Siempre se puede aprender de la luna. Siempre se puede
aprender de la noche. Siempre se puede aprender de lo que no hicimos. Pero es
mejor arrepentirse de lo que hicimos, aunque cada noche, por nuestros poros
suden males en licuadas pesadillas sin entrañas. En esas nos veremos.
LA LUNA NO ES SUFICIENTE
Capítulo I
Si fuera un álamo, una luna, un dios luciente... Más sólo
soy un hombre en la ladera, un hombre sólo, apasionadamente.
Vicente Gaos.
Mi nombre es Jonathan Silencio, y mi trabajo es que sigáis
creyendo que vivís a salvo. Ambas cosas son falsas.
Escogí ese nombre por el personaje de Algernon Blackwood, un
investigador de lo oculto que él llamó J. Silence, cuando volví de la muerte.
En aquel momento, y aún hoy, yo no tenía memoria de mi pasado, ni recordaba mi
nombre o cualquier otro dato sobre mi vida. Así que escogí ese nombre, que
después de todo pegaba con mi nuevo trabajo.
Soy detective, investigador, guardián, cazador, como se
quiera llamar. Investigo lo que otros ignoran, me muevo por las sombras de la
noche para cazar lo que, de otro modo, os cazaría a vosotros. Y tampoco se me
caen los anillos por buscar a vuestro perrito o sacar fotos de vuestro marido y
su amante, si pagáis bien.
Llevaba cuatro noches pateándome las calles de Valladolid,
buscando pistas sobre una serie de asesinatos que la policía achacó primero a
bandas callejeras y después a perros callejeros. Eran tan inútiles que su
siguiente paso sería culpar a planos callejeros, pero por suerte, a mí me
contrataron antes.
La madre de una de las muchachas muertas había decidido que,
tras dos meses sin pistas, la policía no iba a conseguir nada, y que contratar
a un tipo discreto y con experiencia sería lo mejor.
La madre, cuyo nombre omitiré, había visto el cadáver de su
hija antes de que los forenses lo arreglasen. Fue ella la que lo encontró, en
la cochera de la familia, sobre y bajo el coche de la familia, y un poco en las
paredes de la cochera de la familia.
La noche del sábado, la chica salió con sus amigas a tomar
unas copas y bailar. Según las declaraciones de estas amigas a la policía y mis
conversaciones con ellas, se perdieron de vista en la zona de Cantarranas, y
cuando intentaron contactar con ella, el teléfono de la víctima estaba apagado.
Al parecer, alguien la siguió desde la zona de bares hasta
su casa, y ella fue atacada al entrar por la cochera. Yo suponía que no usó la
puerta principal porque la cochera quedaba más cerca de su habitación y no
quería despertar a sus padres, aunque ese era un detalle menor. Simplemente, no
me gustan los cabos sueltos.
Las anteriores víctimas, según los informes policiales que
un agente más amigo del dinero que de la honradez me había fotocopiado, fueron
tres prostitutas, muertas en dos noches diferentes del mes de agosto. La
policía pensó que se trataba de una lucha entre bandas rivales, y que las putas
murieron en alguna revancha o aviso de una banda hacia la otra. Un
enfrentamiento por el territorio, una llamada de atención para las demás chicas
de la calle. Algo así.
Esto habría tenido algo de sentido si las víctimas hubieran
muerto tiroteadas, rajadas o algo así, pero no era el caso. Las tres murieron
de la misma manera. Encerradas en una habitación, una de ellas sola, y las otras
dos juntas la noche siguiente, fueron atacadas por perros que destrozaron sus
gargantas y las destriparon. Imagino que no fueron muertes rápidas ni fáciles.
La teoría de la poli era muy simple. Los miembros de la
banda A, tratando de asustar a las chicas que trabajan para la banda B,
secuestran a un par de putas, las encierran en una habitación de hotel, sueltan
a los perros y dan un escarmiento, dejando allí el mondongo.
La teoría de la poli era una gilipollez.
En primer lugar, meter a uno o más perros de buen tamaño en
un hotel, por mucho que fuese una pensión de mala muerte, no es algo que se
haga discretamente. Además, las chicas trabajaban para la banda B, unos rumanos
bastante chungos, y estaban en su zona. Entrar en territorio de una banda
enemiga con perros salvajes y gente suficiente como para controlar a dos
rehenes a la vez... vaya, eso en mi barrio es pelea.
Yo estaba en mi habitación de La Cueva, una hostelería
bastante decente, con la ventaja de que sólo tiene dos pisos y se puede saltar
desde el balcón y huir por la calle Correos o por Campanas, y perderse en las
estrechas calles circundantes si las cartas vienen mal repartidas.
Llevaba cuatro cigarros y un par de Jack Daniels cuando
conseguí entrar en el ordenador de la Poli y ver las fotos de las escenas del
crimen. Mi contacto en la policía pedía demasiado por ellas, y la pensión
tienen wifi, así que tomé el camino difícil.
Acabé el bourbon de un trago al ver la habitación con los
cadáveres de las dos chicas. Era como si alguien hubiese lanzado dos Monster
Hiigh y un kilo de albóndigas contra el ventilador del techo. Hice de tripas
corazón, como alguien había hecho ya con ellas, y examiné las fotos con toda la
objetividad posible. Me costó otra copa.
Aquello era tan salvaje que habría hecho vomitar a los
perros.
Además, si uno se fijaba en las marcas de zarpas de la pared
y los desgarrones de los colchones, estaba claro que aquello no era obra de
ningún perro.
La única conclusión posible, la que jamás se plantearía la
Policía, era la que yo confirmé al ver aquellas fotos de la habitación, por
cuyas ventanas se veía claramente una luna menguante.
Bueno, tuve que retroceder para leer el comienzo de la historia, que ya te dije tiene buena pinta.
ResponderEliminarAquí no había dejado la firma, así que... aprovecho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pasé por aquí y salvo una "n" de más en "la pensión tienen wifi" no tienes ni una coma mal puesta, como siempre. Me gustan los licántropos y si son vallisoletanos, no veas, hago el pino con las orejas!!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Apuntado para corregir, gracias. Espero que mi "visión" de Valladolid no te desagrade. Un saludo.
EliminarMe encanta Valladolid, es una de las ciudades que yo llamo con encanto, pero si a eso le sumas que hay un hombre-lobo acaba de adquirir el premio de oro como siguiente sitio a visitar, con carácter de urgencia.
ResponderEliminarCuantas más cosas extraordinarias sucedan en Valladolid más me gustará y ya me gustaba antes... Me encanta que todo suceda en España, xD!!! Todo en el extranjero no me gusta nada. Sobre todo, porque la mayoría son sitios que desconozco totalmente, con lo cual no me implico con emoción. Es como el país de nunca jamás.
Me gustaría que por un momento toda la literatura internacional tratara de sitios nacionales. No sé cómo me encontraría leyendo todo eso respecto de sitios que tanto conozco. Como Jack, el destripador, en Madrid.
Creo que la lectura que tanto me gusta se convertiría en una adicción, jajajaja... lo cual no es malo tampoco, pero me molesta no saber qué se siente cuando todo sucede en tu país, en todas sus provincias y en todos sus pueblos.
A ver si imponemos la moda. Yo mismo me siento extraño cuando escribo lo que sucede en algún rincón de España.
Saludos.
Es curioso eso que dices, lo de sentirte extraño al usar escenarios locales, también me pasa. Supongo que estamos demasiado acostumbrados a ver otra cosa. Pero qué bien quedaría Jack asesinando en el viejo Madrid u ocultándose en las callejas de Segovia. Me gusta mucho que mis historias puedan suceder en lugares que recorro después, es como compartir secretos con las calles.
EliminarGracias por pasarte y por tus comentarios, Ricardo. Un abrazo.
Me gusta. Voy a ver cómo sigue.
ResponderEliminarUn saludo.
Ya me contarás qué te parece este personaje, el tono cambia con respecto a la historia anterior pero... bueno, le tengo cariño. Un saludo.
EliminarJoder! Me ha encantadoo... veo q es de hace tiempo, no? Seguiré leyendo tb cositas antiguas! Te sigo! ;)
ResponderEliminarSí, ya tiene un tiempo, Hada. Es el primer caso que publiqué de Silencio... por entonces no sabía que acabaría protagonizando una novela, ya ves. Un tipo que siempre guarda sorpresas, hasta para su autor, este Silencio.
EliminarQuiero creer que Silencio tras la fachada de hombre frío y distante se esconde un alma en pena.
ResponderEliminar:) Al menos, es seguro que es un hombre buscando su alma. Gracias por el comentario, me has dado en qué pensar, Dolors, un abrazo.
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