VIOLETA ES ALGO MÁS QUE UN COLOR
Violeta Flores Ruiz
Editoria Círculo Rojo
Aunque no suelo reseñar obras actuales, y menos si están fuera de los géneros de terror y fantasía, en ocasiones uno encuentra joyas inesperadas de esas que merece la pena hablar, comentar a los lectores. Es el caso de “Violeta es algo más que un color”, una obra que podemos clasificar como memoria, pero también dotada de la profundidad exigible al ensayo. Una crónica inmersiva que nos invita a reflexionar sobre tiempos pasados, aunque cercanos, y circunstancias actuales, aunque tal vez ajenas a nosotros.
Se trata de la historia de Violeta, narrada en primera persona. Una historia íntimamente compartida, que destila franqueza. Empezando por el retrato de sus ancestros -todos somos parte de la historia de quienes nos precedieron- y siguiendo por su propia vivencia, la autora nos habla de años difíciles para la sociedad española, años que no están lejos pero parecemos haber olvidado, y de cómo avanzó a través de ellos, enfrentando las duras secuelas que la polio dejó en ella.
Y lo hace sin artificio ni presunción, con una narrativa llana que habla de forma directa al lector, en un tono casi de conversación que resulta de una naturalidad refrescante. No necesita más recurso narrativo que contar su verdad.
La galería de personajes es completa, y creíble. Creíble porque se trata de seres de carne y hueso, con los que ha compartido vida y experiencias, y así los trata. Sin ocultar defectos ni exagerar virtudes, mostrando por tanto una realidad completa de entornos, escenarios y seres que los pueblan. Esto contribuye a que el relato fluya con facilidad, como si estuviéramos tomando un café con ella y nos contase sus cosas. Ayuda a comprender el punto de vista de la autora, a implicarnos en la historia, con más acierto del que a veces consigue el lenguaje novelesco cuando es alambicado y pretencioso. Despierta la curiosidad de quienes no vivimos esos tiempos y situaciones y la simpatía de quienes sí lo hicieron, por lo que sus doscientas y pico páginas pasan más rápido de lo esperado. Y logra esa ambición que todos los contadores de historias tenemos, la de conseguir que el lector quiera quedarse una página más, saber cómo acaba la aventura. Sólo que es una aventura real, la de Violeta, la de las mujeres y hombres de una España dura que precede y explica la que ahora habitamos, y la de un sistema social y político cuya evolución nos será siempre más fácil de comprender si escuchamos a quienes, como ella, cuentan su verdad con la serena aceptación del que no ha cejado en la lucha por mejorar sus circunstancias y la de quienes les rodean.
Una crónica, en fin, instructiva y potente, cercana y estimulante, que nos invita a mejorar, a no rendirnos. A, como ella misma dice, ahogar los miedos en una sonrisa cada mañana.
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