mucho más frío que en la calle.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Hola
-saludó una de las guías del castillo, bajando la escalera-, soy
Araceli, bienvenidos al castillo de la Mota ¿Venís para la visita
de las doce?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Hola,
buenos días -Marisol sacó de su bolso las entradas-. Sí, somos
nosotros.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Vale,
genial. Empezará en unos minutos. Es que estamos esperando al resto
del grupo, que tenía concertada la misma visita, pero no han llegado
aún...</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
sonrió. Su teléfono móvil, en modo silencio, había vibrado varias
veces desde que llegaron. La organización preocupándose por el
ficticio grupo, supuso. Pero aquél día la torre era sólo suya, y
la visita resultaría inolvidable.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Claro,
esperamos, tranquila.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Siento
el frío y la espera -se excuso la joven-. De verdad que si no
llegan, en cinco minutos empezamos. La visita es teatralizada, como
saben. Uno de los actores les recibirá aquí mismo, al pie de esta
escalera, que es una réplica de la del hospital de la Latina, en
Madrid, al igual que nuestra portada gótica. Después irán
ascendiendo y los actores les contarán muchos más detalles.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Genial,
estoy deseando verlo -dijo Joaquín, tratando de sonreír pese al
nudo que crecía en su estómago.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Voy
a comprobar si llega el grupo y en un minuto empezamos. Siento de
verdad la espera -dijo la guía, retirándose hacia la entrada del
patio.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-La
gente no tiene formalidad -se quejó Joaquín cuando la perdieron de
vista.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Pobre,
no es culpa suya. Es muy maja.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Él
sonrío y le robó un rápido beso.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Lo
digo por los del grupo, tonta.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Esperábamos
su visita -dijo una voz de mujer surgida de la umbría escalera-.
Sean bienvenidos, señores.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
y Joaquín dieron un pequeño salto atrás, asustados. Unos escalones
por encima de ellos había una mujer, alta y morena, vestida de
blanco, reflejando la luz tenue de las escasas bombillas en sus
brocados y puntillas, como flotando sobre la piedra con la solemnidad
de una luna naciente.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
ilusión pasó al sonreír ella mientras bajaba otro escalón,
invitándolos a subir mientras les daba la bienvenida como si ellos
fuesen ricos comerciantes de Flandes, llegados a Medina del Campo
para participar en sus ferias comerciales, tal y como ocurría en el
siglo XVI.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
mujer se presentó como doña Beatriz, guardesa de la fortaleza, y
les contó, mientras llegaban a la primera de las cinco plantas de la
torre, que su esposo, don Fernando, les atendería en seguida,
disculpando su tardanza por estar él preocupado en asuntos relativos
al inventario de las bodegas. El tono de sorna y los gestos pícaros
de la actriz sugerían claramente que don Fernando estaría catando
los vinos, y que esa era una costumbre habitual en él.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Qué
bien lo hace -susurró Joaquín al oído de Marisol-, y qué
vestuario tan realista y detallado.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Ya
te dije que te gustaría. Se lo curran mucho.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
estaba encantada. Había conseguido una visita única, con todo el
encanto de la actividad para turistas pero mucho más exclusiva. Al
salir, explicaría a Joaquín su maniobra para que él valorase aún
más la experiencia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Doña
Beatriz mantuvo abierta la puerta para que la pareja pasase,
contándoles algunos detalles sobre la arquitectura de la torre, sus
muros de ladrillo con un espesor de más de tres metros en algunos
puntos y su planta octogonal de boveda plana, que en cada nuevo piso
cambiaba el número de sus lados. Cerró la puerta tras ellos,
quejándose de las corrientes de aire y lo que costaba calentar las
estancias como haría cualquier ama de casa. Los visitantes sonrieron
mientras avanzaban, cogidos de la mano, hacia la siguiente escalera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Las
luces eléctricas parpadearon, zumbando como moscas ansiosas, y los
tres se detuvieron un momento. Joaquín creyó escuchar un crujido de
llaves viejas a su espalda y miró hacia la pesada puerta. No, seguro
que había sido el crepitar de las luces.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Desde
la escalera de la segunda planta llegó el sonido de pasos
apresurados, y apareció un hombre joven, ataviado con una rica
camisa blanca, jubón y calzas, todo ello de noble tejido pero
llevado con descuido. Incluso se veían algunas manchas de vino tinto
en la pechera.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Ya
estás aquí -dijo doña Beatriz con voz alegre, acercándose a su
marido-. Poca vergüenza tienes para dejarme a mí recibiendo a
nuestras nobles visitas mientras tú te pierdes entre los toneles,
mal hombre.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Lo
dijo en un susurro fingido, destinado a ser escuchado por los
turistas, y él contestó en el mismo tono.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Mi
señora, es responsabilidad de un buen anfitrión elegir los mejores
caldos para agasajar convenientemente a nuestros ilustres invitados,
y en ello sacrificaba un tiempo que, sin duda, preferiría pasar
entre vuestros brazos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Malandrín
-dijo ella, dándole una fuerte palmada en el pecho.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Estrella
de mi cielo -dijo él, zalamero.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Desgraciado
-una nueva palmada, más suave, casi cariñosa.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Sólo
cuando mis ojos no te contemplan.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
La
pareja se besó apasionadamente mientras Marisol y Joaquín sonreían
ante la representación. Beatriz y Fernando hacían un gran papel de
matrimonio que se quiere y no se soporta, y la picaresca complicidad
que exhibían resultaba divertida. Tras el beso, ella abofeteó a
Fernando, tachándole de descarado, y se retiró escaleras arriba.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Ah,
mujeres -se quejó el joven, pasándose la mano por su recia perilla
negra-. En qué pensaría Dios nuestro señor al arrancarnos la
costilla, si con ella se llevó tanto de nuestro discernimiento.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
y Joaquín rieron de nuevo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Sigamos
con el recorrido de vuestro nuevo hogar, mis señores -dijo el
actor-. ¿Es esta la primera vez que visitáis tierras castellanas?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Yo
soy de aquí -dijo Marisol-, y él de Granada, pero sus antepasados
eran castellanos, ¿a que sí?</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Joaquín
asintió, encantado de participar en una visita tan interactiva.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Estoy
investigando mi genealogía -explicó- y aunque no estoy muy seguro,
creo que mis raíces están aquí o en Zamora, en la zona de Toro.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Fernando
señaló con un ademán la escalera y empezó a subir, seguido de los
visitantes.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Tenéis
sin duda el porte de un buen castellano, nuestra frente noble y
nuestra sobria hombría. Apostaría las rentas de este castillo, si
fuese mío, a que vuestro linaje procede de estas tierras en las que
Dios dejó su firma.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Siguió
contándoles la historia de Medina, haciéndolo en tiempo presente,
como si estuviesen en esos años del siglo XVI en que, fallecida la
reina Isabel, el emperador alemán don Carlos llegó a gobernar las
Españas. Llegaron a la segunda planta mientras Fernando explicaba
cómo la llegada del rey Carlos, con sus leyes alemanas y sus
costumbres extranjeras, provocó un enfrentamiento armado contra el
pueblo castellano que la historia conocería como Guerra de los
Comuneros.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Las
escaleras eran estrechas, irregulares, con unos escalones más altos
o anchos que los otros. Una de las muchas medidas defensivas que
confundían y retrasaban el avance de cualquier invasor. Marisol
tropezó al fallar de nuevo las luces, y habría caído de no
sujetarla Joaquín.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Cuidad
dónde ponéis los pies, mi señora -dijo el actor en tono
preocupado-, sería lástima que tuviéramos que detenernos antes de
llegar a la torre del caballero, cúspide y culmen de esta
estructura, desde donde podréis ver el mundo todo como nunca antes
lo vistéis.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Araceli
llegó a la puerta del patio mientras llamaba al Centro de Recepción
para comprobar si tenían noticias del grupo. Se giró hacia la
escalera noble justo a tiempo de ver a los dos turistas iniciando el
ascenso, precedidos por una figura blanca y difusa, apenas percibida
entre la balaustrada. La joven guía pensó que los actores habían
empezado la visita puntualmente, y se sintió algo molesta porque no
hubieran esperado la confirmación para hacerlo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Bueno
-se encogió de hombros-, seguro que la pareja lo pasa bien, con todo
el castillo para ellos solos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Marisol
y Joaquín jadeaban ligeramente al llegar a la cuarta planta, poco
acostumbrados a escaleras tan empinadas y estrechas. Su anfitrión
les sonreía desde el rellano, animándoles a seguir.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Reposaremos
las piernas y los corazones en esta estancia, mis señores -dijo al
abrir-, donde el gran César Borgia, que el diablo lo guarde en
profundo abismo, estuvo preso tras su enfrentamiento con el Papa y su
traición a nuestros Reyes Católicos. Cuentan que César, tan
malvado como valiente, escapó descolgándose por la ventana que
ahora veréis, y que sucedió esto en una noche de octubre de 1506,
sin que los más de treinta metros de altura doblegasen el valor de
nuestro fugitivo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Entraron
en la estancia, encontrando a doña Beatriz que, sentada en el
alféizar de la ventana, bordaba aprovechando la tibia luz del sol de
octubre.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
A
Joaquín le sobrecogió la belleza de la escena; la luz parecía
enmarcar y a la vez atravesar los blancos ropajes, como si la mujer
no estuviese presente del todo, como si sólo el rostro, enmarcado
por los negros cabellos, fuese del todo real. Allí, flotando en su
rayo de luz, parecía tan eterna y antigua como el mismo castillo,
presa de un hechizo sin tiempo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-¡Ah,
aquí está la luz de mis ojos! -exclamó don Fernando-. Querida,
deja esos bordados y sírvenos una copa de vino de Rueda, que mi
garganta se seca de tanto contar las hazañas de nuestro tiempo, y la
subida por esos escalones ha dejado sin aliento a nuestros amigos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Cualquier
excusa te parece buena para remojar tu lengua mentirosa -se quejó
ella, dejando el bordado sobre el alfeizar y sirviendo el vino, que
esperaba sobre una mesa cercana, junto a cuatro copas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Los
dos visitantes, embriagados por el entorno y distraídos por la
representación, no se extrañaron de que hubiese una bandeja con
cuatro copas cuando la visita estaba prevista para un grupo de veinte
personas, limitándose a disfrutar del refrigerio mientras doña
Beatriz y don Fernando les contaban la historia del gran incendio de
Medina.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Araceli
regresó al patio para tomar un café. Aunque el Centro disponía de
varias máquinas expendedoras, el personal de limpieza tenía una
cafetera de verdad y siempre había de sobra para todos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Se
extrañó al encontrarse allí con los actores que encarnaban a doña
Beatriz y don Fernando, cómodamente sentados a la mesa.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-¿Ya
habéis terminado la visita? -preguntó.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Si
no ha ido nadie -dijo Fernando-, el grupo no se ha presentado.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Pero...
pero la pareja... si te he visto subir con ellos -dijo, mirando a la
mujer.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-¿A
mí? -se extrañó ella-. Yo he estado con éste todo el rato. Nos
habéis dicho que el grupo no venía y hemos aprovechado para echar
un café.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Pues
yo he visto a alguien subir con ellos, y llevaba un vestido blanco.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Araceli
se dirigía ya hacia la puerta mientras hablaba, seguida de los
actores.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Alguien
se ha colado -se quejó Fernando-, llama al de Seguridad por si
acaso.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Los
tres cruzaron el patio apresuradamente en dirección a la torre.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Las
luces volvieron a parpadear, apagándose definitivamente, mientras
don Fernando contaba cómo, en la Guerra de los Comuneros, la
fortaleza de Medina del Campo había sido guardiana de la artillería
real; en aquel año de 1520 del que los actores hablaban como si
hubiese sido ayer, las tropas del rey Carlos tenían intención de
atacar Segovia, plaza fuerte del ejército rebelde, cuyos ciudadanos
habían ejecutado sumariamente a Rodrigo de Tordesillas, procurador
en las cortes.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Así,
siguió narrando doña Beatriz mientras don Fernando encendía
algunas velas y una linterna sorda, un ejército de mil quinientos
hombres llegó a Medina del Campo para recoger esa artillería y
usarla en el ataque, ya que la ciudad de Segovia estaba bien
defendida por milicias llegadas de Toledo y Madrid, y sus líderes,
Padilla, Zapata y Bravo, no tenían intención de acatar la autoridad
de un rey extranjero. Los medinenses, que en su mayoría apoyaban la
lucha por la libertad, colocaron barricadas en los puntos
principales, negándose a entregar los cañones y plantando cara al
invasor.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Terminado
el vino y alumbrados sólo por la vieja linterna, los cuatro subieron
el último tramo de escaleras hasta llegar a la azotea. Las sombras
danzando lentamente y el frío, que no hacía más que aumentar,
provocaron la incomodidad de Joaquín, que estaba cada vez más
tenso, más agobiado, mientras Fernando retomaba la narración y les
contaba cómo las tropas reales, ante la resistencia de los
medinenses, decidieron tomar medidas drásticas. La voz del actor
adquirió un tinte profundo, cavernoso, que Joaquín achacó a la
extraña acústica de las escaleras, aquí más empinadas y
estrechas, hasta que salieron juntos a la azotea. Por un momento, el
espectacular paisaje hizo que olvidase su aprensión, y tomando de la
mano a Marisol, caminó hasta las almenas, disfrutando de una
panorámica increíble de la villa de Medina, sus campos y hasta
algunos de los pueblos cercanos, caminos antiguos que atravesaban los
pinares como si fueran las venas de la tierra y manchas pardas,
amarillas y verdosas tapizando de cultivos el paisaje.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Mi
señor Joaquín -dijo doña Beatriz con tono suave-, nos contásteis
a vuestra llegada que vuestro noble linaje podría tener origen en
estas tierras.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Así
es -dijo él, mientras caminaba con Marisol junto a las almenas,
disfrutando las vistas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-También
Antonio de Fonseca, uno de los capitanes del ejército sitiador,
procedía de Toro -comentó don Fernando-. Cuando los medinenses se
empecinaron en guardar para sí la artillería, fue este Antonio de
Fonseca quien negoció con nosotros, adulándonos primero,
amenazándonos después, y decidiendo finalmente prender fuego a las
calles y almacenes de la villa, sumiéndola en la muerte y la ruina
más profundas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Joaquín
y Marisol miraban el patio del castillo, que en ese momento cruzaban
tres personas a paso rápido. Reconocieron a la guía que les había
recibido, aunque su sorpresa vino al fijarse en los otros dos, un
hombre y una mujer ataviados como sus anfitriones, que desde aquella
altura inmensa parecían versiones en miniatura de éstos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Imaginad
-dijo la voz de doña Beatriz, sollozando- el dolor, la ira y la
impotencia de los jóvenes señores del castillo, cuya protección y
cuidado les había encomendado esta ciudad que ahora arde por la
crueldad de los ejércitos reales.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Imaginad
-siguió Fernando- la desesperación de ver cómo arde todo lo que se
ama, la rabia de esos jóvenes, enamorados, felices hasta entonces,
que en una sola tarde de agosto quedaron sin futuro, despojados de
tierras y honores, proscritos ante el rey, ciudadanos de una villa
arruinada.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Joaquín
y Marisol se giraron lentamente, como si el vino, el frío u otra
fuerza extraña les atontase, entorpeciendo sus movimientos. Sus
anfitriones eran ahora dos cuerpos antiguos, deformados, cuya piel
grisácea aparecía reventada, sus ricos paños cubiertos de sangre y
tierra, sus rostros jóvenes enmohecidos y desecados por el tiempo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Imaginad
cómo el dolor les llevó a cometer el mayor de los pecados contra
Dios y los hombres, y cómo ambos, juntos, saltaron desde estas
almenas buscando en la muerte el consuelo que la vida les había
robado.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
-Imaginad
-dijo la boca muerta de Beatriz- cuánto hemos tenido que esperar
para que el último de los Fonseca regrese a nosotros.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Antes
de que Joaquín pudiese decir nada, los dos espectros dieron un paso
al frente, las manos extendidas, empujando con fuerza a la pareja.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
Araceli
y los actores llegaban al pie de las escaleras cuando los gritos les
hicieron detenerse y mirar hacia el patio. Nada pudieron hacer,
excepto sobrecogerse al escuchar el crujido húmedo de los cuerpos
estrellándose contra las viejas piedras.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 0.1cm;">
<br />
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-50556454801025373192019-05-17T11:13:00.001+02:002019-05-17T11:13:17.338+02:00UNA ÚLTIMA LUNA<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCulyjGXhGYi_GjDYm2-Rq3NotOJqniEbNNpZlnoacdUOf4QKJ7y_ZyR8OcfzepzoFmpYRApHWgJBGJZDDpitzRAkdWEtYH7qMA7DVDSIE7xkPLElURkR3THg2-n0nqNxeYPImRMqxcKw/s1600/15x21_Cubierta_Una%25C3%25BAltimaluna4.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1143" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCulyjGXhGYi_GjDYm2-Rq3NotOJqniEbNNpZlnoacdUOf4QKJ7y_ZyR8OcfzepzoFmpYRApHWgJBGJZDDpitzRAkdWEtYH7qMA7DVDSIE7xkPLElURkR3THg2-n0nqNxeYPImRMqxcKw/s320/15x21_Cubierta_Una%25C3%25BAltimaluna4.png" width="228" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hola, paciente lector. Hoy vengo
sacando pecho, porque ser parte del libro que voy a recomendarte es
algo que me provoca mucho orgullo y un poco de síndrome del
impostor.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
“Una última luna” es una antología
de relatos, todos ellos basados en diferentes mitologías, que
incluye uno de mis cuentos. Empecemos por presentar y saludar a los
compañeros que conforman la antología.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<ul>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
</div>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«En
el hielo» de Maeva Nieto</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Catarsis»
de Celia Añó</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«El
espectro» de Victor Dagro</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Se
lo debéis» de Aina Ogayar</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«El
devorador de sueños» de Sara Cruces</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Amduat»
de Raquel Aysa Martínez</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«La
luz de Amalur» de Erik Reenberg</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Bosque
y vida» de Isabel Pedrero</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Dioses
olvidados» de Mercé Homar Mas</span></span></span></div>
</li>
<li><div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">«Una
última luna» de J.D. Martín</span></span></span></div>
</li>
</ul>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<br />
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">El
libro, disponible en papel o ebook, llega de la mano de <a href="https://helaediciones.com/tienda/" target="_blank"><span style="color: red;">HelaEdiciones</span></a>, y es su primera publicación. Una editorial nueva,
metiéndose con ganas en esta pelea maravillosa que es el mundillo
literario, y de la que creo que hablaremos en el futuro. Por ahora, y
ya sabes que yo soy un autopublicado vocacional, esta editorial me
hace recuperar la fe en ellas. </span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Pero
hablemos un poco de los relatos. Vas a encontrarte historias en torno
a la mitología nórdica, algunas leyendas vascas, mitos esquimales,
a la vieja Baba Yaga y mucho más. Cada autor ha tenido toda la
libertad para localizar su relato en el género, tiempo y lugar que
ha preferido. Y eso se nota. Todo el libro huele a libertad, a
fantasía, sabe a imaginación, a entretenimiento; hay misterio, pero
también humor. Diez mundos por el precio de uno, por así decirlo. </span></span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Creo
que a mi avanzada edad, soy el más vejete de los participantes,
hombres y mujeres que tampoco tienen su nombre en listas de
best-sellers, pero que demuestran ilusión, audacia y oficio en cada
cuento. Son tan buenos que me dan ganas de colgar el bolígrafo y
dedicarme a leer a gente de tanta calidad. Claro que no lo haré,
pero dan ganas. </span></span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<br />
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Resumiendo,
un libro que ofrece momentos de diversión y de tensión, algo de
miedo y un poco de suspense, en un formato muy cuidado y
estéticamente impecable. Además, siendo un volumen de relatos
cortos, resulta ideal para esos días de playa y piscina, un relato
al sol y un viaje al chiringuito. O para ayudarnos a relajar la
mente, viajando en esos mundos ofrecidos por los autores, cuando las
luces se van apagando y buscamos a Morfeo. </span></span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Una
apuesta segura, de calidad. </span></span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Y,
aunque comprarlo en la página de la editorial es muy cómodo, creo
que me permitirás recordarte lo maravilloso de acercarte a tu
librería de barrio, hablar un rato con el librero, que es nuestro
mejor publicista y tu mejor asesor, y ayudar a mantener viva esa
economía local de la que, a fin de cuentas, todos somos clientes y
proveedores. </span></span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Por
último, si te animas a leer esta antología, sería genial que nos
dejases tu opinión en <span style="color: red;"><a href="https://www.goodreads.com/book/show/45134304-una-ltima-luna-antolog-a-mitol-gica" target="_blank">GOODREADS</a></span>. </span></span>
</div>
<div style="border: none; font-style: normal; font-weight: normal; line-height: 140%; margin-bottom: 0cm; orphans: 2; padding: 0cm; widows: 2;">
<span style="color: black;"><span style="font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif;"><span style="font-size: small;">Autores
y editores crecemos, vivimos, de tu opinión. </span></span></span>
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-49972120720812173122019-03-25T09:23:00.000+01:002019-03-27T14:08:49.512+01:00TODAS MIS PEQUEÑAS VIDAS<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
TODAS MIS PEQUEÑAS VIDAS, de Grace Klimt</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio-hRW5PW6PPo0WG6FTTWkLBNQdQSLxt4kkrjHQ4eOdpJfNK1aEZc30MOfzyWvCvmRnm8Kl7mIolxpopisinlT5r2B-PcZ_Uh5VAJvoXkMA9BTE2S06-4zqbFzEXs7usTnI4Rl9U6Ud18/s1600/descarga+%25283%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio-hRW5PW6PPo0WG6FTTWkLBNQdQSLxt4kkrjHQ4eOdpJfNK1aEZc30MOfzyWvCvmRnm8Kl7mIolxpopisinlT5r2B-PcZ_Uh5VAJvoXkMA9BTE2S06-4zqbFzEXs7usTnI4Rl9U6Ud18/s1600/descarga+%25283%2529.jpg" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
“Las palabras son sólo una forma
preciosa de llegar a ninguna parte”.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Esta frase, extraída de la obra que os
quiero recomendar hoy, resulta irónica. Porque “Todas mis pequeñas
vidas” está plagado de palabras que llegan, precisas y
demoledoras, al fondo de nuestra mente. De nuestros sentimientos.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No se trata de una novela, ni de una
colección de relatos en estado puro. Tampoco de artículos o
pensamientos entrelazados. Es todo eso y más, un compendio de
reflexiones en forma de cuento, algunos evocadores y encantadores,
otros terribles, que llevan a reflexiones profundas y que, sin sentar
cátedra, nos hacen pensar en la realidad de quienes nos rodean, en
todas las pequeñas vidas que conforman la nuestra, que nos influyen,
y que con tanta facilidad ignoramos día a día.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No sé si este libro nos convence de lo
solos que estamos, o de que nunca estamos solos. No sé si el mensaje
es que merece la pena seguir peleando, o que ya hemos sido vencidos.
Porque es tan simple y tan complicado como vivir, como tomar
decisiones vitales, pero ampliando nuestro punto de vista, olvidando
el egoísmo y también el conformismo que tantas veces sufrimos sin
ser conscientes. Sería pretencioso, y estoy seguro de que la autora
no lo pretende, decir que el libro nos enseña a vivir. Pero desde
luego, nos enseña a encarar la vida.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Mención aparte merece el aspecto
físico de esta publicación. Portada, ilustraciones, la mezcla de
distintas fuentes y tipos de papel, lo convierten en una pequeña
joya, en un libro que suma al valor literario el de objeto hermoso,
delicado, desconcertante y agradable. Contenido y continente en un
perfecto equilibrio que me ha impresionado, y que deja un poso, un
buen sabor de boca, como el de ese café intenso de la mañana que
nos da fuerzas para afrontar otro día de no llegar a ninguna parte.
De llegar a todo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me he permitido, y espero que Grace
Klimt me perdone, poner voz a uno de los textos que lo conforman, y
que os invito a escuchar <a href="https://www.spreaker.com/user/10013601/grace" target="_blank">AQUÍ. </a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y por supuesto, paciente lector, te
recomiendo comprarlo. Al menos dos ejemplares. Uno, para ti. Otro,
para esa persona a la que quieres emocionar.
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-23969198960125369242019-02-19T10:08:00.002+01:002019-02-19T10:08:55.937+01:00OTRA VEZ SERÁ<b>Hola de nuevo, paciente lector. Hoy te traigo un breve relato de esos que surgen solos, de esos que parecen estar ahí, esperando a que alguien los narre. </b><br />
<b>Tiene su origen en una anécdota que un compañero de Twitter, @Er_Killo_ , compartió en la red hace unos días. </b><br />
<b>Le doy las gracias por permitir que use su experiencia para convertirla en este humilde relato que quiero compartir contigo y que he llamado...</b><br />
<b><br /></b>
<b><br /></b>
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
OTRA VEZ SERÁ</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Apagó la luz cuando ella salió de la habitación, dejando que el
efecto calmante de las pastillas entumeciese sus agarrotados músculos
y le condujese a un sueño tranquilo. Había sido una mala semana,
dura en el trabajo, agitada en casa por las pesadillas del pequeño.
“Menuda herencia le dejo”, pensó Carlos por enésima vez.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Por suerte, Alicia seguía siendo un ángel capaz de apaciguar
tormentas. La parte egoísta de Carlos deseaba que ella durmiese a su
lado, que estuviese ahí cuando sus propias pesadillas le
despertasen, para decirle que todo estaba bien, para abrazarle y
acariciarle el rostro, espantando al espanto, conjurando un sueño
nuevo y dulce. Su otra parte, el padre protector, sabía que lo mejor
para los niños era tenerla cerca, al menos hasta que esas pesadillas
fuesen desapareciendo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Su brazo izquierdo, el más cercano al interruptor de la lámpara de
noche, quedó laxo, deslizándose lentamente hasta que colgó fuera
de la cama. Sintió un desapego cada vez más acusado hacia su propio
cuerpo, y se durmió sin darse cuenta de que dormía.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
El terror se acercó a hurtadillas, sólo una sombra que se separaba
de las demás sombras, esquivando los perdigones de luna que
atravesaban la persiana, sorteando toda luz mientras disminuía la
distancia hasta su mano desprotegida. Tal vez un ruido afilado, de
garra arañando el parquét, tal vez sólo un viejo instinto de macho
de la manada, despertaron una parte de su conciencia dormida. Ni
siquiera abrió los ojos, las pastillas de melatonina y el Orfidal no
se lo permitían, pero una mínima parte de su mente empezó a
percibir ese algo que se deslizaba y gritó con fuerza. La siguiente
señal de alarma fue el cálido y leve aliento sobre la palma de su
mano, algo que sólo la sensibilidad de esa parte en alerta de su
mente pudo notar. La caricia de una pluma no habría sido tan leve,
ni tan terrible el roce de una hoja afilada.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Carlos deseó despertar, y a la vez seguir dormido, ignorando el
aliento que pronto se convirtió en el húmedo tacto de un tentáculo
viscoso, o tal vez una lengua ansiosa por captar el sabor de su carne
indefensa. Una carne que sin duda probaría pronto el ser extraño,
garra y lengua, que se había deslizado hasta él entre las sombras.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
La parte animal de su mente, la que aún era capaz de reaccionar,
gritó tan alto como pudo, sin que ese grito saliese de sus labios
dormidos. Una inyección de adrenalina recorrió su sangre a golpe de
corazón mientras aquella lengua húmeda y fría se deslizaba entre
sus dedos como los viscosos gusanos de la tumba que a todos nos
aguarda. Trató de mover el brazo, de levantarlo, de gritar para que
Alicia le escuchase y pusiera a salvo a los niños. El terror siguió
lamiendo, acariciando con pequeños dientes afilados que aún no
mordían su carne trémula, y Carlos supo que aquella bestia o
demonio le despedazaría antes de atacar a su familia.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Aquello fue lo que le hizo reaccionar. El miedo a morir era menor que
el miedo a perder a los suyos, y el instinto de protegerlos hizo que
por fin abriese los ojos, que moviese sus manos aún pesadas de sueño
para encender la luz y enfrentar al terror.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Sus gritos histéricos se unieron al ruido de la mesilla de noche al
caer, derribada a manotazos, del estruendo húmedo que produjo el
vaso de agua al estallar contra la pared, y del aullido frustrado que
el terror, aún en el suelo, aún hambriento, lanzó en protesta
contra sus movimientos confusos. Loco de miedo, Carlos agitó los
brazos y las piernas, sin saber si lo que oprimía su cuerpo y
dificultaba sus movimientos era la sábana, enredada por su convulsa
agitación, o los tentáculos y garras de aquél terror sin forma ni
nombre.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
La luz del techo se encendió, rompiendo el hechizo del terror, y
Alicia, pálida y asustada, le preguntó desde la puerta qué pasaba.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Carlos pudo por fin sentarse en la cama y retirar las sábanas que le
atenazaban, y miró inmediatamente al suelo, donde Oris, el chihuahua
de la familia, temblaba encogido en un rincón. Carlos se pasó la
mano por el pelo, empapado en sudor frío, y tragó saliva antes de
contestar.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
-Lo... lo siento, ha sido una pesadilla.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Al otro lado del pasillo se escuchaba el llanto inquieto de su hijo
menor, que se unía a los gañidos tristes de Oris.</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
-Creo que Oris me ha lamido la mano y me ha asustado.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Ella miró atrás, deseando ir a consolar a su hijo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
-Está bien, cariño, está bien -dijo con su voz más dulce-, no te
preocupes. Deja que duerma al niño. No pasa nada.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Se fue, dejándole solo con el perro, que se acercó temblando y
agitando su leve cola, como si pidiera perdón.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Carlos se tumbó de nuevo, jadeando, y acarició el lomo de Oris
hasta que el perro se tranquilizó y se echó en la alfombra del
suelo. Después, ya más tranquilo, el hombre colocó la mesilla de
noche en su sitio y recogió los restos del vaso. Mientras tanto,
Alicia consiguió que los niños se durmiesen de nuevo, como
conseguía siempre. Su ángel, su dulce ángel, pensó Carlos.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Volvió a la cama tras apagar la luz del techo y sonrió, aliviado.
Soy tonto, se dijo de nuevo. No son más que pesadillas.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
Y acarició el lomo de Oris hasta que el sueño, esta vez un sueño
tranquilo y sin imágenes, le venció de nuevo.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
El Terror deslizó su cuerpo viscoso desde las barras del somier
hasta el suelo, lento como una gota de miel que se desliza por la
cuchara, y se arrastró de una sombra a otra, esquivando cada rayo de
luz lunar, tratando de que sus garras no hiciesen ruido al
deslizarse. Su lengua ansiosa guardaba aún el sabor de la carne del
hombre, pero ya resultaba imposible coger desprevenidos a los
habitantes de la casa. Todos, humanos y perro, dormían un sueño
intranquilo y alerta, y el Terror no podría atacar sin que alguien
encendiese una luz, destruyéndole.
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; text-indent: 1.23cm;">
-Otra vez será -se dijo con voz ronca mientras se ocultaba en las
sombras del armario, relamiéndose.
</div>
<b></b>lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-17243064778783847972019-01-08T06:24:00.002+01:002019-01-08T06:24:47.392+01:00El Espejo, de Ricardo Zamorano<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJur24-LTWMSRlwTPFetqJiqe-1zVsWp9ZZDndlQSBeaGrCZUAPx38CyhkmX5F0x-t7NvnpcTFU9o_OOfgaD5hHB88_MpVk77EO1d4FLUbJ_Sz2NmVIyHrAciZw7ikvV_YPvBQ9Jw7k0E/s1600/descarga+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="266" data-original-width="167" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJur24-LTWMSRlwTPFetqJiqe-1zVsWp9ZZDndlQSBeaGrCZUAPx38CyhkmX5F0x-t7NvnpcTFU9o_OOfgaD5hHB88_MpVk77EO1d4FLUbJ_Sz2NmVIyHrAciZw7ikvV_YPvBQ9Jw7k0E/s1600/descarga+%25282%2529.jpg" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
EL ESPEJO, de Ricardo Zamorano</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
No es fácil escribir un relato
postapocalíptico sin caer en lugares comunes, sin recrearse en lo
que ya otros han escrito antes. La originalidad de Zamorano a la hora
de construir su mundo es lo primero que cabe destacar.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Nuestro protagonista será un
niño-hombre de apenas nueve años, obligado a madurar demasiado
pronto, habitando una realidad en la que todo es nuevo para el
lector. Asistimos a las consecuencias del desastre, no a su origen,
lo que convierte la lectura en un viaje de descubrimiento.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
¿Vale la pena seguir siendo humano,
con todos los valores que esto implica, cuando la humanidad ha
desaparecido? Una pregunta que subyace a lo largo de todo el texto y
que nos hará analizar nuestra propia verdad.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Es una novela sólida, bien
estructurada, en la que nos sentimos identificados pronto y con
naturalidad con el protagonista, con una buena graduación de la
tensión narrativa y un suspense muy bien logrado. Una de esas
historias que nos demuestra que los autopublicados, por muy noveles
que sean, resultan una referencia necesaria para el futuro de nuestra
literatura.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Acompañad a este niño de nueve años
en un viaje que le llevará por un mundo en ruinas hacia la
salvación, o tal vez la perdición, viendo cómo se ve obligado a
crecer y madurar para responder a las más apasionantes situaciones.
Una novela con aventura, lectura moral, suspense y rasgos de terror
casi gótico. Habrá escenas en que el crujido de viejos huesos sea
lo único que rompa el silencio de un mundo muerto. Os aseguro que lo
pasaréis bien.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://www.amazon.es/El-Espejo-Ricardo-Zamorano/dp/1724100076/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1546924973&sr=1-1&keywords=el+espejo+ricardo+zamorano" target="_blank">Para saber más</a></div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-42021112738739661782018-12-22T15:40:00.001+01:002018-12-22T15:40:07.165+01:00CUATRO FASES LUNARES, de C. G. Demian.<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
CUATRO FASES LUNARES, de C. G. Demian.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpLY2r_QKW-2SLuixqS8z-FL5Wp5aeL4o6LlursW1ddxJhcpc7LYX2xHEU4qa-x-gQLAYgRlLlFXHOsM987fWtkbVacuJMSxCfRKrM9bXZu9benbuLCIrfsjIKdi7xyTM87IW69fNLkmM/s1600/descarga+%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="266" data-original-width="178" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpLY2r_QKW-2SLuixqS8z-FL5Wp5aeL4o6LlursW1ddxJhcpc7LYX2xHEU4qa-x-gQLAYgRlLlFXHOsM987fWtkbVacuJMSxCfRKrM9bXZu9benbuLCIrfsjIKdi7xyTM87IW69fNLkmM/s1600/descarga+%25281%2529.jpg" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Escribir terror no es fácil. Oh,
paciente lector, es divertido. Claro que lo es. Enriquecedor.
Estimulante. Pero para nada fácil. Tú eres demasiado inteligente y
maduro como para que resulte sencillo sobrecogerte.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
C.G. Demian ha decidido asaltar la
trinchera con este primer libro, compuesto por cuatro relatos, en el
que tal vez no saltes de tu cómoda butaca mirando atrás, a ese
punto ciego donde puede ocultarse el Mal, pero seguro que acabarás
mirando más lejos, dentro de ti mismo, en busca de la negra
fatalidad que te empuja a ser parte de ese Mal.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Los cuatro relatos nos llevarán a
situaciones límite, donde las elecciones personales pueden destruir
nuestra vida o nuestra moral. El precio del alma será un rayo de
luna.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Por centrarme en uno de ellos,
SALVACIÓN resulta un gran ejercicio de introspección, una historia
en la que nunca sabremos cuál es la verdad o qué personaje merece
nuestra empatía, nuestro apoyo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El planteamiento puede parecer simple,
muy a la moda de series, libros y películas, pero su juego con lo
supuesto, con la verdad asumida, hace crecer el interés a cada
página, y logra, como los otros tres, un desasosiego más profundo y
cotidiano que el susto fácil de la sangre a borbotones o el monstruo
de afiladas garras.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Creo que merece la pena seguir la
naciente carrera de este autor y dejarnos llevar a los oscuros
rincones de nuestra propia mente que él, con un ingenio que será su
marca de fábrica, revela frase a frase.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://www.amazon.es/CUATRO-FASES-LUNARES-Antolog%C3%ADas-Demian/dp/171781994X/ref=cm_cr_arp_d_product_top?ie=UTF8" target="_blank"><br /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://www.amazon.es/CUATRO-FASES-LUNARES-Antolog%C3%ADas-Demian/dp/171781994X/ref=cm_cr_arp_d_product_top?ie=UTF8" target="_blank">PODÉIS ENCONTRAR EL LIBRO AQUÍ</a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-59373111928712430212018-12-06T18:10:00.002+01:002018-12-06T18:10:29.910+01:00CRÓNICAS DE TERRAGOM<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUZr32Z-Cd1g7BlOqGm2VJPcqpprpH69uDb1H_gZgyWNqaQtFdudwhYKD_ebSeo5rlKFO8i1HO0wpn27Q0Aod_JxtoHCdPvPzY1XcQVk4k9PPeIRfOvTcOS40jdUBmBLaZlQlTrWooVh4/s1600/terragom.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="418" data-original-width="552" height="242" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUZr32Z-Cd1g7BlOqGm2VJPcqpprpH69uDb1H_gZgyWNqaQtFdudwhYKD_ebSeo5rlKFO8i1HO0wpn27Q0Aod_JxtoHCdPvPzY1XcQVk4k9PPeIRfOvTcOS40jdUBmBLaZlQlTrWooVh4/s320/terragom.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hola de nuevo, paciente lector.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Hoy no vengo a hablarte de la última
historia que estoy escribiendo, sino de la aventura que vivo. Sí,
sí, como te lo cuento. Hoy soy un aventurero en un mundo de
fantasía, luchando contra peligros inimaginables para defender mis
ideales. Resulta duro, claro, esto de ser un héroe, pero divertido.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Me estoy refiriendo a los librojuegos
de CRONICAS DE TERRÁGOM, del autor Juan Vicente Pérez.</div>
<a name='more'></a><br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ah, que te preguntas qué es un
librojuego.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Pues verás, un librojuego es una
videoconsola, un equipo de realidad virtual, una novela y un juego de
tablero, todo ello junto, manejable, individual o compartido. Vaya
invento. Pero existen.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Ya estaban aquí cuando yo era joven, y
los títulos de Lobo Solitario o Elige Tu Propia Aventura me
acompañaron entonces, me hicieron capaz de soñar, de crecer, me
hicieron ansiar escribir, contar historias. Pensaba que todo el
pescado estaba vendido en ese tiempo, ya lejano, pero hay luz en el
horizonte. Juan Vicente ha creado una nueva forma de soñar, de
imaginar.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Los librojuegos a los que aludo son
aventuras que puedes vivir individualmente o en familia, actuando uno
como narrador y otros como jugadores. Dos dados de seis caras, el
libro, un lápiz y una hoja en blanco son todo lo que nos hace falta.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Empezamos a leer la novela, y de
repente nos damos cuenta de que el personaje, el protagonista, el
héroe, somos nosotros.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Tú y yo, paciente lector. Los
portadores de la espada, los justicieros, los que hacen que cada
acción cuente. Esa fantástica sensación de decidir la historia es
nuestra.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Seguimos las instrucciones, simples,
asequibles, y elegimos por dónde irá el cuento, qué ocurrirá en
el relato. Juan Vicente nos convierte en dueños de nuestro destino.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Inmersos en un mundo que nada tiene que
envidiar a clásicos como El Señor de los Anillos o Terramar,
personajes de una obra de Tad Williams o de las Crónicas de
Belgarath, creceremos y desarrollaremos nuestro personaje jugador.
Avanzar o morir. Ganar o perder. Apostar la vida a cara o cruz.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Bah, eso ya lo hago en mi videoconsola.
Eso ya lo hago en no sé qué juego masivo de la red.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Genial. Dale, que te diviertas. Ningún
capricho tecnológico te permite reinventarte a cada paso, establecer
los límites, los colores, las sensaciones del mundo del juego como
lo hace un librojuego. Eres el dios de este mundo, sólo tienes que
respetar unas pocas reglas básicas y ver que el límite es tu
imaginación. Y eso, mi paciente lector, quiere decir que no hay
límites. Porque somos soñadores, somos héroes, dioses, fracasados,
magos, guerreros. Y Juan Vicente nos da las herramientas para serlo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Conoced los libros. Hablad con el autor
en las redes. Mañana me daréis las gracias por vivir esta aventura,
por compartirla con familia y amigos, por descubrir nuevos sueños.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://sites.google.com/view/cronicasdeterragom" target="_blank">SI QUIERES SABER MÁS...</a></div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-79823516943606577052018-11-29T09:15:00.000+01:002018-11-29T09:15:17.158+01:00<div style="text-align: center;">
LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE; IMAGEN Y PALABRA</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnkzZTtcDpcoFT70zmu_-dBXdXpYiznTW56W16hZOQUmd8oPMYypRvVMMZoW0L1fXk9vxYAGqn6QzylTQcaiLgDmyrqkEK_N5nOTDGEuddvsnOVkfy_tFGDOZsEHkqs_cgGFCIV1vy2Jo/s1600/images+%25282%2529.jpg" imageanchor="1"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnkzZTtcDpcoFT70zmu_-dBXdXpYiznTW56W16hZOQUmd8oPMYypRvVMMZoW0L1fXk9vxYAGqn6QzylTQcaiLgDmyrqkEK_N5nOTDGEuddvsnOVkfy_tFGDOZsEHkqs_cgGFCIV1vy2Jo/s400/images+%25282%2529.jpg" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic7zs4FOsut5_naKdItMje7tDWeRfdS2yfttVgxwY7fylY-LDAZDFZu0m0w19E1W6KQ7aInlHXOYDAKjPhmb9iT6blklb6LDuQfUtTzRmHaT6ty_eZhSnOo00EYkivm0n_CWANTzdk7Sk/s1600/descarga+%25283%2529.jpg" imageanchor="1"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic7zs4FOsut5_naKdItMje7tDWeRfdS2yfttVgxwY7fylY-LDAZDFZu0m0w19E1W6KQ7aInlHXOYDAKjPhmb9iT6blklb6LDuQfUtTzRmHaT6ty_eZhSnOo00EYkivm0n_CWANTzdk7Sk/s400/descarga+%25283%2529.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE; IMAGEN Y
PALABRA</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Todos los aficionados a la literatura
pasamos cierto miedo cuando una obra es adaptada a televisión o
cine. En el caso de la obra de Shirley Jackson tenemos una mal
antecedente en The Haunting (1999), completamente prescindible, y un
meritorio trabajo en la película de Robert Wise de 1963, La Casa
Encantada. Así que me acerqué con reservas a la nueva versión de
Netflix.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
El primer momento, con la voz en off
narrando el inicio textual de la novela, parecía prometedor. Sin
embargo, estuve a punto de cambiar de canal cuando me encontré a una
familia numerosa atravesando alegremente el hall de la mansión.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La novela de Jackson tiene un
planteamiento diferente, mucho más apegado a la tradición de los
detectives preternaturales como Martín Hesselius, John Silence o
Thomas Carnacky. Estos investigadores, propios del final del siglo
XIX y principios del XX, plantearon una interesante revolución en el
relato de terror, protagonizado hasta entonces y aún ahora por
personajes que involuntariamente se ven envueltos en historias de
fantasmas o acosados por monstruos de todo tipo. El habitual
protagonista víctima pasa a ser un buscador activo del fenómeno
oscuro, un estudioso cuyos conocimientos y experiencia le permiten
enfrentarse a lo extraordinario en términos de igualdad. Deja de
actuar por pura reacción, siendo capaz de anticiparse a los hechos
oscuros, a las intenciones de lo maligno.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Esa es una diferencia fundamental entre
la novela, en la que el doctor en Filosofía John Montague acude a la
casa con intención de indagar sobre sus posibles fenómenos, y la
serie, protagonizada por una familia que adquiere la casa con
intención de reformarla, desconociendo sus oscuros antecedentes.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Por tanto, el protagonista activo se
convierte en protagonista pasivo, cambiando la dinámica básica del
relato y perdiendo la iniciativa.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Sin embargo, la adaptación crece en
interés cuando nos damos cuenta de que los hijos de esta familia son
una versión de los ayudantes del doctor Montague. En la novela, Theo
y Eleanor son dos jóvenes mujeres elegidas por el filósofo tras
haber mostrado una alta sensibilidad a los fenómenos
preternaturales, mientras que Luke es el heredero de la mansión,
enviado allí por la familia tanto para supervisar el comportamiento
de los investigadores como para buscarle una tarea de responsabilidad
que limite su disoluta vida. Un niño rico, irresponsable pero
encantador, bondadoso aunque poco de fiar, un hedonista que veremos
transformado en toxicómano irredento, pero con el mismo buen fondo,
el mismo deseo de hacer lo correcto y la misma carencia de la
voluntad necesaria para conseguirlo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Theo, por su parte, es un personaje
dotado de una fuerte PES, percepción extrasensorial. En la novela lo
manifiesta adivinando cartas mientras que en la serie será el tacto
lo que le transmita sensaciones y conocimientos. Jackson nos deja
claro mediante elegantes insinuaciones que ella es lesbiana, lo que
supongo resultaba muy difícil de decir en 1959, y esta
característica se mantendrá en la serie, mostrándonos en ambos
casos un personaje sensual y sensitivo, muy volcado en las
percepciones y con una fortísima personalidad que lleva a otro de
los personajes a definirla como “un puño con melena”. Será el
equilibrio perfecto para nuestro personaje central.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Eleanor, una mujer débil, condicionada
por haber tenido que cuidar de su madre enferma durante toda la vida,
está marcada por el fenómeno preternatural que vivió en su
infancia. La serie mantiene en esencia su carácter pusilánime y la
convierte en melliza de Luke, muy apoyada en la fuerza de sus padres
y mucho más sensible que otros personajes a la presencia del mal. Es
el hilo conductor del que Jackson nos hace tirar para avanzar en el
conflicto, estableciendo un enfrentamiento entre la corrupta alma de
la casa y la bondad inherente de quienes la visitan. Un juego
delicado, ya que Hill House tendrá momentos de violencia, como los
golpes recurrentes en el pasillo, y momentos de extraña ternura,
resultando memorable en este aspecto la escena en que Eleanor y Theo
están acostadas en la oscuridad, tomadas de la mano, consolándose
mutuamente... hasta que Eleanor se da cuenta de que Theo está lejos,
de que la mano que aferraba con fuerza es la de una presencia
sobrenatural. Un pasaje tan evocador y potente que ni la adaptación
de Wise ni la actual han podido prescindir de él.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y es que Hill House no es un lugar
destructivo y maligno de manera plana o absoluta. No pensemos en
referencias como el castillo de Otranto o la mansión de Bly, lugares
en los que el terror gótico se manifiesta como una potencia
aniquiladora que escala en fuerza y violencia hasta la resolución
del conflicto. Hill House es un enamorado ansioso, un lugar solitario
que busca la compañía y el calor humanos. Incluso enviará mensajes
a Eleanor, escribiendo en sus paredes las palabras “Eleanor, ven a
casa” y atrayendo continuamente su atención hacia la habitación
de Abigail, la Habitación Roja en la serie, corazón indiscutible de
la mansión. Hill House es por tanto un personaje con entidad propia,
un lugar con voz y casi capacidad de diálogo con los humanos que
pasean por sus estancias.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La arquitectura de Hill House merece
algunas observaciones. Tiene mucho de lovecraftiana en su equívoca
geometría. No existen ángulos rectos ni pasillos sin curva o
inclinación, las puertas se cierran solas no por fuerzas fantasmales
sino por el desnivel de los suelos, y muchas estancias tienen salida
a varios sitios o a ninguno. Jackson plantea así una locura, una
aberración de base en la creación de la casa, fruto de una mente si
no enferma sí al menos anormal. Perspectivas equívocas, dimensiones
engañosas y ángulos extraños ayudan a Hill House a mantener sus
secretos, consiguiendo que el lector, el espectador, jamás se sienta
cómodo en sus habitaciones.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Tal vez por esta capacidad de la casa
para incomodarnos antes que asustarnos, Stephen King encontró en
ella inspiración para su Overlook y El Resplandor, y la novela se ha
convertido en un clásico indiscutible, una referencia para quienes
escribimos terror y una serie de calidad innegable que nos reconcilia
con el terror clásico, pese a las grandes diferencias entre una y
otra. Disfrutemos ambas, recuperemos incluso la versión
cinematográfica de Wise, pero tengamos cuidado de no dejarnos
arrastrar por el frío y oscuro corazón de Hill House. A fin de
cuentas, todo lo que camina por ella, camina solo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
J D Martín</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
Paciente lector, si este contenido ha sido de tu agrado, te pido un segundo de tu tiempo para compartirlo en las redes, usando los iconos que verás al final. Para ti sólo es un momento, pero un gran impulso para mí, que dependo de tu opinión, generosidad y atención. Gracias por compartir y opinar.lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3914815616008074334.post-41720857694468883262018-11-16T10:25:00.000+01:002018-11-16T10:25:00.260+01:00UN MARCO INCOMPARABLE, final<br />
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Ya era media tarde cuando regresé al salón. Desahogarme me había
venido bien, me había tranquilizado. No quería recurrir a los
calmantes y antidepresivos de los que dependía unos pocos meses
atrás, no quería volver a esa rutina asfixiante y demoledora. Esta
era mi nueva vida, nuestra nueva oportunidad, y no iba a rendirme.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Supuse, más bien me convencí de ello, que yo mismo había servido
la copa en algún momento de la conversación con los abogados,
olvidándolo luego. En cuanto a los nueve números escritos en el
polvo, estaba claro. Formaban el número de teléfono de aquél
obrero irritante y caradura.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Recordé la fijeza con la que me había mirado en el bar, y supuse
que dejar su número era un intento de flirteo. Me hizo sonreír, y a
la vez me enfadó. No estaba yo para coqueteos, aunque tenía que
reconocer que el hombre era atractivo, con ese aspecto de fuerza
nervuda, contenida.</div>
<a name='more'></a>
<br />
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Pero lo deseché al pensar en el whisky que bebía por la mañana, y
en mi actual situación. Lo primero que tenía que hacer era
asentarme en mi nueva casa y tranquilizarme. Di otra vuelta por todas
las habitaciones, ya no tan frías ni oscuras como me habían
parecido antes, presa de los nervios.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Me reí de mí mismo mientras me duchaba y cambiaba de ropa. Qué
tontas aprensiones, como si fuera el protagonista de un mal drama.
Bastante curiosa era ya la realidad, con mi situación sentimental y
la perspectiva de recibir a unos desconocidos en una casa que apenas
conocía, sólo dos días después.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Me vestí y bajé al cercano bar España, donde comí, o merendé, a
base de tapas y buen verdejo de la tierra. Después pasé por un
supermercado que había calle arriba y regresé a casa y, aunque
reconozco que volví a mirar habitación por habitación para
asegurarme de que no había nada extraño, me sentí mucho más
cómodo. Coloqué en la cocina todo lo que había comprado,
principalmente comida y elementos de limpieza doméstica, y pasé el
resto de la tarde quitando el polvo, pasando la mopa por los techos y
molduras, retirando tapetes de ganchillo y viejas figuritas que
guardé de cualquier manera en el gran baúl de la alcoba, y
limpiando los cristales de las ventanas hasta que parecieron no estar
allí. Lavé las viejas sábanas del dormitorio principal, que se
secaron antes de que me acostase. Menos mal, porque no había tenido
tiempo ni ganas de rebuscar en el abundante ajuar.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Los dos días siguientes pasaron en un suspiro. Seguí limpiando la
casa, hablé mucho con mis padres y con Ramón por videoconferencia y
conseguí que un cerrajero colocase una nueva cerradura de seguridad.
También cobré el sustancioso cheque, aunque aún no me lo había
ganado.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Pensando en mis forzosos invitados, compré algunos quesos y vinos de
calidad, deseoso de ofrecerles un ágape adecuado. Me informé en la
Oficina de Turismo sobre las celebraciones de la Virgen de Agosto,
que al parecer consistían en una romería en que la Virgen,
normalmente ubicada en una ermita fuera del municipio, era bajada
hasta la plaza situada al pie de la iglesia. En su balcón el párroco
celebraría la misa, para que el pueblo pudiese seguirla desde las
calles, y luego habría una exhibición de danzas tradicionales y
música popular. Entre unas cosas y otras cabía suponer que mis
invitados estarían en casa desde las nueve hasta al menos las doce
de la noche, ya que por tradición la misa empezaba a la hora
canónica denominada “completas”, que según me explicó el
amable funcionario era la última oración de los monasterios antes
de irse a dormir.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Durante el resto del día no tuve ninguna sensación extraña en la
casa, ni sentí el frío ni más ruidos que los propios de mis viejos
muebles de madera. Así que estaba de muy buen humor cuando, a las
ocho y media de la tarde, el timbre de la puerta sonó anunciando a
mis visitantes. Sólo tenía que aguantarles durante unas horas y
sería un hombre libre, con dinero en el bolsillo y una nueva vida
por delante.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Me encontré conque mis invitados eran una pareja, cuarentón él y
casi adolescente ella, pese al maquillaje de salón de belleza que
adornaba o tapaba su rostro, ambos bien vestidos con trajes que yo me
pondría para ir a una boda pero que sobre todo el hombre llevaba con
la naturalidad de quien viste ropa confeccionada a medida cada día.
Su blanca sonrisa destacó, perfecta como un amanecer, en el rostro
bronceado, y nos estrechamos las manos con firmeza. Me pidió que le
llamase simplemente Manuel, y presentó a la muchacha como Cristina,
su sobrina y heredera de las tradiciones. Me alargó una bolsa
isotérmica, en la que llevaba un par de botellas de Pintia del 2012,
un vino de Vega Sicilia que costaba unos cien euros por botella. Me
avergonzó pensar en los vinos, baratos en comparación, que
guardaba en mi nevera.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Espero que aceptes compartir con nosotros este vino mientras
disfrutamos juntos del evento, nos ha parecido lo menos que podemos
hacer para compensar en parte las molestias...</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Vaya, muchísimas gracias... tengo un poco de queso que creo
maridará perfectamente. Por favor, pasad y poneos cómodos.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Cristina avanzó por el pasillo, con el mismo aire ausente y aburrido
que tenía desde que abrí la puerta, mientras Manuel se apartaba
para dejar paso a una tercera figura, que yo no había visto en la
penumbra del descansillo. Se trataba de un anciano de edad
indeterminada, aspecto imponente y mirada penetrante, aunque ya
acuosa por lo avanzado de su edad.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Mi abuelo, don Servando –le presentó Manuel mientras el anciano
y yo nos estrechábamos las manos.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Cerré la puerta cuando pasaron y puse la cadena, acompañando al
trío hasta el salón. Mientras Manuel indicaba a la muchacha dónde
sentarse, don Servando se acercó al balcón abierto y acarició su
marco con delicadeza.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Está en perfectas condiciones –murmuró con voz seca.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Así lo afirmó el obrero que trajeron y su abogado, sí...
–contesté.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Perfecto entonces –dijo Manuel alegremente mientras sacaba una
botella de la bolsa–, brindemos juntos por las viejas tradiciones y
las nuevas amistades.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Las viejas tradiciones –dijo don Servando tras el brindis–.
Supongo que se preguntará usted de dónde viene esta que nos ha
reunido para tan agradable velada.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Asentí, paladeando aún el espeso y rico sabor del vino. Don
Servando se asomó al balcón, contemplando el cielo y la plaza. Las
luces de la calle estaban apagadas, y las estrellas eran visibles en
el cielo despejado. Tras un nuevo sorbo de vino, la voz del anciano
se suavizó y se transformó en la de un viejo y cansado, pero aún
hábil, cuentacuentos. Mientras las calles iban poblándose de fieles
que sostenían velas encendidas y Manuel se ocupaba de que mi copa no
permaneciese vacía, nos narró viejas historias sobre antiguos
dioses paganos, celebraciones de la cosecha de cereal o que rogaban
por una buena vendimia, ambas tan importantes en aquella tierra
castellana. Celebraciones por tanto de la renovación de la vida. Nos
contó cómo el imperio romano, y más tarde el auge del
cristianismo, habían respetado aquellos festivales dedicándolos
primero al culto del emperador, y después a la virgen María,
cambiando el objeto de la fe pero evitando todo conflicto religioso.
Su voz se volvía más rica, más profunda, a medida que avanzaba la
historia. Me sentí embelesado por ella, trasladado a otro tiempo, y
en gran medida adormilado por su narración, adornada ahora por los
murmullos de las primeras oraciones que el pueblo, dirigido desde el
balcón de la fachada de la iglesia por el párroco, empezaba a
desgranar en las calles.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Quise levantarme para asomarme al balcón y ver la fiesta en directo,
pero una extraña pereza, una cómoda somnolencia, me lo impedían.
De pronto, la copa resbaló de mis manos, rebotando en la blanda
alfombra y derramando el poco vino que quedaba en ella. Un hormigueo
cálido se extendía desde mi estómago a mis extremidades, y aunque
quise excusarme por mi torpeza, apenas un balbuceo torpe salió de
mis labios.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Manuel sonrió, recogiendo la copa del suelo y dejándola sobre la
mesa, mientras don Servando sacaba del interior de su chaqueta un
objeto envuelto en trapos. Al desenvolverlo, resultó ser una daga de
dos palmos de largo. Sobrecogido por el terror, traté de levantarme,
pero mis músculos no respondían. Mis intentos por gritar fueron
igualmente vanos, y me sentí apenas capaz de respirar.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Succilnicolina –dijo Manuel en tono didáctico–, esa es la
base del anestésico que ha ingerido con el vino. Nosotros, claro,
habíamos tomado el antídoto antes de venir. En cuanto a nuestra
invitada, su voluntad ha sido anulada por un compuesto a base de
escopolamina. Ni usted ni ella sufrirán... más de lo
imprescindible.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Mientras hablaba, el anciano se había vuelto hacia el balcón,
abriéndolo por completo. Con los brazos en cruz y la daga en la mano
derecha, entonaba una ininteligible letanía cuyo ritmo se fusionaba
con el de las oraciones cristianas, pero en un idioma extraño,
imposible de entender, que mi instinto me dijo era tan antiguo como
esas tradiciones de veneración a deidades olvidadas.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–La renovación de la cosecha. De la vida –dijo Manuel en un tono
respetuoso–, algo que mi familia ha practicado desde hace siglos.
La postergación de la muerte, nuestro invierno vital, ha sido
siempre posible a base de grandes sacrificios. Durante mucho tiempo
hemos esperado este día, en que los astros y los dioses están en
las posiciones ideales para que esa renovación reúna todo su poder.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Señaló a la muchacha, cuyo aspecto ausente no había cambiado pese
a lo que estaba sucediendo.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–El sacrificio de una vida es un precio pequeño a pagar. Por
desgracia para ti, también tu vida acaba aquí. En años anteriores
la casa estaba vacía, pero tu inoportuna llegada ha modificado
nuestros planes.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
En ese momento los marcos del balcón parecieron vibrar levemente, y
los viejos grabados arcanos empezaron a brillar con una luz cruda, de
un sucio tono blanco marfileño. Mi cerebro abotargado no supo
interpretar las figuras y símbolos que iban apareciendo, pero el
cosquilleo que enervó mi piel entumecida se intensificó hasta
convertirse en un dolor agudo, mil agujas lacerándome, mil insectos
devorando cada centímetro de epidermis.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Manuel sacó de su americana un estuche de piel rectangular que abrió
tras colocarlo sobre la mesa, y extrajo de él una jeringuilla y una
ampolla.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Una sobredosis de heroína pura –me explicó en un susurro–
será lo que te mate.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Me esforcé por ponerme en pie, por hacer que mis músculos se
moviesen, obedeciendo a mi voluntad, pero no conseguí más que un
leve temblor en las piernas. Sentí un calor sucio extendiéndose por
mis pantalones cuando mis esfínteres se relajaron, dejando escapar
un chorro de orina. El miedo y la vergüenza, el casi imposible
esfuerzo de seguir respirando, eran apenas suficientes para combatir
la locura, para aferrarme a la poca cordura que me quedaba.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Iba a morir.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Servando se giró, cuchillo en mano, mientras Manuel rodeaba el sofá,
colocándose tras la joven sin voluntad y tomando su cabeza por la
mandíbula para levantarla, ofreciendo el cuello desnudo al anciano.
Con su mano libre, Servando colocó una de las copas vacías sobre el
pecho de la joven, disponiéndose a recibir la sangre que iba a
derramar. Un crujido de madera llegó a mis oídos, mientras una
ráfaga de viento hacía balancearse las puertas del balcón y un
escalofrío antinatural me recorría. En el exterior, la voz del
sacerdote se elevaba en una homilía de homenaje a la virgen.
Concentrados en su pagana oración, Servando y Manuel hicieron caso
omiso del viento, del brillo en las extrañas marcas y de los
crujidos de madera que pasaron de pronto a convertirse en un ruido de
telas flameando, como banderas sacudidas por la brisa.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Un segundo de oscuridad cruzó mis ojos, y pensé que la muerte me
envolvía ya, robándome la luz, pero pasó tan rápido como había
llegado. Una vieja sábana cayó sobre los dos asesinos, mientras un
hombre pasaba corriendo junto al sofá, embistiendo a Manuel y
lanzándolo por encima del respaldo, de forma que arrastró al
anciano y ambos cayeron sobre la mesa, destrozando el tablero.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
El extraño obrero que había revisado el balcón, pues no era otro
el atacante, rodeó el sofá y, mientras aquellos dos locos trataban
de desembarazarse de la blanca sábana, empezó a acuchillarles a
bulto, salvaje e imparable, sin hacer caso de sus gritos
desesperados, ahogados por la tela. La joven, aún inmóvil, aún con
la cabeza alta, miraba al techo con expresión ausente mientras yo,
obligado testigo de aquella carnicería, me esforzaba por respirar y
moverme. Un leve temblor produjo un pequeño movimiento en mis manos,
y noté que el aire entraba con más facilidad en mis pulmones, pero
no pude hacer más para incorporarme, y pensé que aquél loco
vendría a por mí en cuanto hubiese acabado con ellos.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Los gritos bajo la sábana cesaron pronto, y también el movimiento.
El obrero la retiró, dejando al descubierto los dos cuerpos, pese a
la dificultad que representaba la sangre adhiriéndose a la tela.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Se os han pegado las sábanas, chicos... –dijo con sorna
mientras clavaba su cuchillo en el corazón de Servando y después en
el de Manuel, con una frialdad profesional más terrible que el
salvaje ataque anterior. Después me miró, guiñándome un ojo, y se
dirigió a la joven. Pensé que le cortaría el cuello, pero se
limitó a bajarle la cabeza hasta una posición más natural.
Mientras tanto, el efecto de la droga estaba desapareciendo, y noté
que ya podía mover las manos y respirar con más normalidad. El
obrero se acercó a mí, separando los párpados de mi ojo derecho
para observarlo de cerca y tomándome después el pulso.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–La dosis ha sido baja –dijo con voz ronca– y pronto habrán
pasado sus efectos. Mientras tanto, yo meteré los cadáveres de los
brujos en ese arcón donde llevo escondido desde la otra tarde y
cuando pase la fiesta, usted me ayudará a cargarlos en su cochazo.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–¿Qué... qué ha ocurrido? –pude decir al fin.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Se encogió de hombros mientras limpiaba la daga en la sábana y la
guardaba en su bota.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Estos dos brujos querían aprovechar cierta conjunción astral
para sacrificar una virgen y ganar con ello la inmortalidad. Usted
era un testigo incómodo. A mí me contrataron para verificar que las
runas del marco funcionarían, y aproveché para ocultarme en su casa
y cargármelos, porque soy el bueno de la historia, salvo a la gente
y todo eso. Así de fácil.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Conseguí levantarme con su ayuda, y poco a poco sentí que mis
músculos volvían a funcionar.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Pero... pero tendré que escapar de aquí... la policía...
perderé a mi hijo... –sentí que la histeria me embargaba.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Me sacudió un bofetón que volvió a sentarme en el sofá, y después
sacó una petaca de la que bebió antes de pasármela.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Estos dos son los últimos miembros de la familia. No tendrá que
preocuparse de más brujos. Esta noche su vehículo aparecerá
estrellado en la carretera que va a Medina del Campo, y me ocuparé
de que coche y cuerpos estén tan calcinados que la autopsia habrá
que hacerla con microscopio. Evitaremos así las sospechas sobre
asesinato y la resurrección de los hechiceros.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Tomé un par de tragos de whisky mientras él hablaba, sintiendo que
mis músculos volvían a la normalidad.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–¿Resurrección?</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Los brujos tienen esa costumbre. Por eso siempre los incinero.
Antes limpiaremos esto, dejaremos a la chica en su casa, donde
despertará sin recordar nada de esta noche cuando se le pase el
colocón, y si todo sale bien, ninguno de nosotros volverá a
encontrarse nunca en este mundo.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Mientras yo seguía recuperándome, el obrero guardó la daga de
Servando y salió de la habitación, volviendo con varias sábanas
más, con las que empezó a envolver los cuerpos.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Usted sabía lo que iban a hacer. Por eso dejó su número de
teléfono escrito en el polvo, y por eso se quedó en la casa.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Asintió.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Hasta llené su copa de vino para que notase que había algo raro.
Me habría gustado preparar esto mejor, pero como usted no me llamó,
tuve que improvisar –dijo.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Está claro que me ha salvado la vida. Y también la de esta
mujer... y ni siquiera sé su nombre.</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
Dejó de trabajar con los cuerpos y extendió su mano derecha,
ensangrentada hasta las uñas. No me importó y se la estreché con
efusividad.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
–Me llamo Jonathan Silencio.
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br /></div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<b>Gracias de nuevo por estar ahí, paciente lector. Por la compañía. Por darle sentido al relato. Sobre este que acabas de (espero) disfrutar, puedo contarte que la localidad de Nava del Rey tiene entre sus tradiciones lo que narro sobre el alquiler de los balcones, y también una interesante romería el 8 de diciembre. La fiesta de agosto pegaba mejor por varios motivos y me tomé la licencia de inventarla. Tuve la suerte de hacer esta visita en compañía de una mujer inteligente, brillante, inquieta y maravillosa, así que el relato surgió gracias a nuestras conversaciones de ese día y la magnífica atención del Técnico de Turismo. Para nada es mérito mío lo bueno que pueda tener esta historia. </b></div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<b>Así que, si pasáis por allí, os invito a hablar con la oficina de Turismo y por qué no, decidles que queréis saber de sus tradiciones, ver la impresionante iglesia y conocer los usos referentes a los balcones, y transmitirles mi gratitud por su gran trabajo. Tomad también un buen vino y unas croquetas de rabo de toro, si así os place. Gracias por compartir conmigo este relato. Gracias, Nuria, por inspirarlo. </b></div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
</div>
<div lang="es-ES" style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 0cm; margin-left: -0.02cm; text-indent: 0.49cm;">
<br />
</div>
<br />lo juro por mi tatuajehttp://www.blogger.com/profile/05196319752127261191noreply@blogger.com4