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viernes, 27 de abril de 2018

EL POZO DE LOS PARRITA


EL POZO DE LOS PARRITA

Almudena salta el bajo murete de ladrillo rojo, manchándose las manos de crepúsculo húmedo al apoyarse en él. Por suerte, su vestido sigue inmaculado. Frota las palmas contra las hierbas altas que crecen al otro lado y se interna en el pinar, alejándose de la casa familiar entre la niebla de enero.
Su corazón late rápido, un pajarillo de quince años que empieza a saber de la libertad y ansía abandonar el nido paterno. La noche viene deprisa, y padre estará tomando su coñac de antes de dormir mientras madre, a la luz de las velas, zurce alguna prenda herida de espino y rastrojo.
Ambos creen que Almudena duerme ya en su habitación al fondo de la casa, pero ella no puede conciliar el sueño. Ya no es capaz de dormir sin ver a Joaquín, sin sentir su abrazo y tal vez dejarse robar algún beso de luna y fuego.
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