La primera vez que me entrevistaron sobre mis novelas de Jonathan Silencio le cogí un poco de manía a este escritor. La entrevistadora me preguntó "¿Habrás leído a Pérez Gellida, verdad? Es el referente en novela negra a día de hoy." Y claro, se me bajó el ego a los pies.
Porque tenía, y tiene, toda la razón. Pérez Gellida no es sólo el referente actual, o al menos uno de los más potentes, para quienes escribimos y leemos éste género. Es que tiene oficio, talento y tiempo para ser el referente durante muchos años.
Acabo de leer su última obra, "A grandes males", remate de la trilogía "Refranes, canciones y rastros de sangre", y el resultado es impecable.
La fórmula de su éxito carece, creo, de ingredientes secretos. Compromiso con el realismo, trabajo y talento. Una fórmula, como la de la pólvora, fácil a priori pero que puede resultar desastrosa, o completamente inocua, dependiendo de las proporciones y la mezcla. Pérez Gellida conoce esas proporciones, sabe mezclar en la mente del lector los puntos de vista de todos los implicados en los casos que narra, sin confundirnos, sin atosigarnos, sin arrastrarnos a un ritmo que no podamos seguir. Información bien dosificada, sin agobiar y sin dejar cabos sueltos. Sentimientos empáticos que a veces me han acercado a los delincuentes, y otras a la víctima, haciéndome percibir lo difusas que son las fronteras de lo inaceptable. Porque el comportamiento de los criminales siempre nos parece inaceptable, y los límites a los que las víctimas han de llegar para sobrevivir y superar el delito, también. Se nota el trabajo de documentación (él cuenta en alguna entrevista que ha leído muchos casos reales y testimonios, además de contar con la colaboración de la policía en su trabajo) y se nota el cuidado en aplicarla, en dosificarla.
Sin querer desvelaros nada sobre sus tramas, os recomiendo con todo entusiasmo y bastante envidia la lectura de sus obras. Cesar Pérez Gellida, un autor con estilo propio al que quiero parecerme cuando sea mayor.
A GRANDES MALES
SARNA CON GUSTO
MEMENTO MORI
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