Una de las cosas que más me gustan de leer es reencontrar a viejos amigos. Normalmente, a los autores que he disfrutado ya y que vuelvo a disfrutar en sus nuevos trabajos; a veces, a personajes que conocí en otros relatos y que regresan.
En “La Tumba del Rey” se dan ambas circunstancias, y eso hace que me haya sentido como en casa al leerla. El estilo fresco de Carlota Suárez, junto a la presencia de algunos personajes de su primera novela, “Tinta; una muerte inexplicable” tienen ese efecto de hogar.
No quiero decir con esto que sea una novela sencilla. Sí lo es a la hora de leerla, conozcas o no su anterior trabajo, pero no lo habrá sido al escribirla. Carlota ya mostró anteriormente su capacidad de manejar varios tiempos narrativos, distintas voces y escenarios, y en esta segunda novela se nota su evolución, su capacidad de llevarnos de viaje por el tiempo sin que tengamos que esforzarnos en pensar dónde y cuándo estamos. Capaz de pasar de una narración intimista a otra más objetiva y general sin perder fuerza ni coherencia, la novela es un viaje en primera clase, con sillones cómodos y servicio de bebidas.
El viaje nos lleva a Agaete, en las Islas Canarias, y parte de una premisa tan dura como real; donde hay hombres, hay monstruos. “La Tumba del Rey” es una historia de monstruos, una narración a medio camino entre el suspense y la aventura que nos hace vivir un caso criminal sin desatender la vida y sentimientos de sus protagonistas, haciéndoles tan reales como nosotros mismos. Quizá Carlota Suárez sea una Enid Blyton para adultos, una autora ya madura en sus letras pero con la capacidad de hacernos sentir lo sencillo y lo mágico como verdaderamente importante.
El elenco de personajes tiene un sabor muy real, fruto sin duda del trabajo de investigación sobre el terreno que la escritora llevó a cabo. Se nota el sabor a tierra y los olores de la isla. Se nota la narración viva de quien ha estado allí, sintiendo el paisaje antes de transmitirlo en sus letras. La coherencia de la novela gana mucho con ello, y el lector lo agradece.
Hablando del argumento, que no desvelaré en demasía, diré que nuestros protagonistas son un grupo de arqueólogos, ocupados en excavar tumbas aborígenes, que encontrarán en uno de los túmulos el cadáver de una mujer desaparecida en los años cincuenta.
Por supuesto, ahí nace el conflicto de la trama principal. Muchos querrán saber la verdad, pero para otros puede resultar muy incómoda por motivos personales, políticos, económicos...
No sólo el avance del caso sino las relaciones entre los distintos personajes cobrarán importancia, impulsando al lector a tomar partido por unos u otros a medida que avanza. Manteniéndonos enganchados en cada capítulo, a la espera de nuevas revelaciones.
Por tanto, una novela que cuesta dejar, que resulta amena y apasionante y que nos deja un sabor de boca intenso, mostrando el crecimiento exponencial de esta autora en cada capítulo.
Podéis encontrarla en cualquier librería y ha sido publicada por HUSO.
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