El pasado día cinco de septiembre fui
al acto celebrado por Tinta Púrpura Ediciones y De Viva Voz en que
se fallaba su premio al mejor relato de terror, para el que tuve la
fortuna de ser seleccionado como finalista.
Como algunos ya sabéis, en los últimos
meses me he planteado muy seriamente lo de jubilar el bolígrafo,
pero el apoyo de mi equipo asesor, de los pacientes lectores y de
iniciativas como ésta me hacen seguir intentándolo. Así que allí
me planté, venciendo mi renuencia a las apariciones públicas y mi
eterno síndrome del impostor. Y escoltado por un buen colega, que
siempre ayuda.