O lectora, por supuesto. Me alegra verte por aquí. Tengo un par de cosas que comentarte. La primera es que nuestro mutuo conocido Jonathan Silencio va a tomarse un breve periodo de vacaciones. Breve, de verdad. Creo que le vendrá bien darse un respiro, dejar que las costillas fisuradas vuelvan a soldarse y gastar algo del dinero que ha ganado en whisky, tabaco y una habitación tranquila en algún sitio bonito.
Si eres de los que ya llevan tiempo cruzando las puertas no es necesario que te hable de Silencio, pero, si eres uno de los nuevos visitantes, puedo contarte un par de cosas sobre él (las letras destacadas son enlaces a las historias) en
“La luna me sabe a poco”, un caso completo en el que tuvo que enfrentarse a la teriantropía; luego está
“De ilusión también se muere”, la aventura en que podrás conocer más sobre él, sobre la Ciudad y sobre alguno de sus habitantes. Sabrás cosas que Silencio ignora si llegas al final. En su último caso –último por ahora-,
“Vivir en el intento”, Jonathan tiene que resolver una maldición familiar y sus problemas con las mujeres. No sé qué puede ser más difícil. Los enlaces te llevarán al primer capítulo de estas historias, y si te gustan, puedes adquirir la novela en plataformas digitales.
En el futuro, eso puedo asegurártelo, habrá más Silencio. Te contaré cómo se enfrentó a un asesino imposible en “Muere de todas formas” o el lío en que se metió por ayudar a una madre atractiva y una niña encantadora en “A dentelladas secas y calientes”, y no olvidaremos el reencuentro con algunos conocidos en “No pierdas la ilusión”.
Pero antes de todo eso, paciente lector, quiero proponerte una nueva Puerta. Un nuevo viaje.
En la próxima entrega cruzaremos la Primera Puerta, aquella que lleva a la Ciudad a quienes tienen el derecho de ciudadanía que otorga el conocimiento. Llamaremos a esta historia
"El Rencor de los Dioses Vivientes". Por supuesto, tal vez prefieras saber, o recordar, algo más antes de entrar. No son calles tranquilas, ni es bueno recorrerlas solo o a oscuras. La Voluntad y la conciencia son buenas armas allí. Así que puedes saber algo de lo que habita esas calles y sus sombras, algo sobre lo que cabe esperar, en
“La parábola de los perros”, y hay algunas pistas sobre sus personajes y el entramado que les ha tocado vivir en
“El hombre de los tatuajes” o
“Sobre las puertas”.
Pero recuerda, la Ciudad es un paisaje abierto, y no hay un orden necesario ni obligatorio para visitarla. Queda en tus manos, Paciente Lector.
Sólo espero contar con tu compañía.