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domingo, 26 de marzo de 2017
TINTA, UNA MUERTE INEXPLICABLE
Para aquellos que ya padezcan una edad tan avanzada como la mía, hay referentes en la novela de misterio que brillan con luz propia. Enid Blyton y sus Cinco, por ejemplo. Misterios que nos tenían enganchados por la agilidad de su narración, por la identificación que sentíamos hacia los personajes, extraordinarios en su normalidad, y por la solidez, en apariencia sencilla, de su arquitectura.
Algo parecido, aunque a un nivel muy superior, ocurre con TINTA, UNA MUERTE INEXPLICABLE. Es una de esas novelas de misterio que nos mantienen enganchados, deseando otros cinco minutos libres para seguir leyendo, imaginando posibilidades y finales para una historia que nos mantiene atrapados desde el título hasta el final.
Claro está que mi objetividad queda en entredicho, porque tengo la suerte de contar con Carlota Suárez entre mis amigos personales; de hecho, es una de las personas que hizo que yo publicase este blog y las novelas que le siguieron. Y lo consiguió, junto a otros amigos, porque es una enamorada de las buenas historias, porque es concienzuda y trabajadora, y porque sabe lo que quiere. Eso se nota en su primera novela (es autora también de un magnífico libro de cuentos que podéis ver AQUÍ) porque no se trata sólo de una buena historia. Se trata de un acto de amor.
Carlota, como el Pigmalion de la vieja historia o el Richard Gere de Pretty Woman, toma algo hermoso y lo convierte, puliéndolo y cuidándolo, en algo maravilloso. La historia, construida mediante las diferentes voces de personajes dotados de peculiaridades que les hacen únicos, nos va envolviendo despacio, gota a gota, hasta impregnarnos en esa tinta tan sugerente y necesaria. Un ejercicio muy difícil de conseguir, ya que combinar voces y puntos de vista diferentes para lograr un resultado tan coherente está al alcance de pocos. Pero esta novela lo logra, y además la autora da un paso adelante, convirtiéndose en editora, eligiendo el tipo de papel, la letra, y casi hasta el olor a lignina que acompaña esta joya.
Veréis que no os cuento nada del argumento, y es que no quiero desvelar la sorpresa que os aguarda. Os diré tan solo que nuestra aventura comenzará en una sala de autopsias, cuando el forense se enfrente a un cuerpo cuya muerte es... bueno, inexplicable. O difícil de explicar. A partir de ahí recorremos un camino de misterio, que nos llevará a una historia cuidada, llena de momentos de tensión, de conocimiento sobre la naturaleza humana y de sonrisas a media luz, conseguidas mediante un ejercicio de empatia perfectamente construido. Todo en esta novela es fuerte a la vez que delicado. Tanto la historia como el soporte físico, como una antigua catedral gótica, conforman un edificio literario de líneas suaves y cimientos profundos que ata el cielo de nuestra imaginación al suelo de nuestro conocimiento. Una lectura inolvidable que recomiendo encarecidamente. Me habría gustado, lo digo desde la envidia, ser capaz de escribirla yo.
Cabe decir, aunque no soy yo amigo de publicitar a nadie, que si no encontráis este libro en vuestra librería habitual, como me pasó a mí, podéis recurrir a la Librería 4 Letras de Gijón, ellos me lo mandaron a casa con toda la comodidad y atención. Y creedme, merece la pena.
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