miércoles, 8 de julio de 2015

CÓMO SOBREVIVIR A UN HOLOCAUSTO NUCLEAR








Ya sabes, paciente lector, de vez en cuando me gusta dejar aquí una gamberrada, con intención de que nos riamos un poco. Seguiremos con lo nuestro el próximo día. Hasta entonces, espero que te guste esta guía.

CÓMO SOBREVIVIR A UN HOLOCAUSTO NUCLEAR.

 Como a cualquier persona normal, la posibilidad de vivir un holocausto nuclear, una invasión alienígena o una resurrección zombie masiva me ha preocupado siempre. Así que he estudiado algo el tema, basándome en sesudos textos científicos, incontables novelas en tapa blanda y alguna que otra pelí. De tan portentosa documentación salen algunas conclusiones que voy a compartir con vosotros, viendo la que se nos puede caer encima.


Primero de todo, pilla una mochila gorda y cuelga de ella una jaula con un canario, jilguero o pajarillo similar. La mochila gorda viene bien para acumular provisiones, saquear tiendas y tal. El canario, te serviría si estuvieras en una mina. Ya sabes, se mueren primero si hay poco oxígeno o gases tóxicos. En un caso de holocausto nuclear tiene poco valor efectivo, pero la gente pensará que sabes lo que haces.

En segundo lugar, conviene alejarse del lugar del desastre, el foco de radiación. Como ha habido un holocausto, es lógico pensar que las comunicaciones no funcionen, y que no sabrás cuál es la localización de dicho foco del desastre. No desesperes. No andes a lo tonto. Acercate a un puente de autopista y asómate. En un carril habrá un montón de coches llenos de señores muertos, y el otro estará vacío. Vete por el vacío.

Y si la cosa no está del todo clara o no hay autopistas cerca –esto puede pillarte en una posada rural o igual eres un ermitaño- entonces sigue a los animales. Esos siempre saben hacia dónde correr. Es importante, si lo haces así, seguir a los animales silvestres y no a una vaca que trabaje para McDonalds.



Lo siguiente que tienes que hacer es agenciarte un buen coche. Es recomendable pillar un todoterreno con muchos focos y ruedas blindadas, y con el maletero lleno de armas de fuego, botiquín y papeo, que por lo que he visto en la tele, los hay a patadas por las carreteras del mundo. De no ser así, yo cogería uno sin mucho muerto dentro y con el depósito lleno.

Ya estás más o menos lejos de la zona 0, y es hora de saquear sitios. Aunque a todos nos llama vaciar las estanterías de un sexshop o el almacén de ordenadores, lo más práctico es empezar por una farmacia. Olvida los preservativos, seguramente la radiación ya te haya dejado estéril, y céntrate en las sales minerales, el yodo y, si las encuentras, las pastillas potabilizadoras de agua. Coge igualmente algunas cajas de aspirinas, que son buenas para todo.



Si vives en USA o algún sitio liberal y chulo como ese, a estas alturas ya tendrás un buen arsenal de armas y un machete más grande que Excalibur. Si vives en Texas, hasta el canario de la jaula llevará una recortada.

De no ser así, sería bueno que te hicieras con algún arma. Lo mejor es pillarla en alguna comisaría, y practicar el tiro para que no te veas indefenso cuando te toque hacerlo de verdad.

Una vez armado y tras haber disparado un rato a los cadáveres cercanos, toca buscarse unos cuantos compañeros de holocausto. Hay que escogerlos con cuidado, el holocausto es una cosa que une mucho y pasarás tiempo con ellos. Bueno, con algunos, otros morirán bastante pronto.

En primer lugar, escoge a algunos pertenecientes a minorías étnicas. Estos caen primero, por alguna razón desconocida, en cualquier holocausto decente que haya. Si vives en España te será fácil encontrar un chino –bazares o restaurantes-, un africano –junto a una manta llena de CD´s- y un gitano. No cojas al gitano como compañero, porque aparecerán un montón de primos suyos y entonces tú serás la minoría étnica y palmarás antes.

El siguiente paso es encontrar un compañero superviviente. Un tipo preparado para todo, valiente e ingenioso, que sepa salir de los problemas. Descartamos aquí funcionarios, políticos y abogados. Optaremos, si es posible, por expresidiarios, drogatas rehabilitados o alcohólicos cleptómanos. Si estos tíos han sobrevivido en las calles durante el siglo XX, el holocausto nuclear les parecerá un fin de semana de resaca.

Lo mejor es dejar tu coche abierto, con la mochila a la vista y el canario cantando, y hacerte el dormido. Un tío tratará de robártelo, y ese es tu compañero superviviente ideal. Haz que se una a la causa o pégale un tiro.

Ahora bien, si me preguntas cómo un tío que va a robar el único coche con dueño en cien kilómetros a la redonda resulta ser el más listo del grupo, no tengo respuesta. Es así.



Vale. Ya estáis lejos del punto cero. Todos tenéis mochilas, armas, jaulas con pájaros cantando colgando del hombro –si uno escoge un tucán o un avestruz, está claro quién va a morir primero- y un coche guapo. Es hora de conseguir comida.

Ni que decir tiene que la comida más segura es la enlatada. Cualquiera se come una lechuga. Y menos una lechuga de metro ochenta radiada de uranio enriquecido.

Así que lo suyo es asaltar un supermercado o mall, hacerse con agua embotellada y latas de comida fría y llenar las mochilas con ellas. Lo lógico es echarlas todas en la mochila de uno de minoría étnica, lo que provocará una entretenida discusión sobre el racismo, quizá una buena pelea, y pasaréis la tarde tan ricamente.

Si cerca de donde estáis existe algún cuartel militar, es posible caer en la tentación de entrar allí a por comida enlatada, armas y transporte. Esto es un error. El ejército sobrevive a cualquier holocausto, y además tiene como rutina implantar estados de excepción, de sitio, de alerta o directamente de paranoia. Suelen disparar a lo tonto y exigirte que no salgas de la zona de cuarentena. Como si hubiera zona de cuarentena. Así que si queréis recursos militares, lo mejor es buscar una patrulla bien muertita en algún pueblo devastado y no complicarse la vida.

Ya tienes agua, comida, compañeros de viaje, armas, medicinas y una ruta establecida. Tus posibilidades de sobrevivir han aumentado mucho, y es hora de que te busques la vida solito.



¿Cómo dices? ¿Te falta la chica?¿Quieres saber cómo conseguir la chica?

Veamos, amigo. Si no soy capaz de encontrar la chica en un mundo normal, ¿qué te hace pensar que puedo hacerlo en medio de un holocausto? Será mejor que saquees el sexshop...

4 comentarios:

  1. Jajja! Gracias por los consejos! No me veo corriendo ni saqueando con una jaula , pájaro, supermochila, armas,compañeros....qué estrés! Todo sea por sobrevivir....un abrazo!

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    1. Jeje, los holocaustos son muy trabajosos, sin duda.
      Un abrazo.

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  2. Jajaja yo desde luego me pego un tiro si se produce algo y más de tipo nuclear!!! Se arruinan todos hasta los negocios de tatuajes como La Escuela Del Tatuaje ( http://www.laescueladeltatuaje.com) o Tattoo Scholl ( http://www.tattooscholl.es ) xD

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    1. Estimado Web Project, sólo unas pocas palabras. En primer lugar, para agradecerte que me leas. En segundo, y perdona el atrevimiento, para decirte que no creo que esta sea una plataforma adecuada para la publicidad. Verás, no tengo decenas de miles de seguidores, más bien unos cuantos amiguetes que tienen aquí su espacio para leer, opinar, que vienen a pasar el rato. Así que no resulto muy eficaz como valla publicitaria. Ni lo pretendo, claro. Notarás que este blog prescinde de anunciantes de esos que pagan a tanto el click, y sólo promociono lo que escribo. Pedante, dirás, y puede que lo sea, pero supongo que quien pasa por aquí lo hace para leer lo que escribo, y me limito a decirle dónde puede encontrarlo. El paciente lector, a quien debo todo, elegirá si va o no va a esos enlaces. No voy a reportar como spam lo que tú colocas, ni mucho menos, porque jamás censuro, ni censuraré, los comentarios de quienes se toman el tiempo de pasar por aquí, pero no creo que te sea de mucha utilidad, ni pretendo serlo para anunciantes, ni he cobrado ni cobraré por ello, ni ganas. Tampoco te diré que creo que sería correcto que retirases los enlaces publicitarios, porque quién mierda soy yo para decir qué es correcto.
      Te deseo la mejor de las suertes y te agradezco la visita.

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Ya podéis comentar tranquilos, sin palabras ilegibles ni más trámites. No os cortéis, vuestras opiniones me vienen muy bien.